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domingo, 28 de mayo de 2017

LA ASCENSIÓN

Colaboración de Paco Pérez

Hoy, nos recuerda la Iglesia que Cristo subió a los cielos pero… ¿Tenemos una idea real de lo qué es el Cielo?
Cuando lo mencionemos deberemos hacerlo mediante el uso de terminologías y diferenciaciones que nos permitan comunicar con claridad a qué nos referimos. Que cada cual lo haga como estime oportuno, yo os propongo estos dos formatos:
- Donde se encuentran las galaxias, las estrellas, los planetas… ¡¡¡Y quién sabe cuántos elementos celestes más!!!
– Aquel del que tenemos información por quienes nos dijeron dónde está Dios. Por ejemplo; en 1 Tim 6, 16 está escrito: [… habita en una luz inaccesible,…].
Lector… ¿Cuál es, para ti, la que tiene más posibilidades de ser cierta, aplicando el sentido común?

El hombre, en los temas de Dios, no siempre ve con claridad el mensaje y por eso, a veces, necesita palpar las cosas para comprenderlas y aceptarlas; con el Cielo le pasa igual y por eso cuando reza en el interior del templo o al aire libre… ¿Qué suele hacer?
Eleva la mirada hacia el lugar donde brillan las estrellas y practica así porque desde hace muchos años el concepto que nos inculcaron de él lo ubica ahí. Pasan los años, nuestra comprensión mejora y las enseñanzas sobre el mismo tema también, ahora se nos dice que no debemos entenderlo como un “lugar de llegada y final de trayecto” en el que estaremos mejor. Con este planteamiento  actual se nos presenta “El Cielo de la fe”, es decir, algo no tangible pero que sí está y, la verdad, yo considero que tiene más sentido que el anterior pues se nos afirma que “iremos hasta una situación nueva en la que seremos transformados”, supongo que para ello deberemos vivir aquí siguiendo las enseñanzas del Maestro. Ahí no nos toparemos con los elementos que nos agobian a diario aquí: El tiempo, la distancia, el espacio...  
Cuando Cristo vino abandonó lo desconocido, la aspiración humana de quienes creen, lo que está fuera del alcance de nuestras posibilidades mentales. Un tiempo después ocurrió el hecho extraordinario de la Ascensión, por ella Cristo regresó a donde estaba, se instaló en “El Cielo de la fe” y allí nos espera para acogernos. Insisto, supongo que lo hará si cumplimos aquí lo que se nos enseña en HECHOS: 1, 1-2: [En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue “haciendo y enseñando” hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo.].
Afirmar o negar el hecho que nos ocupa no es el camino de los cristianos y por eso considero que lo importante del acontecimiento es que lógicamente, cuando nos vamos de viaje es por algo pero después, cuando hemos acabado de hacer lo que motivó nuestra marcha, regresamos de nuevo a casa. Luego, si Cristo vivía junto al Padre y el Espíritu Santo en “El Cielo de la fe”, es lógico que cuando acabó su misión terrenal con los deberes bien hechos pues que regresara de nuevo junto a ellos.        
Él nos enseñó lo que debemos hacer, lo afirmo de nuevo, y ahora somos nosotros quienes tenemos que poner en marcha nuestra respuesta para hacer los nuestros… ¿Queremos viajar después junto a Él?
Queda claro que mirar al cielo es necesario pero también habrá que mirar primero hacia quienes caminan a nuestro lado con problemas, la tarea más complicada de cumplir, y después de hacer esos deberes será el momento de mirar hacia el Cielo para ofrecer nuestros actos y pedir perdón cada día que nos levantemos… ¿Procedemos así?
Como despedida, os propongo leer una parte del Evangelio de hoy. Lo hago para reforzar el mensaje de Jesús sobre lo que debemos hacer, está en MATEO 28,18-20:

[Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.].

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