Colaboración de Paco Pérez
Capítulo II
RECUERDOS DEL CINE “ROMERA”
Con
este nombre abrió sus puertas el primer cine que hubo en Villargordo, estuvo ubicado en el corralón de una casa que fue
construida en la calle Granadillos y
que en el pasado era conocida popularmente como la “Casa Grande”. Con el paso del tiempo ésta se partió en dos nuevas
viviendas y quedó así:
Una
fue comprada por un señor cortijero local que se apodaba “El dormido”, éste la habitaba cuando el cine estuvo operativo,
después permaneció deshabitada durante bastantes años y finalmente la vendieron
a sus actuales propietarios, Vicenta
Calles y Alonso Jiménez.
La
otra mitad fue adquirida por Benigno
Agudo y, posteriormente, la compró Antonio
Moral “El de los Avelinos”, éste la fraccionó y donó a su hija Dulce la parte que lindaba con Vicenta y Alonso, siendo su propietaria
actual una de las hijas de ella, con fachada a la calle Granadillos. La otra parte la heredó Emilio, otro hijo, ésta con fachada en la calle Ramón y Cajal y cochera en Granadillos.
El
empresario fundador de este cine fue Benigno
Agudo López cuando la casa era de él, fue en los primeros años de la década
de los cuarenta.
Como
es lógico, este cine tuvo unos comienzos muy primitivos en cuanto al local y
cobertura técnica debido a que en aquellos tiempos había muy pocas
posibilidades en todos los sentidos. Para proyectar las películas venía desde el
pueblo de Cambil (Jaén) un operador llamado Gil, con él aprendió Arturo la profesión de operador
cinematográfico.
En
esas fechas la casa estaba habitada por los padres de Paco Huertas y sus hijos, esta familia habitaban la planta baja de
la vivienda y Arturo López vivía en
la parte superior, éste era primo de Benigno.
Al
cine entraban los espectadores por
la calle Ramón y Cajal, por una puerta que estaba situada frente al horno de los
“orugas”.
El
padre de Paco era el “taquillero”, es decir, el encargado de
vender las entradas en una dependencia pequeña que le habilitaron con tablas en
el interior del cine, junto a la puerta de entrada, y junto a él trabajaba como
“portero” su hijo Antonio. Paco tenía entonces unos 7 años y también le tenían adjudicado un trabajo,
el de “aguaor”. Durante los
descansos de la película cogía un botijo y recorría el cine pregonando el agua
fresca y llenándolo cuando se vaciaba, lo que hacía en un pozo que había en el
interior del local. Para venderla la ofrecía así:
-
¡¡¡Llevo agua freeeesca, a perra gorda
la pazáááá!!!
El
pozo estaba situado en una parte poco concurrida o apartada del público y por
eso algunas parejas se acomodaban con sus sillas junto al brocal, iban en busca
del agua fresca... ¡¡¡Hacía tanto calor
en aquellas noches de verano!!!
Arturo López era el
encargado de montar las “carteleras”
con el “CARTEL” y los “FOTOGRAMAS”, acabadas las llevaba a un
lugar concurrido del pueblo para que se informara el público sobre la función
de la noche y las colgaba en la pared de una casa deshabitada o en la puerta
del cine.
Una
noche, mi suegra recordó aquellos tiempos de este cine en Villargordo y lo hizo porque aquella tarde vio en TV una de las
películas que entonces hizo época y que a ella le impactó mucho, “Morena Clara”.
En
sus años juveniles las posibilidades de presenciar un espectáculo eran mínimas,
quedaban reducidas a los circos que venían en las fiestas, y por esa razón cuando
apareció el cine le gustó mucho y por
esa impresión, durante mucho tiempo después, siguió recordando los títulos de las películas, los nombres de los artistas y la temática. Conozco estos detalles porque
ella los recordaba con emoción y porque, de vez en cuando, retomaba el recuerdo.
Las películas que mencionaba mucho:
Quien
también tiene recuerdos de este cine es Juan
Manuel “Juanche”, él era muy
pequeño en aquellas fechas y la primera película que vio lo dejó alucinado. Tal
impacto le causó que aún sigue recordando su título, “El libro de la selva”. Veamos su “afiche”:
También
recuerda una anécdota muy curiosa, relacionada con las pocas posibilidades
económicas que se tenían entonces para entrar. Recuerda que cuando el cine
estaba ya empezado salía Benigno y
reunía a los pequeños que estaban en la puerta sin poder entrar y les decía:
-
Bueno, vamos a ver… ¿Cuánto tenéis en los bolsillos esta noche?
Los
zagalillos se metían la mano en los bolsillos y cada uno sacaba su perra gorda
o nada. Cantidades insuficientes para llegar a los “dos reales”, el precio que entonces tenía la entrada.
Después
Benigno ponía la mano y les decía:
-
Que cada uno eche lo que tiene y ya podéis entrar.
Según
Juan Manuel, Benigno dejó el cine y quien se hizo cargo de él hasta que cerró fue
Juan Miguel “El de la tienda”.
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