Colaboración de Paco Pérez
Nadie ha visto a Dios y por eso no se le puede
representar mediante una obra plástica. Sí tiene voz, habló a Moisés en la
montaña para entregarle la ley por la que se tendrían que guiar los hombres.
La “Palabra”
creó el universo y, con el paso de los años, se hizo hombre y salvó a los
hombres. Toda esa realidad está sostenida y dirigida por la “Sabiduría” de Dios.
La “Palabra”
existe desde siempre, es anterior a todo y no hemos de entenderla como algo
creado porque es Dios. Se nos
muestra a diario en la creación, si logramos verla, así nos comunica quién es y
se nos revela, en la historia de la humanidad queda palpable esta realidad.
Todo fue creado y dirigido por la “Palabra”. Por todas partes podemos descubrir
sus huellas. En ellas está la “vida”
y la “luz verdadera” que ilumina a
toda persona que viene a este mundo y se acerca a Ella con amor, fe y humildad. La necesitamos para caminar hacia Él porque en el mundo hay también
tinieblas que nos entorpecen el caminar pero gracias a Ella “la luz brilla en las
tinieblas” para ayudar al hombre.
Con el transcurrir del tiempo, “la Palabra de Dios se hizo carne y habitó
entre nosotros”; nació Jesús como un hombre más; las personas no comprendieron
esa realidad y, como lo esperaban guerrero y fuerte, no aceptaron que fuera
Dios. Los judíos ni siquiera lo reconocieron, a pesar de que lo estaban
esperando desde hacía muchos años, y de que nos trajo la “gracia” y la “verdad”, que
es la “luz” para quienes buscan la “Palabra”.
En los mensajes de Jesús, en sus gestos y en lo
que hizo durante su vida terrenal nos encontramos con el Padre. Siguiendo su
ejemplo debemos aprender a mirar, a acoger, a defender, a amar, a perdonar a las
personas como lo hacía Él.
Si seguimos las enseñanzas de Jesús el Padre
guiará nuestros pasos para trabajar empujados por la esperanza de recibir, como
hijos de Dios que somos, la herencia a que tenemos derecho.
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