Colaboración de Paco Pérez
MIS VIVENCIAS
CON UNA “BUENA PERSONA”
Capítulo IV
Hace unos días nos regaló Juan
Manuel Moral Moreno “Juanche” una experiencia de su infancia y en
ella, de manera circunstancial, reflejó
el modelo bancario que en aquellos años había en Villargordo.
Entonces, las entidades bancarias no habían abierto todavía oficinas aquí y los
grandes bancos realizaban su actividad de atención al cliente en Villargordo
con los “Corresponsales”, Manolo fue uno de ellos y, como tal,
trabajó en su tiempo libre para el Banco Español de Crédito, conocido
también como Banesto, hasta que se fusionó por absorción en 2013
con el Banco de Santander.
La lamentable imagen que
ofreció el “Corresponsal” de otro banco con el padre de Juan Manuel
no debe sorprendernos porque si los vecinos del pueblo contaran las faenas que
recibieron de ciertos “Corresponsales” quedaríamos escandalizados. El “Corresponsal”
de otro banco también le hizo a mi padre una jugada maestra, muy parecida a la
otra. Antes de que lo convirtiera en otra de sus víctimas ocurrió este hecho:
Mi abuelo Paco tuvo que ir a Madrid para que lo operaran de próstata y
tenía en casa, como ocurría entonces, varios miles de pesetas y antes de
emprender el viaje tuvo la feliz idea de entregárselos a ese buen hombre para
que se los guardara hasta que él regresara operado al pueblo. Lo que no sé es
si el abuelo informó a sus hijos de que le había dejado su dinero. Lo cierto es
que unos días después mi padre tuvo que ir a Madrid para acompañar a su padre
en los días de su internamiento, necesitaba dinero y le ocurrió como a todos
los lugareños, no tenía reservas monetarias para poder hacer frente a la situación
que se le
presentó por el motivo reseñado.
¿Qué tuvo que hacer mi padre
para poder realizar el viaje?
Visitar al dichoso “Corresponsal”
para pedirle un préstamo de 1000 pesetas, se mostró muy amable, le
cumplimentó los papeles con un interés del 20%, se los firmó, le entregó
sólo ochocientas, se quedó en ese mismo momento con las doscientas
de los intereses y aquella noche durmió más feliz que un bebé.
Si nos dedicamos a arañar en
la postguerra local, sólo un poquillo, entonces conoceremos algo sobre cómo
actuaron en Villargordo, durante aquellos años, algunos señores para hacer
malas faenas a los que acudían a ellos agobiados, maniobraban a sus anchas estos
hombres sin conciencia y, escudándose en que aplicaban las normas que les daban
los bancos, hacían bastantes travesuras con el necesitado de turno o con la víctima
fácil que ellos elegían saliéndose de la línea legal establecida por la entidad
a la que representaban.
En el caso de mi padre, la
faena se descubrió cuando regresó al pueblo el abuelo y mi padre le comentó lo
sucedido con el préstamo recibido… ¿Podían demostrarle que le había prestado
el dinero del que le había dejado en depósito mi abuelo?
La verdad es que no, por eso
tuvieron que morderse la lengua y tomar buena nota de cómo actuaba el señor “Corresponsal”.
Como no puede haber nada
oculto pues un día fue este mismo señor a una tienda de comestibles y le
presentó a la dueña una letra para cobrarla, así se gestionaba entonces sin
dinero. Ella se sorprendió mucho al verla de nuevo porque los tiempos aquellos obligaban
a las personas a saber muy bien qué debían, qué no, qué habían pagado y qué
quedaba pendiente. Ella fue prudente y le dijo:
- Creo que ésta letra está
pagada, luego la buscaré.
Él se hizo el sorprendido y
le contestó:
- Eso es imposible mujer,
cómo te la voy a presentar dos veces. Lo averiguas y otro día vuelvo.
Cuando ella miró en el
gancho que entonces había en las casas para guardar los recibos y facturas
pagadas apareció la letra presentada. El día que regresó este señor a la tienda
con la cartera de cuero alargada que usaba para llevar las letras, y dispuesto
a cobrar, se llevó una gran sorpresa cuando ella le mostró la prueba de que la letra
ya estaba pagada. Él no se inmutó porque estaba acostumbrado a estas faenas y le
dijo:
- Perdona mujer, no sé cómo
el banco ha podido cometer este error.
¿Cuántas personas no
guardarían los recibos pagados y estos listillos se los cobraron más de una vez?
La figura del “Corresponsal”,
por culpa de las cosas que hicieron estos señores, quedó dañada pero también es
justo exponer que hubo otros que dejaron el listón de su gestión en un lugar
digno de elogio, me refiero al comportamiento de Manolo “El Contable”.
Para demostrar lo que digo
voy a recurrir a los casos concretos que me permitirán demostrar que él actuaba
de manera totalmente contraria a los anteriores.
