EL
DISCURSO QUE NADIE PRONUNCIÓ…
¡¡¡EL
QUE TODOS DESEAMOS ESCUCHAR!!!
Colaboración de Paco Pérez
A alguien se le ocurrió rescatar de algún archivo peliculero una
cinta protagonizada por el inolvidable Mario
Moreno “Cantinflas” hace 46 años.
Supongo que lo haría porque, a pesar de su antigüedad, el contenido que en ella
se atesora tiene una total vigencia y porque cualquiera se podría dar un día
una vuelta por cualquier parlamento del planeta y largárselo a sus inútiles señorías… ¡¡¡Hoy día, cualquiero/a es bueno para ser
llamado señoría en nuestra España!!!
Para conseguirlo basta con visitar las oficinas del partido C.A.S.A. y allí se informa muy bien a
quienes deseen probar suerte en la carrera política. Cuando sales de ellas te
das cuenta que sólo hacen falta estas cuatro CONDICIONES:
1.- Tener carné y, si no
lo tienes, te lo hacen en dos segundos.
2.- Ser analfabeto/a,
mientras más alto tenga el aspirante su grado de ignorancia más alto llegará y
más agradará a los gerifaltes del partido porque así lo manejarán mejor.
3- Aprobar en unos cuantos años la carrera de “sopla” con buena nota, lo que se conseguirá mediante los estudios de pegador de carteles, técnico
en pintadas contra quien sea y lo que sea, incinerador
de contenedores, rompedor de
cabinas en las manifestaciones (se entiende que estas acciones se practicarán
cuando esté C.A.S.A. en la oposición
y después, cuando gobierne, nos instalaremos en sus oficinas y allí nos
distraeremos con los ordenadores y los móviles que pondrán a nuestra
disposición) y repartidor de publicidad
partidista por los buzones de las casas o en mano.
4.- Acompañar de palmero en todos
los actos públicos del partido, esto nos permitirá ir de turismo gratis por
otras ciudades en autocar y, además, nos darán bocatas.
Para no confundirnos y antes de empezar hay que aclarar que
partimos de que todo lo que les ofrezco es supuesto y fruto de un guión
cinematográfico cuyo tema es muy interesante debido a su innegable actualidad.
La acción se desarrolla en el marco de la Organización de las Naciones Unidas y ahí es donde “Cantinflas” sube al estrado para tomar
la palabra en su condición de embajador
de una supuesta nación y lo hace con unas
palabras tan sabias que son válidas para cualquier momento histórico y van dirigidas a los de siempre, a todas las señorías del universo
democrático. Ahora les dejo, relájense y mediten bien este discurso
imperecedero de Cantinflas. Una vez
en el estrado les habló así:
Me ha tocado en suerte
ser el último orador, cosa que me da mucho gusto, porque, como quien dice, así
me los agarro a todos. Sin embargo sé que, a pesar de la insignificancia de mi
país que no tiene poderío militar, ni político, ni económico ni mucho menos
atómico, todos ustedes esperan con interés mis palabras ya que de mi voto
depende el triunfo de los Verdes o de los Colorados.
Señores representantes,
estamos pasando un momento crucial en el que la humanidad se enfrenta ante la
misma humanidad. Estamos viviendo un momento histórico en que el hombre, científica e
intelectualmente, es un gigante pero moralmente es un pigmeo.
La opinión mundial está
tan profundamente dividida en dos bandos, aparentemente irreconciliables, que
se ha dado el singular caso de que sólo
un voto, el de un país débil y pequeño, pueda hacer que la balanza se cargue de
un lado o de otro. Estamos, como quien dice, ante una gran báscula con un
platillo ocupado por los Verdes y con otro platillo ocupado por los Colorados.
Ahora llego yo, que soy de peso pluma, como quien dice, y según donde yo me
coloque de ese lado se inclinará la balanza.
¡Háganme el favor!
¡Háganme el favor!
¿No creen ustedes que es
mucha responsabilidad para un solo ciudadano?
Además, no considero
justo que la mitad de la humanidad, sea la que fuere, quede condenada a vivir
bajo un régimen político y económico que no es de su agrado solamente porque un
frívolo embajador haya votado, o lo hayan hecho votar, en un sentido o
en otro. Por eso yo, el que les habla, su amigo... ¡No votaré por ninguno de
los dos bandos!
