Colaboración de Paco Pérez
Hoy
vamos a iniciar esta nueva categoría temática, “Los apodos”. Todos sabemos que éstos no son algo exclusivo de
Villargordo, los hay en todos los pueblos de España y, lo que los diferencia y
los hace únicos, son las peculiaridad propias del lugar y de los personajes a
los que se les puso en el momento histórico en que vivieron.
Espero
que se interprete la intención como lo que realmente se intenta conseguir al
publicarlos… ¡¡¡Que no caiga en el cajón
del olvido esta rama de nuestra cultura local!!!
Sería
un grave error pensar que buscamos reírnos de los personajes o rebajarles el
aprecio y el respeto que se les tiene en el pueblo, todo lo contrario.
Mi
agradecimiento sincero a las familias que, sin temor alguno, han aportado la
información y el material fotográfico que se les muestra. Unas veces irán con
fotos y otras no, todo dependerá de la buena disposición de ustedes, el mérito
será vuestro y yo sólo una herramienta útil para conseguir el fin.
Quiero
que, cuando pasen los años, se valore mejor lo que hoy se inicia y que se
recuerde por ello al promotor de esta idea, mi buen amigo, Ramón Albao
Carmona.
LOS PELAOS
Una
mañana, en la cafetería, Ramón me
preguntó:
-
¿Tú sabes cuál es el origen del apodo de la familia de mi mujer?
-
¿Cuál de ellos, los “pelaos” o los “guindillos”? –le pregunté.
–
Los “pelaos” –me aclaró.
–
Ni idea, jamás escuché el por qué se llama así a esta familia.
Ante
mi respuesta Ramón retomó el
protagonismo en el relato y dijo:
-
El que recibió ese apodo, por primera vez, fue el ABUELO de Ana María.
Como
eran seis hermanos y darles de comer cada día era una odisea para los padres pues
los niños, cuando llegaba la hora de echarle algo al estómago, ya montaban el
circo y cada uno le pedía a la madre una cosa diferente y, además, imposible
que pudiera dárselo. Por ejemplo: Pan con chorizo o salchichón, pan aceite con
azúcar o chocolate… La madre, como se sentía agobiada por la demanda de sus
pequeños y por las limitaciones tan grandes que había en la despensa de la
casa, intentaba solucionar el problema con una acción que pareciera a sus hijos
cómica y que, a su vez, les sirviera para comprender que no se le podían pedir
cosas imposibles de conceder. Ella lo solucionaba siempre igual, dándole un cariñoso
cogotazo al que pedía esas cosas imposibles.
Un
día, cuando le llegó el turno al abuelo de mi esposa, éste presenció lo que ya
le había sucedido a los otros hermanos y le dijo:
-
Yo quiero… ¡¡¡Pan pelao!!!
De
esta manera se fue librando de la caricia materna, un día sí y el otro también,
hasta que en uno de ellos se cabreo un hermano y le dijo:
-
¡¡¡Tú como siempre, “Pan pelao”!!!
Un
tiempo después, antes de que empezara la función uno de los hermanos dijo:
-
Mama, a nosotros unos “tolanos” y a éste lo de siempre, el “Pan pelao”.
Desde
ese momento el apodo se lo fueron repitiendo los hermanos, de ahí saltó a los
niños de la calle y, desde un tiempo después, la familia ya fue conocida en el
pueblo, y lo es todavía, como “Los
pelaos”.
Los
miembros de esta familia están muy contentos con su apodo y hay pruebas que lo
demuestran. Por ejemplo, Miguel Barriga Cobo:
Este
nieto ha sido el que me ha suministrado la foto del abuelo “Pan pelao” y, a su vez, me relató este
recuerdo:
Sabes
bien que estuve viviendo en Cataluña muchos años por razones laborales y, como
es lógico, allí también hicimos buenos amigos. Éstos, en dos ocasiones, decidieron
venir a visitarnos.
Antes
de seguir debo aclararte que, en aquellos años, todavía no estaban los móviles de
moda, eran muy pocas las casas que tenían teléfono y por eso ocurrió esta
conversación con ellos antes de que iniciáramos el viaje que todos los años
hacíamos en verano. Ellos, preocupados, me preguntaron:
-
Miguel, ¿cómo te localizamos cuando lleguemos
a tu pueblo?
–
Una vez que lleguéis a él preguntáis por “El
Paseo” y aparcáis. Allí siempre hay gente y, al primero que os encontréis,
le preguntáis:
-
¿Me puede decir dónde vive Miguel “El pelao”? -les contesté.
-
¿Ya está? –insistieron.
–
No os hará falta darles más datos míos, cualquiera del pueblo sabe dónde viven
“Los pelaos” que ahora viven en
Barcelona.
El
día que nos visitaron comprobaron que se cumplió lo que les dije y se quedaron
asombrados.
También
opina como Miguel su prima hermana Francisca Barriga Mateos, la que es conocida como Paquita “La pelá” o “La guindilla”.
Ésta me manifestó que a ella le gusta mucho que le llamen “Pelá” y que el mote de “Guindilla”
no le gusta tanto, prefiere que le llamen por el otro.
Pues,
ya lo saben señores, a respetar desde hoy el deseo de Paquita, está en su derecho.
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