Colaboración de Paco Pérez
Cuando
se habla de modificaciones o cambios siempre hay posicionamientos ante lo que
se nos propone porque nos habituamos a los lugares, como ocurre en este caso, por
ello le tomamos mucho cariño, éste nos lleva a mirar al pasado y entonces se
nos ocasiona un sentimiento de nostalgia enorme. Cuando reaccionas te das
cuenta de que cambiar es bueno porque el anquilosamiento lleva a un estado de
inmovilidad y entonces el futuro queda limitado, inmediatamente te reciclas en
positivo y te alegras de ello porque por ahí vendrá mucho positivo.
Me
vinieron estas disquisiciones porque la mayor parte de mis 65 años de vida
están ligados al Colegio de nuestro
querido pueblo, Villargordo. Cuando
tenía muy pocos años tuve los primeros contactos con su zona de ubicación
porque mi padre, Luís Pérez Navarro,
era unos de los dos maestros que ejercían su profesión docente en una de las
dos primitivas aulas que se construyeron ahí.
Por
esa razón desde muy pequeño, cuando aún no estaba escolarizado, ese espacio me
resultaba muy familiar porque lo frecuentaba y esa es una edad en la que ya empieza
la persona a familiarizarse con los espacios, los hábitos, las fobias…
Esta
foto está tomada en los terrenos donde se ubicó después el bloque que ahora se va a
reconstruir.
En
definitiva, es una época que nos toca vivir a todos los humanos en planos
diferentes y cuya característica común es la indefinición del deseo o del
sentimiento. Aunque no sean iguales todas las vivencias sí que tienen un nexo
que les hace iguales o parecidas, recibir
algún poso de rechazo o de cariño que se nos queda adormecido
para el futuro y, en su momento, se olvidará o se presentará con virulencia. En
mi caso el rechazo era como fruto del no deseo de un algo por tener que estar
donde no quieres y haciendo lo que no te gusta, en clase y estudiando. Mi
suerte fue poder desechar ese sentimiento a tiempo, retornar al mundo de la
normalidad y recibir por ello el premio de la felicidad: olvido, ilusión,
búsqueda de tu camino, esfuerzo, lucha, enamoramiento, recogida del fruto
pudiendo trabajar, familia y asentamiento profesional en el Colegio de nuestro pueblo.
Mi
sentimiento de cariño hacia él arrancó en 1975,
año en que por unas circunstancias lamentables, un maestro se trasladó a otra
población y así fue como pude yo recalar aquí tan pronto.
Comenzamos
a residir dentro de su recinto y mi hijo Luís
Ángel tenía trece meses, Manuel
Antonio era en esas fechas un ilusionante proyecto que vio la luz en
febrero de 1976, unos meses después
de instalarnos.
La
vivienda era pequeña pero como todos sus ocupantes teníamos pocos años pues nos
sobraba para ser felices, además, desde las cinco de la tarde el concepto de
espacio cambiaba y quedaba sobredimensionado porque se iban los peques ajenos
con sus padres a casa y a nosotros nos quedaban unos patios enoooormes en los
que mis hijos dieron sus primeros pasos, sus primeras patadas a los balones o
sus primeros pinicos como conductores intrépidos en un automóvil de
plástico que le regalaron sus abuelos.
La
vivienda que ocupamos estaba ubicada en este edificio, el que se ha derribado
hace unos días. Con el paso de los años fue reconvertida y en ella estuvo
alojada la “Biblioteca Escolar”.
He
hablado de cariño estableciendo su inicio en 1975 y no meto en ese saco los
años que estuve como alumno porque ya sabéis que no le tenía mucho apego al
colegio. Hace una semana caminaba con Mari por la “Cañadilla” y, de manera casual, se confirmó esa animadversión mía
al cole. Nos paramos con Antonia, la
hija del difunto José “El gallo”, conversamos, ella recordó y
nos contó una historia de la que yo había oído hablar, unos niños eran los
protagonistas, pero nunca me contaron que
yo había sido uno de ellos.
Su
padre y mi abuelo eran muy amigos y, como era muy inseparable de mi abuelo pues
estuve presente en una de sus conversaciones con el padre de Antonia, en el transcurso de la misma José me preguntó por la escuela y yo le
respondí de esta guisa, según Antonia:
-
¡¡¡Tenían que morirse todos los maestros!!!
-
No digas eso, que tu padre es maestro – me recriminó José.
-
Él tenía que ser el primero -le
contesté.
Mi
querido padre también recaló en este Colegio
cuando en la primera ocasión que se le presentó se vino corriendo para el
terruño, en aquellos años las escuelas eran unitarias y estaban diseminadas por
el casco urbano, las dos aulas que tuve en mi niñez fueron las que dieron
origen al actual Colegio.
