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domingo, 31 de diciembre de 2017

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

Colaboración de Paco Pérez
La Sagrada Familia, nos dejó un ejemplo claro de cómo deben comportarse sus miembros. María y José se preocuparon de que nada le faltara a Jesús, lo que hacen todos los padres, y Él les ayudaba a ellos en sus tareas. Cuando una familia está bien armonizada estos comportamientos son habituales y todo marcha pero cuando nadie marca la pauta a seguir el desorden se instala en ella y sus componentes no actúan con unión, amor y respeto.

En Eclesiástico 3, 2-6. 12-14 y en Colosenses 3,12-21 queda plasmado cómo debe ser el comportamiento que deben tener, entre sí, los miembros de “LA FAMILIA”. También realza Dios qué debemos hacer, qué no y qué consecuencias positivas o negativas se nos pueden derivar por el comportamiento que tengamos los unos con los otros.
Estos textos nos deben venir muy bien a los cristianos para tomar conciencia de la situación en que se encuentra la convivencia en el seno de la “FAMILIA” y en el conjunto de nuestra sociedad, ya va siendo hora de que hagamos algo bueno en esta dirección.
Mucha gente se pregunta… ¿Qué puedo hacer yo si soy muy mayor?
Ser inconformista no está reñido con la edad, es cuestión de razón, y de reconocer que nos hace falta cambiar porque la sociedad se está dejando arrastrar por esa peligrosa espiral de destrucción que se nos viene inoculando, desde la no creencia, para que aceptemos con naturalidad el relativismo que nos proponen con sus postulados falsos.
¿Debemos plantearnos el intentar introducirle al modelo actual que tenemos de FAMILIAuna mejora?
Considero que sí, que debemos empezar hoy fijándonos en la Sagrada Familia y hacerlo profundizando en el contexto histórico en que vivieron porque así comprenderemos mejor qué deberíamos hacer y qué no. El modelo de vida familiar de entonces facilitaba que sus miembros fueran una piña, que la comprensión facilitara la distribución de responsabilidades entre sus miembros y, como consecuencia de ello, la ayuda mutua era el fruto maduro que se regalaban. Por esta razón se da por hecho que Jesús ayudaba a su madre en el molino, a su padre en la carpintería y por eso, como es lógico, Él debió ser carpintero y entendido en todas las labores. También debemos recordar que sus padres eran unos “judíos” muy creyente y cumplidores de sus obligaciones religiosas… ¿Lo somos, o fuimos, nosotros con nuestros hijos? ¿No hemos dejado que los catequistas los eduquen, o educaran, cuando es nuestra obligación?
José y María hicieron lo que les mandaba el “judaísmo”  y por eso pudo Simeón proclamar lo que llevaba esperando hacer tanto tiempo. Leemos LUCAS 2, 22-40:
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor:
- [Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones.].
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: [Que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.]. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
- Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
- Mira, Éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida, así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la “Ley del Señor”, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Si reflexionamos un poco comprenderemos que los hechos mostrados no fueron fruto de la casualidad y sí la consecuencia de una buena planificación familiar inicial, de tener una creencia verdadera y de observar un cumplimiento estricto de lo que se nos pide, ellos cumplieron como “judíos” y nosotros debemos cumplir como “cristianos”.
Se impone una meditación profunda sobre las causas de nuestra situación como “cristianos” para poder establecer después unas pautas que nos permitan modificar nuestra conducta religiosa actual.
Si el “Niño Jesús” comenzó su andadura religiosa en compañía de sus padres es lógico que en nuestros días también sean éstos quienes comiencen a inculcar a los suyos los planteamientos iniciales que den forma y sustento, en el futuro, al edificio de su personalidad como personas y como “cristianos”.

¡¡¡FELIZ salida de AÑO y que en el 2018 encontremos el camino que nos permita conocer con claridad el “Hecho religioso”!!!






















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