Colaboración de Paco Pérez
SIGUE CONDENANDO AL JUSTO
El
comportamiento humano casi nunca fue
el adecuado porque antes de Jesús,
cuando Él vivía y después genera crueldad e injusticia y entonces el fruto de él ocasiona a otras personas situaciones
complicadas que desembocan en pruebas difíciles de resolver y quienes son
zarandeados de manera injusta tienen que decidir qué postura deben adoptar ante
la disyuntiva presentada: Violencia o no
beligerancia.
La
sociedad vive instalada en un modelo de convivencia que está dominada por un comportamiento violento que ha sido la
consecuencia lógica del egoísmo tan
grande que rezumamos y también por la ausencia
de principios básicos, ambas influencias actúan sobre él de acelerador y no
de freno. Si tuviéramos una formación sólida y unos principios humanos serios
entonces no seríamos egoístas sino abnegados y, al ser así, cuando
recibiéramos acciones malas no responderíamos con violencia sino con comprensión,
amor y paciencia. Este planteamiento sólo será posible hacerlo si tenemos
confianza plena en el Señor y
entonces, empujados por ella, aceptaremos
el sufrimiento que nos causen
los golpes de la vida y después lucharemos
para superar las pruebas y ofrecérselo a Él.
Para
clarificar lo dicho debemos viajar hasta los últimos momentos de la vida
pública de Jesús y entonces comprenderemos
mejor que quienes tenían el poder
religioso y político en aquella
sociedad, manejando los hilos de la injusticia, juntaron de manera interesada
un dossier repleto de temores y mentiras contra Jesús y lo convirtieron en un personaje peligroso. Cuando eso
ocurre la persona elegida es zarandeada por culpa de los intereses particulares
que promueven el linchamiento y no porque el señalado sea realmente peligroso.
Jesús, por hablar
con la verdad y por denunciar las irregularidades que se daban en el Templo, fue señalado por los
responsables religiosos de Jerusalén
porque temieron que Él los llevara a
una situación de desventaja y perdieran su posición de privilegio. Desde el
momento que comprobaron la aceptación que tenían sus palabras y cómo lo seguían
las multitudes todos los movimientos que hicieron fue para matarlo pero… ¿Cómo lo hacían sin que el pueblo los
señalara como culpables después de su muerte?
Para
conseguir su objetivo manipularon a Pilato
vendiéndole la mentira de que Jesús
era un peligro para Roma pues si se
había atrevido a actuar contra el Templo
igual lo hacía también contra los romanos.
Pilato sabía que los responsables
del poder religioso acusaban a Jesús con falsedades para cuidar su
posición pero como responsable del Imperio
no podía dar la espalda a una realidad que podía presentarse en cualquier
momento y afectarle a él, pensaba en los posibles incidentes que se pudieran ocasionarse por culpa de sus predicaciones.
Quienes
ostentan el poder sólo se preocupan de su situación personal y hacen lo que
tengan que hacer, aunque sea una incorrección, para que nadie los mueva de su
situación de privilegio. Por actuaciones de este estilo los inocentes son condenados, Jesús, y los delincuentes, los poderes religiosos y políticos, quedan como
hombres buenos… ¡¡¡Así se gestó la
muerte de Jesús!!!
Después
de aquella realidad Pablo animaba a las
personas a que abandonaran las costumbres rancias de los hombres, esas que les
hacen presumir de lo que son o poseen, porque si lo lograban podrían adoptar la
postura que practicaba Jesús. Éste,
siendo quien era, prefirió llevar una vida
de esclavo porque así nos enseñó que quienes se ensalzan serán humillados y
los que se humillan serán ensalzados.
Este
es el verdadero camino que debemos seguir los hombres, el que nos regaló Jesús y que Pablo asimiló para seguir su enseñanza.
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