Colaboración de José Martínez Ramírez
A propósito de
un escrito publicado por Paco Pérez hace unas fechas:
¿Queda
alguien, aún, en este circo al que haya que decirle que el cielo es azul? ¿Verdad
que no?
Pues
no es azul, los humanos lo vemos de ese color.
¿Queda
alguien al que haya que decirle que en todos los colectivos hay amocafres?
Mi
querido profesor hablaba ese día de alguien que no podía defenderse bien
porque había palmado o era más viejo que
la humedad.
Es
posible que se quedara, respetuosamente, corto. Aunque también es posible que
estuviera equivocado.
Por
el hecho de que los ciudadanos lo vean así no quiere decir que fuese mala
gente. Hay que juzgar dentro del contexto, o sea la época y el entorno.
El
pueblo español, en esas fechas, era un pueblo rencoroso, embrutecido y muy
analfabeto, también TODOS sus colectivos.
En
aquella época un simple sargento le podía buscar la ruina a un subordinado.
Ahora se dice subordinado en el empleo, en esos tiempos, eras subordinado hasta
para respirar. Por cualquier minucia se destinaban a otro lugar, forzosos, a
los guardias o se les expulsaba del cuerpo, todo de un plumazo. Normalmente,
los matrimonios en general tenían muchos hijos, con la miseria económica que
ello conllevaba. Imagínense que, de un día para otro, ustedes de Villargordo
pasan a vivir a un pueblo de Guadalajara. La depresión de la mujer e hijos se
sufre doble. La que lleva el agente y la que le produce ver a sus seres
queridos con la cara más triste que Cristo. Todo ese estado de ánimo es posible
que fuera el causante del trato que este hombre le ofrecía al ciudadano. En fin,
sea como fuere, AQUELLO NUNCA MÁS. Creo que ese fue el lema de los que hicieron
la Transición. Los
que redactaron y aprobaron las leyes que, aún hoy, muchas siguen vigentes ya
que los humanos las necesitamos, dada nuestra escasa predisposición para
comportarnos.
Estos
juristas los votamos la turba democráticamente. Es el sistema menos malo de
gobierno que conocemos. O sea, que estamos de acuerdo. Hasta que nos sacan cien
euros y menos tres puntos por no llevar el cinturón. Entonces llegan los
insultos para el denunciante y sus compañeros, por supuesto que a traición, y
por la espalda. De noche, en cuadrilla y con alevosía. Con más mala leche que
un cepo. Igual que las balas y las bombas que han causado varios centenares de
héroes en este país o nación. A ver si acaban los tiempos de hacer héroes y
llega el de ser ciudadanos, sin sobresaltos.
Por
poner un ejemplo: Una persona, en una ciudad, estaba acostumbrada a conducir
sin carnet y lo hizo durante varios
años. La Benemérita
de ese puesto lo sabía pero no cumplieron con su obligación de denunciarlo.
Veinticinco años más tarde le endiñaron dos por el cinturón o sea doscientos
eurones y menos seis puntos. La lindeza más exquisita que les dedicó fue hijos
de putas, por supuesto que por la espalda.
¿Queda alguien aún en este circo al que haya
que decirle que el cielo es azul?
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