Cuando comencé a trabajar
tuve que abrirme una cuenta bancaria y, actuando con la lógica descrita
anteriormente, el Banco Español de Crédito fue el elegido porque debido
a mi condición de funcionario el procedimiento para cobrar era a través de
entidad bancaria. Cuando necesitaba ingresar o sacar dinero de mi cuenta
visitaba la casa de Manolo, firmaba el documento para recibirlo o me
daba un resguardo si ingresaba.
Un día del mes de enero, la
luz del día había comenzado a retirarse, la oscuridad estaba presente y me
acerqué hasta la Cooperativa de San Juan para ver a Manolo, lo
encontré en la dependencia de la báscula porque en aquellas horas todavía
estaba pesando aceituna. Al verme me atendió con su sonrisa habitual y me
preguntó:
- Paco… ¿Qué te
trae por aquí a estas horas?
– Sé que no es la hora ni el
lugar adecuado pero dentro de un rato voy a realizar el trato de la compra de
un solar y necesito veinticinco mil pesetas para entregarlas como señal al
firmarlo.
Se echó mano al bolsillo, me
dio el dinero que le pedí y me felicitó. Hizo ademán de marcharse y yo le
recordé que faltaba firmarle el documento habitual pero él me respondió:
- Ya me lo firmarás otro
día.
Conversando con Ana
Serrano Castillo sobre el tema de la “Cláusula Suelo” que afecta a
las hipotecas de tantas familias, hablamos de las noticias que circulan, de los
casos que conocemos, criticamos lo que está ocurriendo, rematamos el asunto de
común acuerdo y manifestamos nuestra repulsa al comportamiento poco humanitario
que han tenido, y tienen, los bancos con los clientes. Al llegar la
conversación a este punto Ana se acordó de la experiencia personal que le
ocurrió en el pasado a su abuela Anilla “La del Kiosco” cuando le
compró a José López del Moral “Pilritos” el huerto que éste tenía
frente al “Pilar redondo”… ¿Viene a cuento esta cuña ahora?
Claro que sí. Anilla fue
a casa de Manolo para contarle que necesitaba trescientas mil
pesetas para la compra comentada… ¿Qué respuesta recibió de Manolo?
Según Ana, le dio el
dinero y no le firmó su abuela ni un solo papel. No quedó ahí su generosidad,
llegó más lejos. Anilla tenía que reintegrar sus plazos en el tiempo
fijado verbalmente, en más de una ocasión ella no pudo cumplir y él le puso el
dinero de su bolsillo… ¿A qué se puede achacar esta forma tan particular que
él aplicaba en sus relaciones de banquero con los clientes?
Antes, la amistad era
respetada por quienes se ponían los pantalones o la falda por el sitio correcto
y en este caso ambas partes actuarían así. También pudo ocurrir que, como era
un hombre creyente de verdad, cuando trabajaba como “Corresponsal” ponía
en marcha el mensaje del evangelio sin olvidar como conjugar los problemas de los
villargordeños y las normas de la entidad a la que representaba.
Cuando mi padre fue elegido Presidente
de la Cooperativa “San Juan” la financiación de la entidad se concertaba
con el Banco Español de Crédito y hay que recordar una realidad de
aquellos años… ¡¡¡Los intereses eran muy elevados!!!
Un tiempo después la Junta
de Gobierno decidió pedir información a otras entidades bancarias para la
financiación de las necesidades de campaña que se le presentaran a la entidad y
a los socios. Como CajaSur ofreció mejores condiciones que el Banco
Español de Crédito pues hubo cambio de entidad… ¿Por qué ocurrió este
cambio a pesar de que Manolo “El Contable” era el Administrativo
de la Cooperativa y que era muy amigo de la Junta?
Porque quienes estaban al frente
de la Cooperativa no pretendían fastidiar los intereses comerciales del
amigo y sí ahorrar dinero al socio necesitado y a la entidad.
Una vez más, Manolo “El
Contable” nunca perdió la compostura, ellos mantuvieron sus relaciones y continuaron
iguales pero, como el tiempo siempre se convierte en juez de nuestros actos, con
el paso de los años se ha demostrado que ellos fueron unos adelantados porque
hicieron lo que debían hacer y después, a pesar de la modernidad, en esa faceta
hemos retrocedido.
Hoy, con este pequeño relato,
acabo mi aportación. Lo he hecho por lo que nos unió mientras vivió, para que su
figura no pase al olvido y para que sirva de ejemplo a las generaciones jóvenes,
actuales y futuras.
No debemos olvidar cómo
consiguió su formación profesional y cómo se comportó al frente de la Cooperativa
y cómo fue su comportamiento como trabajador de la banca… ¡¡¡Manolo, gracias
por tu ejemplo!!!
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