Colaboración de Paco Pérez
ESTAREMOS DESPIERTOS Y VIGILANTES
Es
un tiempo en el que debemos prepararnos para la celebración del “Nacimiento de Cristo” y lo haremos
durante los cuatro domingos anteriores a la Navidad. Se interpreta como un tiempo
de oración y de reflexión impregnado de esperanza, arrepentimiento, perdón
y alegría.
Durante
él se coloca en las iglesias y en los hogares una corona elaborada con ramas
de pino, se le llama “Corona de
Adviento”, y va acompañada de cuatro velas, una por cada domingo. A
cada una de ellas se le tiene asignada la
virtud que debemos mejorar en cada semana: el amor, la paz, la tolerancia y la fe.
Bastantes
años antes de Jesús, Isaías anunció
al pueblo su venida y lo hizo hablándoles de un futuro mejor en el que los
hombres deberían tomar parte activa en la construcción de ese tiempo para que así
la paz se instalara en la sociedad, se consiguiera cambiar la actuación y, donde
hubiera guerra, floreciera el entendimiento y la concordia entre los hombres.
Pasaron
los años y Pablo les habló en unos
términos más entendibles, les comparó las vivencias que solemos experimentar mientras
dormimos con la realidad que debemos abordar al despertarnos en nuestro día a día
por estar insertados en la sociedad. Durante el sueño podemos vivir irrealmente
situaciones ideales o terribles que se desvanecerán al abrir los ojos con el
nuevo día y entonces nos topamos de frente con las situaciones de desigualdad
que afectan a las capas humanas más desfavorecidas de nuestro entorno… ¿Qué
hacer ante esa realidad?
Seguir
caminando sin descuidarnos y,
mientras lo hacemos, lucharemos para que cambien esas situaciones de injusticia
con las armas de la verdad, la justicia, el amor, la ayuda mutua… Si hacemos
cosas en esa línea estaremos preparados a tiempo para cuando nos llegue el
momento de rendir cuentas ante Él.
A
los discípulos les preocupaba cómo y cuándo tendría lugar el momento final de
su venida y Él no les respondió en términos exactos sino que lo hizo
remitiéndolos a lo que sucedió con el “diluvio”
en tiempos de Noé a las personas de
su tiempo. Aquellos no estuvieron
vigilantes, vivieron atrapados en las bondades del día a día, se
despreocuparon de laborar para que la convivencia fuera justa, no supieron comprender qué debían hacer como hijos de
Dios y vivieron dejándose arrastrar por las aguas de los placeres terrenales.
Con
este ejemplo el hombre, una vez más, recibió de Jesús el consejo de “estar
alertas” ante ese inesperado momento
y como es lógico, lo sensato es no olvidarlo y cumplir a diario con lo que Dios
nos pide pues, de hacerlo así, lograremos dormir tranquilos por la noche.
En
nuestros días “estar vigilantes” no consiste
en visitar los templos para escuchar sermones muy meditados y bonitos sino en
patear nuestro entorno para conocer de cerca las necesidades de las personas, ahí
es donde Jesús está pidiendo a gritos nuestra ayuda para los que sufren. Una forma
sencilla de conseguir algo bueno sería no teniendo
un consumismo grande y sustituirlo por unas compras sencillas, de hacerlo así
podríamos ayudar a quienes nada tienen.
La
celebración de la Navidad arranca en
el siglo IV y, hasta esa época, los
cristianos no celebraban el “Nacimiento
de Jesús. Comenzó para celebrar
el aniversario de tal acontecimiento y, de paso, para combatir las fiestas paganas que entonces se celebran el 25 de diciembre, en Roma, y el 6 de Enero, en Egipto. En estas fechas,
desde entonces, se proclama la fe de la Iglesia
en la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios.
Esta
costumbre arrancó en Francia y España y en el siglo VII, aproximadamente, se extendió a Roma y así fue como nació el “tiempo litúrgico de Adviento”.
REFLEXIONES FINALES
1.-
A Jesús no lo vemos porque no lo
amamos suficientemente y así lo que hacemos es apartarlo de nosotros.
2.-
Nos acercamos a Él cuando nos
acercamos a los demás.
3.-
El Reino es de los que se
comprometen y los que no, quedamos fuera.
4.-
No tenemos certeza sobre la hora y lo que nos espera allá pero sí sabemos que
vamos a nuestra casa.
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