Colaboración de Paco Pérez
Hoy,
nos recuerda la Iglesia que Cristo subió a los cielos pero… ¿Tenemos una idea
real de lo qué es el Cielo?
Cuando
lo mencionemos deberemos hacerlo mediante el uso de terminologías y
diferenciaciones que nos permitan comunicar con claridad a qué nos
referimos. Que cada cual lo haga como estime oportuno, yo os propongo estos dos
formatos:
-
Donde se encuentran las galaxias, las estrellas, los planetas… ¡¡¡Y quién sabe
cuántos elementos celestes más!!!
–
Aquel del que tenemos información por quienes nos dijeron dónde está Dios. Por
ejemplo; en 1 Tim 6, 16 está
escrito: [… habita en una luz
inaccesible,…].
Lector…
¿Cuál es, para ti, la que tiene más posibilidades de ser cierta, aplicando el
sentido común?
El
hombre, en los temas de Dios, no siempre ve con claridad el mensaje y por eso,
a veces, necesita palpar las cosas para comprenderlas y aceptarlas; con el Cielo le pasa igual y por eso cuando
reza en el interior del templo o al aire libre… ¿Qué suele hacer?
Eleva
la mirada hacia el lugar donde brillan las estrellas y practica así porque desde
hace muchos años el concepto que nos inculcaron de él lo ubica ahí. Pasan los
años, nuestra comprensión mejora y las enseñanzas sobre el mismo tema también, ahora
se nos dice que no debemos entenderlo como un “lugar de llegada y final de trayecto” en el que estaremos mejor. Con
este planteamiento actual se nos
presenta “El Cielo de la fe”, es
decir, algo no tangible pero que sí está y, la verdad, yo considero que tiene
más sentido que el anterior pues se nos afirma que “iremos hasta una situación nueva en la que seremos transformados”,
supongo que para ello deberemos vivir aquí siguiendo las enseñanzas del Maestro. Ahí no nos toparemos con los
elementos que nos agobian a diario aquí: El tiempo, la distancia, el espacio...
Cuando
Cristo vino abandonó lo desconocido, la aspiración humana de quienes creen, lo que
está fuera del alcance de nuestras posibilidades mentales. Un tiempo después
ocurrió el hecho extraordinario de la Ascensión,
por ella Cristo regresó a donde
estaba, se instaló en “El Cielo de la fe”
y allí nos espera para acogernos. Insisto, supongo que lo hará si cumplimos aquí
lo que se nos enseña en HECHOS: 1, 1-2: [En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo
lo que Jesús fue “haciendo y enseñando” hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había
escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.].
Afirmar
o negar el hecho que nos ocupa no es el camino de los cristianos y por eso considero
que lo importante del acontecimiento es que lógicamente, cuando nos vamos de
viaje es por algo pero después, cuando hemos acabado de hacer lo que motivó
nuestra marcha, regresamos de nuevo a casa. Luego, si Cristo vivía junto al
Padre y el Espíritu Santo en “El Cielo
de la fe”, es lógico que cuando acabó su misión terrenal con los deberes
bien hechos pues que regresara de nuevo junto a ellos.
Él
nos enseñó lo que debemos hacer, lo afirmo de nuevo, y ahora somos nosotros quienes
tenemos que poner en marcha nuestra respuesta para hacer los nuestros…
¿Queremos viajar después junto a Él?
Queda
claro que mirar al cielo es necesario pero también habrá que mirar primero
hacia quienes caminan a nuestro lado con problemas, la tarea más complicada de
cumplir, y después de hacer esos deberes será el momento de mirar hacia el
Cielo para ofrecer nuestros actos y pedir perdón cada día que nos levantemos…
¿Procedemos así?
Como despedida, os propongo leer una parte del Evangelio de hoy. Lo hago
para reforzar el mensaje de Jesús sobre lo que debemos hacer, está en MATEO 28,18-20:
[Se me ha dado todo poder en el cielo y en
la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar
todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo.].
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