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martes, 10 de junio de 2014

DAMAS DE NOCHE II

Colaboración de José Martínez Ramírez                      
VIAJANDO

Aquella que en la barra del bar de un tren,
tomaba ron, cola y por la risa de su escote,
se le escapaba, sin querer entre el  vaivén,
la palabra acompáñame, nene, en este trote.

Aquella que en un barco, en la ría de Santander,
escuchaba a Sabina y oteaba el horizonte.
Mecida por el viento y las olas me dijo, ven.
Y yo, la acompañé y hablamos de Don Quijote.

Al salir del excusado me dijo que era de Jaén.
Qué extraño, verdad, que este barco aún flote.
Nos regalamos fluidos, vestía un blanco satén.
Le pedí su teléfono, no me dijo ni el nombre.

Aquella, en la barra de un pub, me dijo… ¿A quién?
Te espero a ti y cambiamos en tren a Chicote.
Luego volvimos a la playa de Bilbao, en un andén,
se despidió, no me olvides mi vida, y me dio un besote.

A Rosa, Mari Carmen, de América era Zoé.
Pura, Lola, Mari, como olvidar a Rosa Conde.
Aquellas de nombre bíblico, Raquel y Salomé.
Y, con las que nunca compartí el nombre.








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