Aquí
fui alumno con mi padre, en “unitaria”,
y después con D. José Uceda, apodado
“El largo”, ya en “graduada”.
Unos
años más tarde se amplió con esta tercera
aula, la que fue regentada por D.
Antonio Cañas y en la que dando clase ayudó, fuera de horario escolar, a
muchos niños a estudiar el bachillerato por libre. Unos años más tarde, algunos
de esos alumnos, fuimos compañeros suyos en el mismo centro de trabajo en el
que él desempeñaba la labores de Director,
este cargo comenzó a funcionar cuando la organización pasó de unitarias a graduadas, y esa nueva
organización se denominó “Agrupación
Escolar Mixta”, mi padre fue su primer Director
y D. Antonio Cañas le relevó.
En
remodelaciones posteriores, y de manera escalonada, el Centro quedó edificado de manera definitiva.
¿Tengo motivos para sentir nostalgia del
pasado cuando contemplo esta devastación?
Creo
que sí y, lo afirmo, porque en esta historia de nostalgia personal entra la
familia pero no puedo olvidarme de los compañeros, de quienes empezaron como
compañeros y después pasaron a la categoría de amigos, de las distintas
promociones de niños que desfilaron por mis aulas y que al crecer los atendí
unos años después como padres y, como no, de esos padres tan maravillosos con
los que tuve un trato tan inolvidable.
Añorar es inevitable
pero razonar es necesario. Ahora me toca OLVIDAR
y así podré RAZONAR que de los
recuerdos no se vive y sí de las realidades, renovarse o morir.
Fui
informado por Ana Calles, el día 26,
del acto que se iba celebrar en nuestro querido Colegio al día siguiente. Éste consistiría en la colocación de la
primera piedra de las obras de remodelación del Centro, vendrían las autoridades provinciales y locales
pertinentes, representantes de los padres/madres, compañeros/as en activo,
viejos colegas y una representación de los alumnos/as.
El
día 27, a las 17:15 horas, estuve allí. Llegaron las personas anunciadas, a la Delegada los alumnos le entregaron un
ramo de flores, vinieron los saludos de rigor, pasamos al interior del recinto
vallado y dio comienzo al acto.
Lo
primero de todo fue la sorpresa que me causó el ver a unas personas con casco
blanco y a la mayoría desprotegidas…
¡¡¡Me asusté porque creí que algún peligro se
cernía sobre mi desprotegida testa blanca!!!
Estaba
junto a Lola Higueras, observó la impresión que me causaron los cascos y me
dijo estas palabras:
-
Tranquilo, no pasa nada pues lo que observas es una de las tantas escenificaciones
que, a diario, se representan en la vida.
-
Qué imbécil, no sé cuándo voy a aprender estas cosillas del día a día –le
contesté.
Configurada
la presidencia del acto se pasó a las palabras de rigor por parte de:
1º.-
Ana Calles, como Directora del
Centro, en representación de la comunidad escolar.
2º.-
Sebastián López, como Alcalde,
representando al municipio.
3º.-
Purificación Gálvez, Delegada del
Gobierno de Andalucía.
También
estuvieron en la presidencia del acto José Ángel Cifuentes, Delegado
Territorial de Educación, y Miguel ángel Jiménez, Concejal de Cultura.
El
arquitecto que ha diseñado los planos del proyecto nos explicó, sobre ellos,
todos los pormenores de su diseño y las dependencias que tendrán entrada en él.
Seguidamente
se pasó al protocolario acto de la colocación de la primera piedra del nuevo
edificio. Previamente José Ángel Cifuentes tomó una urna de material plástico y
pidió a los niños presentes que colocaran en su interior cualquier objeto,
sería la huella de ese día en el futuro.
Se
colocaron: un ejemplar del diario Jaén, monedas de varias clases, piedras… Una
vez cerrada, un operario de la empresa constructora la depositó en la oquedad
receptora.
A
continuación se procedió a cumplir con el protocolo de estos casos, aquí se
depositaron unas cuantas paletadas de tierra sobre la urna.
Finalmente,
como colofón del acto, los asistentes fueron invitados a pasar a la “Sala de profesores” para tomar café y
unos pasteles.
Yo,
me siente muy alegre y feliz porque ese día se diera el pistoletazo de salida a
un nuevo proyecto que ayudará a mejorar el desarrollo del trabajo en el C.E.I.P. “Francisco Badillo”.
Quiero
aprovechar esta oportunidad para felicitar a quienes con su insistencia
consiguieron que, por fin, las autoridades cumplieran sus promesas y éstas convertieran
en realidad ese día.
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