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domingo, 20 de marzo de 2016

SEMANA SANTA 2.016. PREGÓN

Por D. Juan Antonio Martos Moreno
Capítulo I
SALUTACIÓN
Sr. Cura Párroco de Nuestra Señora de la Asunción, Sr. Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Villatorres, autoridades presentes,
Sr. Presidente de la Agrupación de Cofradías, Juntas de Gobierno, hermanos mayores, hermanos cofrades, vecinos, amigos de Villargordo y Torrequebradilla y a cuantos nos acompañan… 
¡Buenas noches a todos y bienvenidos!

No os miento si os digo que mi palabra aquí, esta noche, es un honor inmerecido, por eso quiero dedicar este Pregón de Semana Santa a todos los pobres, marginados y enfermos y que sean mis primeras palabras para nuestro “Padre Jesús de la Paz” en su entrada a Jerusalén, representado en este maravilloso Cartel de Semana Santa 2016.                                                                                              ¡Dios está aquí!
Siempre que hay reunidas dos o más personas en mi nombre, Yo estoy con ellas.
AGRADECIMIENTO
Quiero empezar agradeciendo a mis antecesores, la noble tarea de pregonar la Semana de Pasión; a nuestro querido José por sus elogios amables y por las exageradas palabras de afecto y cariño que ha tenido con mi persona, sé que le han salido de su bondad y de su gran corazón pero yo no lo merezco y, desde lo más profundo de mi corazón, a la Asociación de Cofradías, a su Presidente y al señor cura párroco por la confianza que han depositado en mí para realizar esta hermosa tarea de pregonar la Semana Santa villargordeña… ¡Gracias por confiar en mí, por vuestro estímulo y por vuestra ayuda
No puedo olvidarme de poner de manifiesto mi gratitud hacia toda la familia por su apoyo, en especial a mi esposa Matilde e hija María Valeria, y, como no, a mi tía Antonia, con la que me he criado y la que me ha inculcado todos mis valores cristianos y morales. Como no podía ser de otra manera, desde aquí, mando una oración a quienes de no tener la suerte de estar junto a Cristo en el cielo, sé que estarían sentados en la primera fila: Mis padres, mío tío Juan y mis dos grandes amigos, los que eran para mí como hermanos, Juanito “El Tropezón” y Francisquillo “El Caejo”. También a todos los hermanos de la Cofradía de la “Borriquilla” que hoy descansan junto a  Cristo: Gafillas, D. Andrés Padilla, José Calles, Avelino, Antonio “El gordo” y a todos los cofrades en general.
UN HONOR INMERECIDO Y ORGULLOSO DE PREGONARLO
Cuando me propusieron realizar el pregón dudé y todavía sigo dudando. Me asaltó este sentimiento porque soy el primer convencido, sinceramente convencido, de que carezco en absoluto de oratoria.  Opino así porque considero que me precedieron en este estrado otras personas mucho más preparadas que yo, pregoneros y pregoneras, todos muy cualificados y por eso espero estar de acertado  la décima parte de brillante que ellos.
Ante todas las dudas opté por preguntar su opinión a las personas más cercanas a mí, todos me animaron para que aceptara y por ello espero no defraudarlos. Espero que, con la bondad que me empujasteis ahora juzguéis mis defectos. Todo lo anterior y el amor que profeso a mi pueblo, vuestro pueblo, han hecho posible que suba al estrado a pronunciar este Pregón de Semana Santa.
Es para mí un gran orgullo, un honor, un reto y, al mismo tiempo, una gran responsabilidad el poder dirigirme a ustedes. Pido a “Jesús de la Paz” que me conceda la inspiración necesaria para saber hacer llegar mis palabras a vuestros corazones con toda nobleza, sencillez y humildad; para ello os hablaré desde el corazón, os visualizaré los hechos desde mi propia óptica y lo haré de una manera sencilla. Así es la tipología de pregón que os traigo esta noche.
LA PROBLEMÁTICA SOCIAL Y LA CUARESMA
Villargordo, con gran sentimiento y particular religiosidad, vive un año más la Cuaresma y se prepara para la Semana Santa.
Durante estos días pasamos del oscuro invierno a la radiante primavera gracias a las flores de los lirios del campo, de las amapolas, de las lacrimales yemas de azahar que lloran nuestras cepas… Todas ellas generan brisas vitales que, como una gigantesca explosión, inundan nuestras calles y plazas, nuestros patios y nuestros campos para perfumar con sus olores diversos nuestro entorno. Aires de  campiña y de sierra que nos traen tenues caricias de olivar ceniciento y aromas de tomillo y romero, para que, de un modo particular, volvamos a revivir el drama de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, con un espíritu de caridad, nobleza y humildad que debe reinar en todos los corazones cristianos.




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