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jueves, 13 de junio de 2013


EL DISCURSO QUE NADIE PRONUNCIÓ…

¡¡¡EL QUE TODOS DESEAMOS ESCUCHAR!!!

Colaboración de Paco Pérez

A alguien se le ocurrió rescatar de algún archivo peliculero una cinta protagonizada por el inolvidable Mario MorenoCantinflas” hace 46 años. Supongo que lo haría porque, a pesar de su antigüedad, el contenido que en ella se atesora tiene una total vigencia y porque cualquiera se podría dar un día una vuelta por cualquier parlamento del planeta y largárselo a sus inútiles señorías… ¡¡¡Hoy día, cualquiero/a es bueno para ser llamado señoría en nuestra España!!!

Para conseguirlo basta con visitar las oficinas del partido C.A.S.A. y allí se informa muy bien a quienes deseen probar suerte en la carrera política. Cuando sales de ellas te das cuenta que sólo hacen falta estas cuatro CONDICIONES:
1.- Tener carné y, si no lo tienes, te lo hacen en dos segundos.
2.- Ser analfabeto/a, mientras más alto tenga el aspirante su grado de ignorancia más alto llegará y más agradará a los gerifaltes del partido porque así lo manejarán mejor.
3- Aprobar en unos cuantos años la carrera de “sopla” con buena nota, lo que se conseguirá mediante los estudios de pegador de carteles, técnico en pintadas contra quien sea y lo que sea, incinerador de contenedores, rompedor de cabinas en las manifestaciones (se entiende que estas acciones se practicarán cuando esté C.A.S.A. en la oposición y después, cuando gobierne, nos instalaremos en sus oficinas y allí nos distraeremos con los ordenadores y los móviles que pondrán a nuestra disposición) y repartidor de publicidad partidista por los buzones de las casas o en mano.
4.- Acompañar de palmero en todos los actos públicos del partido, esto nos permitirá ir de turismo gratis por otras ciudades en autocar y, además, nos darán bocatas.
Para no confundirnos y antes de empezar hay que aclarar que partimos de que todo lo que les ofrezco es supuesto y fruto de un guión cinematográfico cuyo tema es muy interesante debido a su innegable actualidad.
La acción se desarrolla en el marco de la Organización de las Naciones Unidas y ahí es donde “Cantinflas” sube al estrado para tomar la palabra en su condición de embajador de una supuesta nación y lo hace con unas palabras tan sabias que son válidas para cualquier momento histórico y van dirigidas a los de siempre, a todas las señorías del universo democrático. Ahora les dejo, relájense y mediten bien este discurso imperecedero de Cantinflas. Una vez en el estrado les habló así:
Me ha tocado en suerte ser el último orador, cosa que me da mucho gusto, porque, como quien dice, así me los agarro a todos. Sin embargo sé que, a pesar de la insignificancia de mi país que no tiene poderío militar, ni político, ni económico ni mucho menos atómico, todos ustedes esperan con interés mis palabras ya que de mi voto depende el triunfo de los Verdes o de los Colorados.
Señores representantes, estamos pasando un momento crucial en el que la humanidad se enfrenta ante la misma humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre, científica e intelectualmente, es un gigante pero moralmente es un pigmeo.
La opinión mundial está tan profundamente dividida en dos bandos, aparentemente irreconciliables, que se ha dado el singular caso de que  sólo un voto, el de un país débil y pequeño, pueda hacer que la balanza se cargue de un lado o de otro. Estamos, como quien dice, ante una gran báscula con un platillo ocupado por los Verdes y con otro platillo ocupado por los Colorados. Ahora llego yo, que soy de peso pluma, como quien dice, y según donde yo me coloque de ese lado se inclinará la balanza.
¡Háganme el favor!
¿No creen ustedes que es mucha responsabilidad para un solo ciudadano?
Además, no considero justo que la mitad de la humanidad, sea la que fuere, quede condenada a vivir bajo un régimen político y económico que no es de su agrado solamente porque un frívolo embajador haya votado, o lo hayan hecho votar, en un sentido o en otro. Por eso yo, el que les habla, su amigo... ¡No votaré por ninguno de los dos bandos!