Y yo no votaré por
ninguno de los dos bandos debido a tres
razones:
1ª.- Porque, repito que
no se sería justo que el sólo voto de un representante, que a lo mejor está
enfermo del hígado, decidiera los destinos de cien naciones.
2ª.- Porque estoy
convencido de que los procedimientos, repito y recalco, de los Colorados
(Países comunistas) son
desastrosos.
3ª.- Porque estoy
convencido de que los procedimientos de los Verdes (Estados Unidos) tampoco son de lo más bondadoso
que digamos.
Y si no se callan de
plano yo ya no sigo y se van a quedar con la tentación de saber lo que tenía
que decirles. Insisto, hablo de procedimientos y no de ideas ni de doctrinas.
Para mí todas las ideas son respetables aunque sean "ideítas"
o "ideotas“ y aunque no esté de acuerdo con ellas.
Lo que piense ese señor,
ese otro señor, este señor o ese de allá de bigotitos que no piensa nada porque
ya se nos durmió, eso no impide que todos nosotros seamos muy buenos amigos. Todos
creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de
pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores; y el chaleco tratamos de imponérselo a los demás y si no
lo aceptan decimos que son unos tales por cuales y al ratito andamos a la
greña.
¿Ustedes creen que
eso está bien?
Tan fácil que sería la
existencia si tan sólo respetásemos el modo de vivir de cada quien. Hace cien
años ya lo dijo una de las figuras más humildes pero más grandes de nuestro
continente:
- El respeto al
derecho ajeno es la paz -lo
aplauden.
Así me gusta... No que
me aplaudan pero sí que reconozcan la sinceridad de mis palabras. Yo estoy de
acuerdo con todo lo que dijo el Sr. representante de Salchichonia (Alemania) con humildad. Con humildad de
albañiles no agremiados debemos de luchar por derribar la barda que nos separa,
la barda de la incomprensión, la barda de la mutua desconfianza y la barda del
odio. El día que lo logremos podremos decir que nos volamos la barda. Pero
no la barda de las ideas… ¡Eso no, nunca! El día que pensemos
igual y actuemos igual dejaremos de ser hombres para convertirnos en máquinas, en
autómatas. Este es el grave error de los Colorados, el querer imponer
por la fuerza sus ideas y su sistema político y económico, hablan de libertades
humanas, pero yo les pregunto:
- ¿Existen esas
libertades en sus propios países?
Dicen defender los Derechos
del Proletariado pero sus propios obreros no tienen ni siquiera el derecho
elemental de la huelga. Hablan de la cultura universal al alcance de las
masas pero encarcelan a sus escritores porque se atreven a decir la verdad,
hablan de la libre determinación de los pueblos y sin embargo hace años que
oprimen una serie de naciones sin permitirles que se den la forma de gobierno
que más les convenga.
¿Cómo podemos votar
por un sistema que habla de dignidad y acto seguido atropella lo más sagrado de
la dignidad humana que es la libertad de conciencia, eliminando o pretendiendo
eliminar a Dios por decreto?
No, señores
representantes, yo no puedo estar con los Colorados, o mejor dicho, con
su manera de actuar. Respeto su modo de pensar, allá ellos, pero no puedo dar
mi voto para que su sistema se implante por la fuerza en todos los países de la
tierra (Voces de protesta)… ¡El que quiera
ser Colorado que lo sea, pero que no pretenda teñir a los demás! (Los Colorados se levantan para
salir de la Asamblea)
- ¡Un momento jóvenes!
Hombre… ¿Por qué tan
sensitivos?
Pero si no aguantan
nada, no, si no he terminado. Tomen asiento. Ya sé que es costumbre de ustedes
abandonar estas reuniones en cuanto oyen algo que no es de su agrado pero no he
terminado, tomen asiento, no sean precipitosos. Todavía tengo que decir algo de
los Verdes… ¿No les gustaría escucharlo? Siéntense (Toma agua y hace gárgaras…).
Y ahora, mis queridos
colegas Verdes… ¿ustedes qué dijeron?:
- Ya votó por nosotros…
¿no? Pues no, jóvenes, y no votaré por ustedes porque ustedes
también tienen mucha culpa de lo que
pasa en el mundo, ustedes también son medio soberbios, como que si el
mundo fueran ustedes y los demás tienen una importancia muy relativa. Aunque
hablan de paz, de democracia y de cosas muy bonitas, a veces, también pretenden
imponer su voluntad por la fuerza, por la fuerza del dinero. Yo estoy de
acuerdo con ustedes en que debemos luchar por el bien colectivo e individual,
en combatir la miseria y resolver los tremendos problemas
de la vivienda, del vestido y del sustento.
