EN “SAN MARCOS-99”
Colaboración de José Martínez Ramírez
contemplando
tus ojos,
tu
mirada a veces perdida
para
mí la robo,
sin
que te des cuenta.
La
lluvia lenta caída
me
hace recordar aquel otoño,
primavera
de celinda,
cielo
de verano tus ojos.
Una
lágrima por mi mejilla
que
llega tarde, lo sé,
muy
tarde, demasiado,
pudo
ser y no fue.
Cada
vez que te veo prendida
de
ese duende que posees,
siento
mi alma vibrar, poseída
de
un cariño infinito a ti, mujer.
Pero
no te das cuenta
porque
ya es tarde, lo sé.
Me
queda niña tu risa,
tu
recuerdo precioso,
y
cómplices las suaves brisas.
El
tiempo no lo borra todo.
Tu
mirada fija, precisa,
al
vacío lo torna precioso.
Me
ignoras etérea y concisa,
pureza
divina tus ojos.
La
luna espejea y te mira,
el
río, llora celoso;
no
puede darse más prisa
pues
tus ojos lo frenan todo.
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