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martes, 16 de febrero de 2016

EL CORTIJO “TOCÓN”

Colaboración de Tomás Jiménez Mateos
Este poema lo recogí, de la tradición oral cortijera, el 16 de julio de 1981.
EL JURAMENTO
En una tarde de otoño,
allá por los años cincuenta,
Tocón y su hijo menor
toman el fresco en la puerta.
En la puerta del cortijo
y sentados en sus sillas,
el padre le dice al hijo…
¡Mira el cortijo “Porrilla”!

Ya se han llevado los palos
y ya se llevan las tejas,
igual le ocurrirá a éste
el día que yo me muera.

Con pena y con sentimiento
el hijo se levantó
y, tocando el hombro del padre,
de esta forma le contestó:

Mientras yo viva, te digo,
que éste no se va a caer
y, lo mismo que lo digo,
juro que lo cumpliré.

El padre miró a su hijo
con gran mirada de amor,
los dos se comprendieron
y ya nada más se habló.

En el año sesenta y cinco
yo, a Barcelona emigré,
pero no olvidé a mis padres
ni la promesa que hice.

A los seis meses, mi padre,
en Mengíbar se moría
y yo ya no lo pude ver,
porque llegué al otro día.

Cuando visité su tumba
pasó por mi pensamiento
aquella tarde de otoño,
cuando hice aquel juramento.

En el año setenta y nueve
fuimos en mi “cuatro latas”,
monté a mi hijo, a mi sobrino
y al mellizo de Zapata.

Al otro día, por la mañana,
a “Cabeza Gorda” yo iba
y vi que, si no se arreglaba,
el cortijo se caía.

Busqué a dos albañiles
y cargué en un camión
todo lo que allí falta hacía
y el cortijo se arregló.

Llevamos cemento y tejas,
y todo se reparó,
en un día del mes de Agosto
que hacía mucho calor.

Aunque es de piedra y barro
y es pequeño el edificio,
para mí, el valor que tiene
es que mi padre lo hizo.

A Paco, Concha y Asunción:
Os pido con sentimiento
que me ayudéis a cumplir,
con amor, mi juramento.

Para terminar, hermanos,
os pido de corazón
que mientras yo viva
vea en pie el cortijo “Tocón”.



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