Colaboración de José Martínez Ramírez
Con las primeras lluvias del otoño gris
toma la aceituna un tono dorado.
El campesino ha quitado con ardid
las varetas y, con el cuerpo encorvado,
aún se ve alguno a lo lejos, de perfil.
las hileras quietas como tejas de albañil,
interminables, el suelo han techado.
con las hojas verdiblancas en su rozado.
Sus colores ocres suaves, su tono viril,
muestran el momento del vibrado.
y, en el horizonte, el cielo ahumado
nos dice dónde arde la leña y el serrín.
Donde el hombre, aún tiene su reinado.
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