Colaboración de Paco Pérez
ESPERAREMOS
A JESÚS ESPERANZADOS
Es
bueno tener ESPERANZA pero si nos
limitamos a ESPERAR que ÉL actúe y, mientras llega ese momento,
no colaboramos empujando para que el mundo arregle sus rotos pues será difícil
que con el sistema actual se logre cambiar lo que no funciona.
¿Qué debemos hacer?
Estar
VIGILANDO de manera permanente
nuestro entorno social, político y religioso para que sus influencias en la familia,
el pueblo, la comunidad autónoma y la patria
las mejoren y no las empobrezcan o deterioren. Si procedemos así es posible que
podamos corregir, en la medida de nuestras posibilidades, los deterioros que se
originen en todos los ámbitos.
¿Cómo lo haremos?
Si
somos responsables, nos mostraremos justos
e inconformistas siempre y así
podremos desarrollar una acción permanente de REVISIÓN sobre lo personal
y lo ajeno público para DESCUBRIR y DENUNCIAR lo irregular, de hacerlo así se podría MODIFICAR la actuación general,
incluida la nuestra.
¿Por qué hago esta propuesta?
Porque
las lecturas de hoy nos enseñan que mirando al pasado se comprueba que el
entorno social, con las variantes que nos regala el paso de los años, siempre estuvo
afectado por las mismas problemáticas: Malos dirigentes –políticos y religiosos-
, poco o nulo respeto de las normas religiosas que les dio el Señor, rechazo de sus advertencias,
poco amor hacia los empobrecidos por parte de los poderes públicos…
Por
las lecturas podemos comprobar que quienes gobernaban Israel en tiempos del profeta Jeremías
no actuaban de manera correcta y el pueblo estaba por eso desilusionado y
molesto pero, como hubo relevo de reyes, las personas se llenaron de ilusión. Poco
les duró lo bueno pues comenzaron a darse cuenta pronto de que todo seguía
igual, que había sido un espejismo, que de nuevo estaban padeciendo las mismas consecuencias
con otro nuevo desgobierno y que esa realidad los llevaría a vivir mal durante
un tiempo.
El
profeta les habló de ello y realizó
acciones tendentes a devolverles la esperanza
pero como el rey no modificó su estrategia de gobierno el Señor consintió que fueran invadidos y deportados.
Jeremías los animó
para que no perdieran la esperanza y
para ello les recordó que el Señor
había prometido a su pueblo que les enviaría el Mesías, cuyo origen estaba en la estirpe de David, para que hiciera justicia
y se la regalara a quienes tenían el derecho de recibirla, los oprimidos –ellos
lo estaban-.
Pasaron
los años y el hombre siguió estando preocupado por los acontecimientos que ocurrían,
por las consecuencias que ellos le derivarían y por el FINAL de su vida.
Jesús, como los
conocía muy bien, intentaba ayudarles y les hablaba de las señales que precederían
a esos hechos, de cómo afectarían a las personas y de cómo vendría Él de nuevo. Después les dijo que,
cuando sucediera, tendríamos que cambiar
el miedo por la esperanza pues la LIBERACIÓN
de las personas ya estaría próxima… ¿Cómo
deberemos comportarnos mientras llegan esos tiempos?
Evitando que nuestro
corazón se endurezca y se haga insensible. Lo lograremos poniendo en
marcha la práctica de acciones adecuadas,
no consumiendo en exceso y lo indebido, no dando entrada
a las preocupaciones por lo innecesario
de la vida…
¿Por qué?
Porque
nos estaríamos desviando del camino de la VERDAD,
nos haríamos esclavos de aquello que
sólo sirve para destruir y no estaríamos
preparados para cuando llegara el momento final. Jesús habló también del gran valor
que tiene la oración para fortalecernos pues así podremos huir de
lo que suceda en su momento y nos ayudará a presentarnos limpios ante Él, cuando venga.
Pablo recordó al
pueblo que el camino correcto que debían seguir era la práctica del amor, lo que les enseñó Jesús, pues si hacían eso en su vida cotidiana, cuando Él regresara, todos podrían presentarse
ante Él con los deberes hechos y no recibirían
castigos.
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