Colaboración de Paco Pérez
Las
gentes sencillas recibieron de Cristo
las pruebas de su grandeza cuando, siendo tratados ellos en su entorno como los
últimos, Él los acogía con cariño y les ayudaba. Como es lógico este
proceder arrastraba porque la sociedad sabía, y sabe, que quienes están arriba
no sirven a quienes están abajo sino que se sirven de ellos. Por esta verdad la
respuesta que les dio Jesús operó en ellos una reacción positiva hacia Él y los empujó a reconocérselo, por
eso lo proclamaron “Rey de los judíos”
y, aunque se lo decían como muestra de gratitud y reconocimiento, se convirtió
en el motivo por el que los poderes de su tiempo se confabularon contra Él para destruirlo pues no comprendieron
el verdadero sentido de su predicación.
El Padre, muchos años
antes, fue preparando su venida futura poco a poco y lo hizo por mediación de
los anuncios que realizaban los profetas sobre el futuro acontecimiento. Daniel fue uno de ellos y lo hizo comunicándoles la visión que
tuvo durante un sueño, en él los protagonistas fueron un anciano y un hombre.
Interpreto esa escena como
el anuncio de la futura llegada del Hijo de Dios y la descripción de “cómo sería Él
y lo que le rodearía”: Tomaría forma humana, todos los hombres y pueblos le
servirían, su imperio no tendría límites en cuanto a la extensión y
temporalidad y nunca sería destruido.
Cuando
llegó el momento anunciado por los profetas, Jesús se puso a trabajar para que el Reino de Dios comenzara a manifestarse
a las personas de manera sencilla y práctica, los atributos que Él siempre
aplicaba a su actividad evangélica facilitaba que se comprendía mejor lo que
pretendía enseñarles. Además, sus palabras se acompañaban de acciones
extraordinarias que sólo podían ser realizadas por alguien diferente a los
demás y por eso quienes las habían recibido se lanzaban a proclamarlo con
fuerza pues por ellas intuían que el Mesías
anunciado era Él.
Por
estas acciones el pueblo oprimido se
llenó de esperanza y comenzó a ver en Él
a un guerrero liberador que acabaría con sus maltratadores, los salvaría de la
injusticia que padecían y, en reconocimiento, lo proclamaban “Rey de los
judíos”. Este sentimiento no fue positivo para Jesús porque el pueblo y
sus dirigentes confundieron su
mensaje, Él les hablaba de una liberación espiritual y pacífica pero no les proponía actuar de manera violenta.
Sus
palabras atemorizaron a quienes
tenían el poder religioso y político en
la sociedad pues no deseaban que Jesús
se lo arrebatase y, como se sintieron en peligro, comenzaron a realizar
movimientos de defensa actuando en su contra. Esta incomprensión hacía su
mensaje fue el problema que llevó a Jesús
al martirio. Él les ofrecía la liberación del espíritu, el pueblo necesitaba acabar con la opresión que el poder
religioso y político ejercía
sobre los pobres y, a los poderosos
sólo les preocupaba no perder los
sillones.
Unos
años después Juan escribió el Apocalipsis y, en 1, 5-8, les
anunciaba la futura
venida de Jesús, les recordaba que se refería a quien ellos
mataron, les aconsejaba que estuvieran
preparados, ensalzaba su condición
de Hijo de Dios y les pedía que le dieran gloria por el poder que le fue conferido por el Padre.
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