Colaboración de Paco Pérez
Una
tarde, tomando café, coincidí con Blas
Castellano Calles “Pancho” e
intercambiamos opiniones sobre los últimos acontecimientos políticos y
futboleros de España. Ambos temas se agotaron pronto y, cuando nos íbamos a
separar, le propuse que me informara sobre el origen de “Pancho”, su popular apodo familiar.
Blas me relató el
por qué se lo habían puesto a su padre y, de pronto, me propuso que investigara
el origen del apodo de sus parientes “Los
Pelindos”, hasta ese momento no me había acordado de que éste también
existía.
Las casualidades hicieron, al día siguiente, que me encontrara con José Luís Castellano Feo, hijo de Blas Castellano “El Peli” y de Carmen Feo,
de ascendencia valenciana. Le comenté los hechos y entonces me relató el origen
del apodo “Pelindo”.
El
titular de tal sobrenombre fue su abuelo Antonio
Castellano Márquez “Antoñico”,
que estaba casado con María Dolores
Jiménez.
“Antoñico” trabajó con los Marqueses de Mondéjar como Guarda Mayor de las fincas que estos
señores tenían en Villargordo. Su
familia era conocida en el pueblo como los “Rizaos”, apodo impuesto porque tenían el pelo de color rubio,
ensortijado y con abundante pelambrera. A ella pertenecían, además de él, los “Panchos” y los “Avelinos” por parte de su madre, Emilia Lorite, y el parentesco era de primos hermanos.
La
señora marquesa, cada vez que trataba con Antoñico,
le manifestaba su admiración por el pelo tan bonito que tenía y se lo
comunicaba con estas palabras:
-
Antoñico… ¡¡¡Qué pelo más lindo tiene usted!!!
Como
ella se lo decía en privado y en público pues los jornaleros escucharon sus
palabras en más de una ocasión. Por esa circunstancia, un día en el que
hablaban dos de ellos, uno le preguntó al aperaor:
-
¿De dónde vienes ahora?
–
De hablar con Antoñico “Pelo Lindo”, me ha mandado llamar.
-
¿Quién es ese? –le preguntó al aperaor.
–
Pues el Guarda Mayor de los
marqueses, así es como le llama la señora marquesa.
-
¿Qué quiere ahora?
–
Que mañana comencemos con el arado de las olivas.
Así
fue cómo se popularizó entre los empleados de los marqueses el apodo de “Pelo Lindo” y con el paso del tiempo, por
la particular forma que tenemos los andaluces de hablar, comenzaron a
pronunciar fusionadas ambas palabras, entonces ya dejaron de llamarle “Pelo Lindo” y pasó a conocerse como “Pelindo”.
Más
adelante se redujo el apodo aún más, ocurrió cuando a su hijo Blas Castellano Jiménez los amigos comenzaron a llamarlo Blas “El Peli”.
Juan Vicente “Peluca” me comentó que hubo un tiempo
en el que pasar por el paraje
villargordeño conocido con el nombre de “Piedra
de la Caja”, situada en el Cerro
Jaén y muy próxima al Camino de
Almenara, era un problema porque aparecía un fantasma que tenía asustados a
los hombres del pueblo que pasaban por el lugar cuando venían al atardecer, “a excusas”, de los cortijos de Almenara. Éstos lo hacían después de dar de mano, traían el
tiempo justo de asearse, se cambiaban de ropa y dormían en sus casas. Al día
siguiente se levantaban de noche para regresar al cortijo y estar allí a la
hora de empezar a trabajar.
Cuando
llegaban a ese lugar todos pasaban con recelo, al venir o al regresar, porque
conocían de otros lo que les había pasado, es decir, sabían que se repetía la
aparición de un fantasma con vestimenta blanca, voces profundas y ruido de
cadenas. El fantasma salía al encuentro del caminante, hacía ruido con las
cadenas y les daba voces ahuecando la voz. El caminante que por allí pasaba al
anochecer era porque estaba reventado de trabajar todo el día, si venía de Almenara, y necesitaba venir a su casa.
Al escuchar el circo se daba media vuelta y regresaba de nuevo al cortijo; lo
hacía más bien al trote que andando y no se le ocurría mirar hacia atrás para
no tropezar y caer, pues el fantasma cogerlo si estaba cerca. Si la aparición
ocurría cuando regresaba de madrugada, muerto de hambre para comerse las
migas, engancharse a trabajar y ganar el
jornal que tanto necesitaba, entonces la carrera se la daba hasta su casa, se
perdía las migas y ese día ya no podía trabajar. Cuando las luces del día
hacían su aparición entonces ya circulaba por allí la gente, el fantasma se
acostaba y el jornalero regresaba a la cortijada.
Parece
ser que un tiempo después de haberse convertido en un personaje célebre se
descubrió quién era “El Fantasma de la
Piedra la Caja”, nada más y nada menos, que el respetado Guarda Mayor de los señores “Marqueses de Modéjar”, Antonio Castellano Márquez “Rizado”, “Pelo Lindo” o “Pelindo”.
Las leyendas no son más que eso historias populares sin ninguna base real a las que es difícil ligar con nombres propios y menos aún atribuirles hechos poco creíbles. Pero en cualquier caso,cuando se refiere a una persona en concreto hay que documentarse mejor y no darle una identidad que no tiene:Antonio Castellano Gámez(no Márquez).
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