Colaboración de Juan José Castillo Mata
Capítulo VIII y FINAL
ANÉCDOTA OCURRIDA POR REALIZAR ESTOS TRABAJOS
Quiero
contarles aquí, por esta afición a las miniaturas, la historia de un trabajo
que hice hace años. Lo que voy a recordar hoy ha salido desde el pasado porque
Paco Pérez lo conocía también y me lo sacó a relucir el día que tomó las fotos
de los trabajos publicados.
Lo
voy a exponer como homenaje a dos inolvidables amigos de verdad, lo fuimos
durante muchos años y ya no están con nosotros, me refiero al matrimonio que
formaron Juan Cañas “tororano” y Marina Martos.
Hace
tiempo solicité a “Confederación Hidrográfica del Guadalquivir” que me
adjudicará una casilla de “peones camineros”
que hay en Iznadiel y me la
concedieron con el compromiso por mi parte de que la conserváramos, todavía la
tenemos. Por esa razón la mayoría de los domingos y festivos nos íbamos allí y
nos lo pasábamos muy bien, unas veces íbamos los dos matrimonios solos y otras
con más. La mejor prueba de que nos divertíamos mucho está en que repetíamos
pues los que conocimos a Juan
sabemos bien que era único para la juerga.
Como
estábamos allí desde la mañana hasta la noche pues se me ocurrió la idea de
hacer un tablero de ajedrez y, con madera de olivo, tallé las piezas necesarias para jugar a las “damas”. Cuando lo acabé lo llevé y por la tarde, como era invierno
y hacía frío pues teníamos encendida una buena lumbre de palos, los dos nos
pusimos a jugar una partida de “damas” para inaugurar el tablero las nuevas
piezas que había hecho. Como todos sabemos muy bien cómo se las gastaba Juan con las polémicas pues ocurrió lo
que tenía que ocurrir, que discutimos por el juego.
La
partida estaba en un punto tal que a Juan
no le quedaba otra solución que rendirse y empezar otra nueva. Tuve necesidad
de ir al servicio y cuando regresé me encontré puestas las pizas de tal manera
que, de ganarla, pasé a tenerla que perder yo.
Al
ver la nueva posición de las piezas, como yo tengo también un carácter
especial, pues sin darle explicaciones cogí el tablero y las fichas con tal
decisión que los eché a la lumbre y, mientras lo hacía, le dije:
-
¡Ahora verás como no vamos a discutir más por el juego de “las damas”!
Mientras
veíamos como ardían el juego nos dio por reír y así fue cómo se acabó la
discusión.
Esta
fue una de las muchas historias que vivimos Rosa y yo junto a Juan y Marina.
Como
despedida quiero agradecer de corazón, a Paco
Pérez, la buena labor de divulgación que está haciendo en Internet de estos trabajos pues, sin lo
que él hace ahí, quedarían en el más completo anonimato. Amigo Paco, gracias.
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