Colaboración de Paco Pérez
En
las relaciones que mantenemos con los vecinos de nuestro entorno, hemos
escuchado en más de una ocasión
expresiones que nos servían para calificar a otras personas de una determinada
edad como jóvenes, adultos, mayores, abuelos, ancianos o viejos.
Un
día caminaba con Mari por la calle Ramón y Cajal de nuestro pueblo y una señora
que iba a nuestro lado lo hacía con su hijo de muy pocos años, ésta vio venir al
suegro y le dijo al pequeño:
-
José, por ahí viene el abuelo, dale un beso.
El
niño se descuadró y le respondió a su madre con malas formas antes de que el
abuelo llegara hasta él:
-
¡¡¡Yo no le doy un beso a ese “viejo”!!!
En
otra ocasión, una mañana me detuve con los paisanos que suelen estar sentados
en los bancos de nuestro querido “Paseo”
y, en la conversación que tenían, uno salió por los “Cerros de Úbeda” durante el debate y nos dejó perplejos, lo
consiguió porque no esperó a las posibles respuestas que podía recibir de los
demás y se marchó con su cartón bajo el brazo a otro banco. Un silencio
sepulcral se apoderó del grupo y, cuando el presunto ofendido ya estuvo
instalado en otro banco, un tertuliano rompió el silencio para disculparlo:
-
No hay que hacerle caso, ya sabéis cómo es y, además, también se le junta que está
muy “mayor” y que ya chochea más de
la cuenta.
Las
personas hablamos de otros con demasiada facilidad y les adjudicamos apelativos
que pueden corresponderles, o no, sin conocer a fondo cómo son, piensan,
actúan, se comportan o viven. Este fallo está tan instalado en la sociedad de
nuestros días que con suma facilidad introducimos las palabras “viejo” o “mayor” para sentenciar cómo están o son nuestros vecinos de edad avanzada.
Cuando
dejas de ser joven ya transitas a caballo, y de manera veloz, por los límites
de las palabras mencionadas anteriormente y un día comienzas a verle las orejas
al lobo porque te has jubilado y sabes
que ya, más pronto que tarde, la salud te hará ayudarte del bastón o del
andador para caminar, que también tendrás que llevar un cartón bajo el brazo cuando
visites “El Paseo” para que el metal
de los bancos no le regale a tus cachetes una ración innecesaria de calor o
frío… Podría seguir añadiendo “saberes”
pero no lo haré porque, ahora, lo más importante es comentar este tema y profundizar
un poco, sin salirnos de él, en lo que no sabemos… ¡¡¡Vamos a dar juntos ese paso!!!
Es
muy importante reseñar que no es igual ser “viejo” que “mayor”, que
partiendo de ahí os mostraré las diferencias con las conclusiones a que han
llegado las personas expertas en la materia y yo, subido al carro del
atrevimiento, les añadiré unas reflexiones muy personales. En verde los
planteamientos ajenos:
1.- Mayor es quien tiene mucha edad, viejo es quien perdió la jovialidad.
Viejo puede ser una
persona joven o de mediana edad que haya perdido la “alegría” y, consecuentemente, el “buen humor”. Por el contrario una
persona de muchos años puede ser mayor
pero se siente joven y hace cosas impropias de su edad.
La
edad nos causa el debilitamiento de los
órganos y la vejez produce el
deterioro del espíritu. En el primer caso, a mi entender, no hay mucho que
hacer pero en el segundo con ayudas e ilusión tal vez se logre una
normalización del comportamiento o, en el peor de los casos, una sensible
mejoría.
2.- Eres mayor cuando te preguntas… ¿Vale la
pena? Eres viejo cuando, sin
pensártelo dos veces, respondes… ¡¡¡No!!!
El
mayor responde afirmativamente, se
ilusiona con la propuesta recibida o pensada y comienza a elaborar proyectos
para cuando se levante al día siguiente, siempre está en acción. El viejo dice no, se sienta frente al
televisor y espera a que llegue la noche para acostarse.
3.- Eres mayor cuando sueñas; eres viejo cuando apenas consigues dormir.
Hay
quienes rechazan soñar porque dicen que los sueños son eso, sueños. Opinan así
los que, sin serlo, son viejos. También
lo son quienes se casaron con la mujer de sus sueños pero un tiempo después entraron
un día en un juzgado muy despiertos y salieron separados, desde ese día sueñan
todas las noches que los han dejado sin un euro, se despiertan muchas veces por
ello y no consiguen dormir bien.
