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lunes, 11 de febrero de 2013


CARNAVAL 2013
Mirando al pasado

Colaboración de Tomás Lendínez García

CARNAVAL es una fiesta en la que, en otros tiempos, participaba mucha gente y era recibida con alegría y regocijo. Una muestra de ello está en que los labradores, muleros, pastores, etc. solían holgar y dejaban sus lugares de trabajo durante dos o tres días y se venían al pueblo. También se venían al pueblo los dueños y señores de cortijos y caseríos.

En los días claves de la fiesta las calles eran un espectáculo porque se llenaban de máscaras, así se llamaba a las personas que se disfrazaban y éstas, con alegría y bullicio, las animaban dando bromas y provocando la risa de los mirones.
Los participantes se organizaban en “comparsas”. Éstas estaban integradas por unos quince o veinte vecinos, vestían trajes o vestidos uniformados, se acompañaban con música de instrumentos musicales de cuerda, cantaban a coro coplillas de letras alegres y variadas donde se relataban los hechos y sucesos  que habían ocurrido durante todo el año. También solían orientarse hacia las críticas, alabanzas y ensalzamiento de las personas. El pueblo, con su inconsciente malicia o su ingenua bondad, expresaba así su sentir, siendo aún recordadas algunas de las letrillas que entonces se cantaban.
Vamos a reponer hoy unas estrofas de dos canciones con mensajes opuestos porque se cantaron en años diferentes y porque el sentir del pueblo hacia los médicos no era igual. La primera iba a toda la clase médica y les mostraba su descontento:

[Médicos y cirujanos
nunca quieren visitar el panteón
para que no le digan los muertos…
¡Éste fue el que me mató!]

Unos años después vino al pueblo D. Luís Sagaz Zubelzu y su comportamiento hizo que el pueblo cambiara de opinión hacia la clase médica y se la escribieron para mostrarle el agradecimiento que todos sentían por él debido a su altruista y meritoria labor:

[El pueblo de Villargordo
puede sentirse feliz
con el médico que ha llegado,
mandado desde Madrid.]

La “Gastronomía” también tenía en estas fiestas de CARNAVAL su plato típico, era conocido como “calderete”. La receta es bien sencilla de preparar:
1.- Se freían, por separado y en el mismo aceite:
- Unos torreznos.
- Dos picatostes.
- Unos trozos de morcilla.
- Un pimiento choricero.
2.- Con la pringue de esa fritura se hacía una salsa:
- Majamos el pimiento y el picatoste.
- Añadimos perejil, azafrán, sal y agua.
- Ponemos el conjunto a hervir a fuego lento hasta que espese.
- Le incorporamos entonces la morcilla, el tocino y el chorizo.
- Dejamos que el conjunto dé un hervor.
Como “Final de fiesta”, el último día, desfilaban las comparsas con la escenificación del “Entierro de la sardina”. Ésta consistía en una representación “burlesca-satírica” de un “entierro”. En ella tomaban parte un gran número de vecinos, todos iban vestidos de riguroso luto y caminaban muy tristes y silenciosos, unos, y otros dando fuertes gritos y lastimeros suspiros, aquí también desfilaban las populares lloronas de los entierros, las que cobraban.
Como vivimos en una comunidad de cultura religiosa católica pues el ritual también incluía un supuesto sacerdote y sus monaguillos, éstos iban detrás de quienes encabezaban el cortejo fúnebre, los hombre que llevaban a hombros una caja de la que colgaban unas sardinas.
Algunas comparsas sustituían la caja por una caña vertical y otra, más pequeña, atada sobre la primera en horizontal para formar con la mayor una cruz. De ésta última se ataban las sardinas por la cola.
El espectacular cortejo alternaba los llantos y el canto de canciones. Recordemos una de esas letras:

[Ya se ha muerto la sardina,
ya la llevan a enterrar,
entre cuatro monaguillos,
el cura y el sacristán.

La sardina ya se ha muerto
y la llevan a enterrar,
no cabiendo en la calle
la gente que va detrás.]

Esta fiesta de origen pagano se implantó para dar rienda suelta a los instintos carnales y así poder aguantar después los cuarenta días de privaciones que se avecinaban a los creyentes cristiano-católicos por la Cuaresma. La tradición marcaba tres días de duración, los anteriores al “Miércoles de Ceniza”, día de inicio de la Cuaresma.

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