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sábado, 26 de octubre de 2013

JESÚS NOS ENSEÑÓ A ORAR

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
ECLESIÁSTICO 35, 12-14. 16-18
El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.

2ª TIMOTEO 4, 6-8. 16-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:
- Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
- ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
- ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.  
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
REFLEXIÓN
Para no caer en la tentación de practicar un modelo equivocado de comportamiento, el cristiano tiene que permanecer fiel a su creencia ayudado por la fe en Cristo. San Pablo nos enseña que debemos hacer nuestro trabajo de manera correcta, impulsados siempre por la esperanza de la venida. Nos recuerda que si damos la cara en defensa de esa creencia podemos encontrarnos con la desagradable sorpresa de ser incomprendidos y abandonados, a él ya le ocurrió, pero llegados hasta ese punto deberemos saber que ese será el momento de refugiarnos en nuestra fe y esperar confiados todo lo que nos sobrevenga por ello, aunque estemos en las puertas de la muerte, su caso. Ese será nuestro activo para presentarnos delante del Padre en ese momento.
En la adversidad, siempre deberemos de perdonar a quienes nos dieron la espalda, confiar en Dios y agradecerle lo que nos regaló.
A veces, los hombres no escuchan a Pablo y se sienten desatendidos por el Señor cuando no consiguen encontrar la respuesta a sus problemas, creen que Él no les escucha. Es todo lo contrario, siempre está escuchando nuestros lamentos y aplicándonos su justicia, la única que funciona de manera imparcial y sin favoritismos. Por eso no debemos de perder la buena costumbre de ORAR a diario para contarle durante ese tiempo de recogimiento los temas que nos preocupan.
Hoy nos enseña Jesús el camino de la ORACIÓN. Él oraba a diario varias veces y en solitario, alejado del lugar donde estaban los demás. No repetía oraciones preestablecidas por otras personas, nosotros sí solemos hacerlo, se limitaba a contarle al Padre sus preocupaciones y problemas. Como buen judío lo hacía de pie y mirando al frente, sólo cuando se retiró a orar en el huerto lo hizo postrado en el suelo y mirando al cielo.
Por desgracia, el modelo fariseo está bastante extendido, justificamos nuestros actos incorrectos y nos consideramos limpios de faltas, no queremos mirar con lupa en nuestro interior. Seguimos caminando por el sendero de las costumbres y no por el de la palabra de Dios, contenida en la Biblia.
La parábola refleja unos hechos de hace dos mil años y nosotros todavía no hemos aprendido por ella que al hombre lo podemos confundir pero al Padre no porque nos conoce muy bien.
Somos amantes de las oraciones bonitas que otros nos legaron y nos olvidamos de que eran el reflejo de su estado anímico en el momento de exponerlas y que nosotros le hablamos en otro diferente, por eso debemos tener nuestro estado propio y de ahí brotará la nuestra.
Éste será diferente en cada uno de los momentos en que nos acerquemos a Dios en ORACIÓN y por ello nunca podremos hacerlo con las mismas palabras.
Si ORAR es hablar con Dios… ¿Por qué no lo hacemos así?
Oremos siempre con espíritu humilde y agradeciéndole lo que nos ha regalado y regala.
Jesús nos enseña a vivir el mensaje con radicalidad, presenta dos modelos de oración contrapuestos y lo hace para que comprendamos que no debemos de equivocarnos al elegir el correcto.
Hoy he visto un vídeo en el que el Papa Francisco no se muerde la lengua, en él habla con claridad de lo que se debe de hacer en la IGLESIA y también señala a quienes ocasionan los males que padece la sociedad: “El PODER ECONÓMICO”.
Un clic en http://www.youtube.com/watch?v=JGbEHX3fmXY&feature=youtu.be.

                                                               

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