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domingo, 27 de julio de 2014

EL MEJOR TESORO, EL REINO

Colaboración de Paco Pérez
TEXTOS
1 REYES 3, 5. 7-12
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo:
- Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón:

- Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?

Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo:
- Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.
 
ROMANOS 8, 28-30

Hermanos:

Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio.
A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos.
A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.

MATEO 13, 44-52     
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

- El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.

El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.   
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto?

Ellos le contestaron:

- Sí.
Él les dijo:
- Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.  

REFLEXIÓN
Para que el hombre haga cosas buenas es necesario que comience por amar al Padre y, una vez conseguido el primer paso, ya estará en condiciones de hacer el bien a los demás.
Quienes fueron elegidos por Él ya vienen predestinados, formarán otra categoría diferente, serán los hermanos espirituales de Jesús y alcanzarán el Reino.
Partiendo de este planteamiento de San Pablo, cuando el hombre se encuentre a diario con situaciones en las que tiene que analizar los hechos y después tomar decisiones difíciles por lo complicadas que son, en esos momentos necesitará tener el espíritu templado y la mente serena para no equivocarse y acertar con la decisión. Cuando cumplen el plan del Padre triunfan.
Si a quienes corresponde tomarlas, los que rigen nuestros destinos, no reúnen esas condiciones entonces se dejarán llevar por los intereses que no corresponde, el éxito no les acompañará en sus decisiones y, como consecuencia lógica, los gobernados pagaremos las consecuencias de sus malas actuaciones.
Salomón, ejemplo de equilibrio, cuando recibió la llamada de Dios era muy joven pero comprendió muy bien qué era lo importante de la vida y qué lo secundario. Estuvo muy acertado al pedir porque no se guió al hacerlo por los intereses egoístas del dirigente y sí pidió lo que realmente necesitaba él para no fallarle a la ciudadanía.
Dios, que nos conoce bien, escuchará nuestras peticiones cuando  procedamos como Salomón, con equilibrio.
Él, supongo, quiere personas preparadas y comprometidas con la bondad, con la capacidad de escuchar, con la justicia…
El cristiano, ante esa realidad, tiene una gran responsabilidad como caminante y lo debe hacer por donde le indicó Jesús. Es un camino sencillo y difícil a la vez, practicar el amor a Dios y al prójimo, pues de hacerlo no se perderá nunca y caminará hasta el Reino de los Cielos y allí podrá encontrarse con el Padre.
No debemos escatimar esfuerzos ni sacrificios para conseguir lo que buscamos porque no podemos olvidar que de no hacerlo le fallaremos y entonces nos ocurrirá como en la escena del pescador, si no estamos catalogados como hombres buenos que hemos cumplido nuestra misión terrenal entonces seremos separados, arrojados al lugar no deseado y padeceremos de manera permanente el sufrimiento de no poder acceder a la presencia de Dios.
En estas parábolas se nos enseña una versión contraria de cierto comportamiento humano, el EGOISMO. Los egoístas, todos los movimientos que hacen a diario están encaminados a conseguir más bienes materiales. Éste modelo de comportamiento no es recomendable en los menesteres humanos porque nos lleva a luchar para acaparar más riquezas.
Hoy se nos muestra un modelo de EGOISMO diferente, éste sí es bueno porque se trata de luchar por conseguir el tesoro más grande, el REINO.
Al atardecer de nuestras vidas la red barredera del Padre actuará y entonces deberemos llevar nuestra mochila muy llena de lo que hemos dado a los demás, es el único bien que se nos permite llevar cuando viajemos hacia el Padre, las propiedades materiales no pasarán por la aduana del Reino.

Hoy se nos recomienda proceder como Salomón, pediremos lo que nos ayude a ser justos y entonces pondremos al servicio de los demás los tesoros que llevamos escondidos en nuestro interior.

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