Pero, en lo que no estoy
de acuerdo con ustedes es en la forma que ustedes pretenden resolver esos
problemas. Ustedes también han sucumbido ante el materialismo, se han olvidado
de los más bellos valores del espíritu pensando sólo en el negocio, poco a
poco se han ido convirtiendo en los acreedores de la humanidad y por eso
la humanidad los ve con desconfianza.
El día de la
inauguración de la Asamblea, el señor embajador de Lodaronia dijo que el
remedio para todos nuestros males estaba en tener automóviles, refrigeradores,
aparatos de televisión... y yo me pregunto:
- ¿Para qué queremos
automóviles si todavía andamos descalzos? ¿Para qué queremos refrigeradores si
no tenemos alimentos que meter dentro de ellos? ¿Para qué queremos tanques y
armamentos si no tenemos suficientes escuelas para nuestros hijos?
Debemos de pugnar para
que el hombre piense en la paz pero no solamente impulsado por su instinto de
conservación sino, fundamentalmente, por el deber que tiene de superarse y de
hacer del mundo una morada de paz y tranquilidad cada vez más digna de la
especie humana y de sus altos destinos. Pero esta aspiración no será posible si
no hay abundancia para todos, bienestar común, felicidad colectiva y justicia
social.
Es verdad que está en
manos de ustedes, de los países poderosos de la tierra… ¡Verdes y Colorados!,
el ayudarnos a nosotros los débiles pero no con dádivas, ni con préstamos y ni
con alianzas militares. Ayúdennos pagando un precio más justo, más equitativo,
por nuestras materias primas. Ayúdennos compartiendo con nosotros sus notables
adelantos en la ciencia, en la técnica... pero no para fabricar bombas sino
para acabar con el hambre y con la miseria. Ayúdennos respetando
nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestra dignidad como seres humanos y
nuestra personalidad como naciones por pequeños y débiles que seamos. Practiquen
la tolerancia y la verdadera fraternidad que nosotros sabremos corresponderles.
Dejen ya de tratarnos como simples peones de ajedrez en el tablero de la
política internacional. Reconózcannos como lo que somos, no solamente como
clientes o como ratones de laboratorio sino como seres humanos que sentimos, sufrimos,
y lloramos.
Señores representantes,
hay otra razón más por la que no puedo darles mi voto: ¡Hace, exactamente,
veinticuatro horas que presenté mi renuncia como embajador de mi país, espero
me sea aceptada!
Consecuentemente
no les he hablado a ustedes como Excelencia sino como un simple
ciudadano, como un hombre libre, como un hombre cualquiera pero que, sin
embargo, cree interpretar el máximo anhelo de todos los hombres de la tierra: ¡El
anhelo de vivir en paz, el anhelo de ser libres, el anhelo de legar a nuestros hijos
y a los hijos de nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena
voluntad y la concordia!
Y qué fácil sería,
señores, lograr ese mundo mejor en que todos los hombres blancos, negros,
amarillos, cobrizos, ricos y pobres pudiésemos vivir como hermanos.
Lo lograríamos si no
fuéramos tan ciegos, tan obcecados, tan orgullosos y si tan sólo rigiéramos
nuestras vidas por las sublimes palabras, que hace dos mil años, dijo aquel
humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo, sin frac ni condecoraciones:
- Amaos... amaos los
unos a los otros.
Pero desgraciadamente ustedes entendieron mal,
confundieron los términos y… ¿qué es lo que han hecho o qué es lo que hacen?:
- ¡Armaos los unos contra los otros!
¡He dicho!
Ahora les ofrezco la oportunidad
de ver, en dos vídeos cortos, el origen del texto que acaban de leer y
la confirmación de que no me lo he inventado. Hagan un clic en UNO y después en DOS.
Como despedida les
ofrezco una GENIALIDAD suya, ésta si fue real:
El Cantinflas que
hemos leído fue el mismo filósofo de aquella célebre y crucial pregunta que
formuló a los presentes, justo antes de sentarse a jugar una partida de dominó:
- ¿Vamos a jugar como caballeros o como lo que somos?
- ¿Vamos a jugar como caballeros o como lo que somos?
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