Y yo no votaré por ninguno de los dos bandos debido a tres  razones:
1ª.- Porque, repito que no se sería justo que el sólo voto de un representante, que a lo mejor está enfermo del hígado, decidiera los destinos de cien naciones.
2ª.- Porque estoy convencido de que los procedimientos, repito y recalco, de los Colorados (Países comunistas) son desastrosos.
3ª.- Porque estoy convencido de que los procedimientos de los Verdes (Estados Unidos) tampoco son de lo más bondadoso que digamos.
Y si no se callan de plano yo ya no sigo y se van a quedar con la tentación de saber lo que tenía que decirles. Insisto, hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas. Para mí todas las ideas son respetables aunque sean "ideítas" o "ideotas“ y aunque no esté de acuerdo con ellas.
Lo que piense ese señor, ese otro señor, este señor o ese de allá de bigotitos que no piensa nada porque ya se nos durmió, eso no impide que todos nosotros seamos muy buenos amigos. Todos creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el chaleco  tratamos de imponérselo a los demás y si no lo aceptan decimos que son unos tales por cuales y al ratito andamos a la greña.
¿Ustedes creen que eso está bien?
Tan fácil que sería la existencia si tan sólo respetásemos el modo de vivir de cada quien. Hace cien años ya lo dijo una de las figuras más humildes pero más grandes de nuestro continente:
- El respeto al derecho ajeno es la paz -lo aplauden.
Así me gusta... No que me aplaudan pero sí que reconozcan la sinceridad de mis palabras. Yo estoy de acuerdo con todo lo que dijo el Sr. representante de Salchichonia (Alemania) con humildad. Con humildad de albañiles no agremiados debemos de luchar por derribar la barda que nos separa, la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza y la barda del odio. El día que lo logremos podremos decir que nos volamos la barda. Pero no la barda de las ideas… ¡Eso no, nunca! El día que pensemos igual y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, en autómatas. Este es el grave error de los Colorados, el querer imponer por la fuerza sus ideas y su sistema político y económico, hablan de libertades  humanas, pero yo les pregunto:
- ¿Existen esas libertades en sus propios  países?
Dicen defender los Derechos del Proletariado pero sus propios obreros no tienen ni siquiera el derecho elemental de la huelga. Hablan de la cultura  universal al alcance de las masas pero encarcelan a sus escritores porque se atreven a decir la verdad, hablan de la libre determinación de los pueblos y sin embargo hace años que oprimen una serie de naciones sin permitirles que se den la forma de gobierno que más les convenga.
¿Cómo podemos votar por un sistema que habla de dignidad y acto seguido atropella lo más sagrado de la dignidad humana que es la libertad de conciencia, eliminando o pretendiendo eliminar a Dios por decreto?
No, señores representantes, yo no puedo estar con los Colorados, o mejor dicho, con su manera de actuar. Respeto su modo de pensar, allá ellos, pero no puedo dar mi voto para que su sistema se implante por la fuerza en todos los países de la tierra (Voces de protesta)… ¡El que quiera ser Colorado que lo sea, pero que no pretenda teñir a los demás! (Los Colorados se levantan para salir de la Asamblea)
- ¡Un momento jóvenes!
Hombre… ¿Por qué tan sensitivos?
Pero si no aguantan nada, no, si no he terminado. Tomen asiento. Ya sé que es costumbre de ustedes abandonar estas reuniones en cuanto oyen algo que no es de su agrado pero no he terminado, tomen asiento, no sean precipitosos. Todavía tengo que decir algo de los Verdes… ¿No les gustaría escucharlo? Siéntense (Toma agua y hace gárgaras…).
Y ahora, mis queridos colegas Verdes… ¿ustedes qué dijeron?:
- Ya votó por nosotros… ¿no?  Pues no, jóvenes, y no votaré por ustedes  porque ustedes también tienen mucha culpa de lo que  pasa en el mundo, ustedes también son medio soberbios, como que si el mundo fueran ustedes y los demás tienen una importancia muy relativa. Aunque hablan de paz, de democracia y de cosas muy bonitas, a veces, también pretenden imponer su voluntad por la fuerza, por la fuerza del dinero. Yo estoy de acuerdo con ustedes en que debemos luchar por el bien colectivo e individual, en combatir la miseria y resolver los tremendos problemas de la vivienda, del vestido y del sustento.
