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domingo, 24 de mayo de 2015

PENTECOSTÉS

Colaboración de Paco Pérez


En el libro de los Hechos de los Apóstoles se puede comprobar el desarrollo expansivo que va experimentando la divulgación de la Palabra de Dios, esta acción se debe, fundamentalmente, a la fuerza del Espíritu Santo, Él es el verdadero realizador del “Plan de Dios” sobre los hombres. La acción del Espíritu de Dios actúa en Felipe, Pedro y Pablo para ir más allá de la “obra de Jesús”, los cambió de manera radical y los empujó a dar testimonio de lo que Él hizo y dijo. Así fue como también se produjo un cambio radical en las gentes y gracias a él se pasó desde “un comportamiento religioso muy particular y tradicional”, el practicado con el judaísmo, a otro “diferente y universal”, el que enseñaba a los gentiles qué era la Iglesia que fundó Jesús.
Con esta forma sencilla el “Plan de Dios” se abrió paso con fuerza y la acción misionera ya no se detuvo… ¿Por qué? Porque la persecución que se inició en Jerusalén contra los seguidores de Jesús se tornó de “terrible desgracia” en “camino” pues se dispersaron por las comarcas de Judea y Samaría, menos los apóstoles. Los que salieron de Jerusalén, fueron los primeros misioneros y estaban tan llenos de fuerza y muy seguros de su mensaje, tanto, que convencieron a las gentes de los lugares que antes fueron hostiles a la Palabra. Hay que resaltar que todos actuaban en sintonía con los apóstoles, estos tenían la función de garantizar que la actuación misionera siempre respetara la fidelidad al proyecto de Jesús.

El Espíritu Santo rompió los moldes religiosos habituales, éstos eran cómodos y poco racionales. Con su venida, los hay que ven la luz de la verdad pronto y otros después pero la esencia está en que cuando la veían tomaban una fuerza tan grande que ya no podían ser silenciados, sólo lo conseguían si les daban muerte. El ejemplo claro de esta transformación está en los acontecimientos que rodean la “conversión de Cornelio”. Este acontecimiento tiene unas miras mucho más amplias que el hecho en sí porque, aunque es verdad que él se convierte, su decisión tiene una doble importancia, su conversión es la de Pedro. Éste, aunque seguía a Jesús, era un judío fiel que no aceptaba que los gentiles entraran en el cristianismo, Cornelio lo era. El debate de si Cornelio debía o no de ser aceptado le hizo ver la LUZ de la universalidad del mensaje de Jesús y, consecuentemente, abrazar sin miedo y con decisión la misión evangelizadora que les encomendó Jesús y que iniciaron los que abandonaron Jerusalén cuando se inició la persecución, Felipe fue uno de ellos.




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