No
obstante hay que ser sensatos y recordar a esos señores que no son viejos, que deberán abandonar ese
pensamiento, que para ello tendrán que volver a soñar y que lo harán desde la
serenidad que suelen tener los mayores
como fruto de la edad.
4.- Eres mayor cuando todavía aprendes; eres viejo cuando ya no enseñas.
Hace
ya muchos años, cuando en nuestro pueblo sólo había carros y yo era un niño, presencié
en más de una ocasión una escena curiosa en la calle “El embudo”, hoy “14 de Abril”.
Me crie en esa calle y por eso recuerdo que en el invierno se salían a la calle
los vecinos con sus sillas para tomar el sol y formar un corro alrededor de una
señora muy avanzada en años, era conocida como “La Estebana”. Esta señora, sin gafas a pesar de sus años, les leía
en un libro muy grueso y los reunidos escuchaban atentamente.
Esa
señora con muchos años era mayor
porque leía mucho, aprendía a diario y les enseñaba el amor a los libros. Los
jóvenes eran viejos porque estaban
como las crías de gorrión en su nido, esperando sentados y con la boca abierta que
ella les alimentara a diario su interés por la cultura.
5.- Eres mayor cuando consigues hacer
ejercicios; eres viejo cuando pasas
la mayor parte de tu tiempo sentado o acostado.
Yo
soy mayor y camino a diario pero no
estoy de acuerdo con la totalidad del texto planteado porque los problemas de
salud incómodos o serios aparecen en este colectivo a esas edades y les afectan
a la inmensa mayoría, los que tienen una salud envidiable son minoría. Discrepo,
porque es cierto que los achaques impiden a muchas personas hacer ejercicio,
aunque deseen hacerlo, y eso les hace vivir limitados, recluidos en casa y
frecuentando más de lo aconsejable el sillón.
Sí
es válido para quienes no aceptan, o no comprenden, que la sintomatología que
les afecta es la derivada del DNI; cuando se refugian en el hábito de ir y
venir al centro de salud para buscar la pócima mágica y para los que viven tan
apocados que no salen ni al tranquillo de la puerta porque el peor problema que
les afecta es que han amoldado su mente a la idea de que son unos trastes
viejos… ¡¡¡Éstos son los viejos del
caso, para mí!!!
6.- Eres mayor cuando el día que comienza es
único; eres viejo cuando todos los
días son iguales.
Un
ejemplo perfecto de mayor para este
apartado fue el comportamiento del inolvidable Juan Cañas “Canuto”. No he conocido a nadie que se ajuste con más
precisión al requisito de convertirlo todo en “único”. Cuando iba de vacaciones a Nerja se levantaba muy temprano y lo exploraba todo, al día
siguiente de llegar ya sabía del pueblo lo que no habíamos aprendido algunos
durante años. Por esta capacidad suya pasamos unas veladas nocturnas muy
agradables bailando las piezas inolvidables que un meloso italiano nos cantaba,
acompañándose al piano, en los jardines de un establecimiento que estaba
ubicado junto a unos acantilados. Nosotros pasábamos todas las noches por la
puerta del establecimiento y cuando llegó él ya fuimos a bailar. Pueden
igualarlo pero superarlo no.
También
convertía en único el día que iba de viaje por necesidades de su profesión y
regresaba cargado con unos hermosos y ricos panes catetos para comerse de una
sentada uno de ellos con lo que fuera. Si feliz era al comprarlos más lo era
cuando llamaba a mi puerta para regalarme uno… ¡¡¡Ese cuadro era único y sólo
podía ser pintado con los pinceles de su ilusión inagotable y el arte de su generosidad enorme!!!
Para
él no hubo días iguales y, si los hubo, fueron al final pero no porque él se
propusiera que fueran iguales, no. En su caso se cumplió el… ¡¡¡Yo y mis circunstancias!!!
7.- Eres mayor cuando tu agenda tiene proyectos
y obligaciones para cumplir mañana, pasado o la semana que viene; eres viejo cuando tu agenda está en blanco y
solo vives pensando en el ayer.
