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sábado, 6 de octubre de 2018

EL MATRIMONIO EN LA HISTORIA


Colaboración de Paco Pérez
EL GRAN PAPEL DE LA MUJER
El relato de la creación nos muestra el lugar donde Dios colocó al hombre rodeado de animales y plantas, lo necesario para poder vivir sin esfuerzo pero con el inconveniente de que estaba solo. Ante esa realidad, Dios consideró que eso no era bueno y decidió regalarle otro ser de su misma especie para que le diera compañía, la mujer.
Como el hombre fue el primer ser que Dios creó pues le dio el encargo de poner nombre a los animales y por eso, de alguna manera, le correspondió tener una leve participación en el proceso creador. Según el relato bíblico, como tenían de todo pues vivían felices pero un día ella se mostró ambiciosa, le presentó a él la tentación de ser grandes, lo arrastró y así fue como ambos sucumbieron ante ella. La acción femenina los llevó a la perdición al faltar al compromiso que habían adquirido con Dios.

Todos somos responsables de lo que hacemos, ambos lo fueron, pero siempre hay que valorar qué acciones son más graves y cuales menos… ¿Pudo estar ahí la razón por la que el papel de la mujer en la cultura judía fuera diferente al del hombre?
En tiempos de Moisés los esposos también pasaban por periodos de crisis, igual que en nuestros días, y el pueblo le planteó una petición egoísta: “Permitirles romper el vínculo que habían contraído”.
Él cedió a la presión del pueblo y esa decisión desacertada la convirtió en precepto y, al hacerlo, no respetó que la postura de Dios era contraria pues establecía que la unión entre el hombre y la mujer se realizaría en igualdad, sin establecer diferencias entre ellos, y que, aunque atravesaran por momentos complicados, nunca podrían romperla.
Moisés, al hacerlo, dejó a la mujer en un escalón inferior al hombre: “Él podía romper con ella el vínculo por un motivo cualquiera y sin aclararlo”.
A pesar de esta injusticia, el fariseo, defensor del modelo patriarcal, intentó con su pregunta que Jesús tomara postura ante la tradición que les dejó Moisés y así, al hacerlo, quedaría enfrentado con los hombres o las mujeres porque su respuesta no podía contentar a todos a la vez.
Jesús, por las razones dadas, desautorizó ese modelo y reconoció la infidelidad que Moisés tuvo con Dios al permitirles romper lo que Él unió para siempre.
Jesús, con su incansable acción evangelizadora, realizó una labor salvadora con la que consiguió que los hombres, después de su muerte y resurrección, fueran conducidos con Él hasta el Padre como fruto de los sufrimientos que padeció en su etapa terrenal. Su realidad sufriente es la que se vivió entonces y sigue siendo válida para todos los que estén dispuestos a seguirle. Debemos entender que mantener vivo el “espíritu del sufrimiento” es una necesidad para alcanzar su compañía junto al Padre.
Es una realidad que en cada momento histórico los sufrimientos y las penalidades que sufriremos por su causa serán diferentes y nosotros tendremos que tener claras las ideas y no desfallecer en nuestra FE mientras seguimos el camino que Él nos mostró.
Como los niños tampoco eran bien considerados por la tradición cultural de aquellas gentes, incluso por los apóstoles, pues para que comprendiéramos mejor qué debíamos hacer terminó recordándonos que debemos comportarnos con la inocencia de ellos si aspiramos a entrar en el Reino.
Hay mucho engaño sobre la marginación de la mujer en la Biblia pero debemos ser justos que si el hombre le puso nombre a los animales a María le concedió el privilegio de ser la “Madre de Jesús”.











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