Pero, en lo que no estoy de acuerdo con ustedes es en la forma que ustedes pretenden resolver esos problemas. Ustedes también han sucumbido ante el materialismo, se han olvidado de los más bellos valores del espíritu pensando sólo en el negocio, poco a poco  se han ido convirtiendo en los acreedores de la humanidad y por eso la humanidad los ve con desconfianza.
El día de la inauguración de la Asamblea, el señor embajador de Lodaronia dijo que el remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, refrigeradores, aparatos de televisión... y yo  me pregunto:
- ¿Para qué queremos automóviles si todavía andamos descalzos? ¿Para qué queremos refrigeradores si no tenemos alimentos que meter dentro de ellos? ¿Para qué queremos tanques y armamentos si no tenemos suficientes escuelas para nuestros hijos?
Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz pero no solamente impulsado por su instinto de conservación sino, fundamentalmente, por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos. Pero esta aspiración no será posible si no hay abundancia para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia social.
Es verdad que está en manos de ustedes, de los países poderosos de la tierra… ¡Verdes y Colorados!, el ayudarnos a nosotros los débiles pero no con dádivas, ni con préstamos y ni con alianzas militares. Ayúdennos pagando un precio más justo, más equitativo, por nuestras materias primas. Ayúdennos compartiendo con nosotros sus notables adelantos en la ciencia, en la técnica... pero no para fabricar bombas sino para acabar con el hambre y con la miseria. Ayúdennos respetando nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestra dignidad como seres humanos y nuestra personalidad como naciones por pequeños y débiles que seamos. Practiquen la tolerancia y la verdadera fraternidad que nosotros sabremos corresponderles. Dejen ya de tratarnos como simples peones de ajedrez en el tablero de la política internacional. Reconózcannos como lo que somos, no solamente como clientes o como ratones de laboratorio sino como seres humanos que sentimos, sufrimos, y lloramos.
Señores representantes, hay otra razón más por la que no puedo darles mi voto: ¡Hace, exactamente, veinticuatro horas que presenté mi renuncia como embajador de mi país, espero me sea aceptada!
Consecuentemente no les he hablado a ustedes como Excelencia sino como un simple ciudadano, como un hombre libre, como un hombre cualquiera pero que, sin embargo, cree interpretar el máximo anhelo de todos los hombres de la tierra: ¡El anhelo de vivir en paz, el anhelo de ser libres, el anhelo de legar a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena voluntad y la concordia!
Y qué fácil sería, señores, lograr ese mundo mejor en que todos los hombres blancos, negros, amarillos, cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como hermanos.
Lo lograríamos si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos y si tan sólo rigiéramos nuestras vidas por las sublimes palabras, que hace dos mil años, dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones:
- Amaos... amaos los unos a los otros.
Pero desgraciadamente ustedes entendieron mal, confundieron los términos y… ¿qué es lo que han hecho o qué es lo que hacen?:
- ¡Armaos los unos contra los otros!
¡He dicho!
Ahora les ofrezco la oportunidad de ver, en dos vídeos cortos, el origen del texto que acaban de leer y la confirmación de que no me lo he inventado. Hagan un clic en UNO y después en DOS.
Como despedida les ofrezco una GENIALIDAD suya, ésta si fue real:
El Cantinflas que hemos leído fue el mismo filósofo de aquella célebre y crucial pregunta que formuló a los presentes, justo antes de sentarse a jugar una partida de dominó:
- ¿Vamos a jugar como caballeros o como lo que somos?

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