Era
joven entonces y viví una experiencia que transformó mi vida, la reforma del “Sistema Educativo” que propuso el PSOE
a los maestros. Respondimos afirmativamente una minoría y por razones
diferentes: Los que tenían inquietudes de izquierdas; los que deseaban
colaborar en el proceso para ocupar después puestos que les permitieran abandonar
la escuela, lo que consiguieron, y los que sólo pretendíamos hacer mejor
nuestro trabajo.
Siempre
me alegraré de participar en el proceso porque me hizo elaborar, hasta que me
jubilé, proyectos para mejorarlo. Esta actitud me hizo estar ilusionado con el
trabajo hasta el último día y a entrar en el mundo de las nuevas tecnologías.
Estas
simientes arraigaron bien en mi interior y dieron sus frutos, trabajando y
jubilado. Ahora, gracias a las tecnologías que empecé a manejar en el trabajo y
a la forma con que enfoco la vida, os aseguro que tengo ocupadas todas las
horas que me dejan libres las obligaciones de la familia.
Por
eso creo no equivocarme si os afirmo que me considero mayor porque siempre miro
al futuro y que cuando lo hago hacia el pasado es para recordar a las personas
de nuestro pueblo que nos dejaron una huella imborrable.
8.- El mayor trata de renovarse cada día que
comienza; el viejo se detiene a
pensar que ese puede ser el último de sus días y se deprime, porque mientras el
mayor pone la vista en el horizonte,
donde sale el sol e ilumina sus esperanzas, el viejo siente que tiene cataratas que sólo le permiten ver las
sombras del ayer.
En
suma, el mayor puede tener la misma
edad cronológica del viejo; sus
diferencias están en el espíritu o en el corazón. Se puede ser mayor y nunca viejo o se puede ser joven
y de espíritu siempre viejo. El
mayor conserva su vitalidad, la
energía, el entusiasmo y se siente útil para su familia y para la
sociedad.
Hacer
ejercicio físico adecuado a cada edad es importante pero, a mi entender, lo mejor
es tener siempre ocupada la mente.
Creo
que ya está todo dicho y ahora lo que hay que hacer es meditar bien las
reflexiones expuestas en los ocho puntos.
El
proponerles este post está motivado en la sesión fotográfica que hice a unos
trabajos de Juanillo “El pintor” y en el PPS que me remitió Miguel
“El de Carchinilla”. Ambos son un
ejemplo vivo de personas MAYORES,
cada uno en su faceta y ambas distintas, que también cumplen los requisitos del
modelo recomendado.
Miguel se jubiló; reside
fuera de nuestro pueblo y, con el manejo de las nuevas tecnologías y las
maravillas de la virtualidad, viaja
con los PPS a los lugares más alejados del planeta; visita museos y, además, amplía
su cultura mediante la lectura de temas como el que acabáis de leer. También,
se comunica con sus amigos (entre los que me cuento) sin tener que usar la
típica carta de cuartilla, sobre y sello pues se ha vuelto cómodo y lo hace
mediante el correo electrónico o, si le entra el mono lector, abre el enlace de
alguna biblioteca digital y lee, sin pagar un euro, cualquier título literario
que se ofrezca en su escaparate a los visitantes.
Juan, como Miguel,
trabajó también fuera del terruño y cuando se jubiló regresó a Villargordo. Es también
un hombre hogareño pero por eso no consiente que sus olivas tengan hierba o que
los goteros no le rieguen de manera correcta y, al atardecer, visita la
cafetería para tomar café, charlar con los amigos y conocidos, leer la presa o
ver los partidos de fútbol. Cuando le queda en su programa de actividades un poco
de tiempo libre se encamina hasta el polígono industrial “Ponce” y allí se encierra en la nave de su propiedad, con los materiales y las
herramientas, para realizar una variedad de construcciones que después expone
al público.
En
la Navidad pasada cedió sus
construcciones al Ayuntamiento para
que se montara con ellas, en el Museo “Cerezo Moreno”, un belén y se mostrara
al público, teniendo una muy buena acogida.
En
el mes de mayo el gran amigo común, Ramón
“El pulpo”, me comentó que Juan ya tenía nuevas creaciones y que
teníamos que ir a fotografiarlas. El día 1 de junio estuvimos con él en la nave
y grabamos sus nuevas creaciones, ahora se las expongo y mi deseo es que les
agrade.
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