Colaboración de Paco Pérez
LO IMPORTANTE ES COMPARTIR
Los
cristianos visitamos el templo parroquial, unos pocos casi a diario para hablar
con Dios o para participar en la celebración de la Eucaristía y la mayoría para
cumplir cada semana con el precepto dominical de la Cena del Señor, la Eucaristía,
la Misa… Pero lo que importa
realmente es porqué lo hacemos y no
el nombre del acto.
Lo
esencial es vivir la celebración con
el espíritu que le dio Jesús a la “Última Cena” y no abandonar el templo
al acabar, después de escuchar “Misa”,
con la cara radiante de satisfacción mientras manifestamos convencidos, a
quienes nos acompañan… ¡Ya hemos
cumplido con Dios esta semana!
¿Podemos centrar nuestro cristianismo en prácticas
de este estilo y sentirnos satisfechos?
En
cada momento histórico las formas que usó Dios
para manifestar a los hombres lo que deseaba que hicieran con los demás fueron
diferentes pero el objetivo a conseguir con cada una siempre fue el mismo:
-
Melquisedec, rey y sacerdote de Jerusalén,
recibió a Abraham y a sus soldados,
dieron gracias a Dios por haberles
ayudado a vencer a sus enemigos, hicieron ofrendas y comieron compartiendo el
pan y el vino con el que reponerse del esfuerzo de la batalla.
- Pablo comunicó en su relato la
experiencia que tenía sobre la práctica de la Eucaristía en las primeras
comunidades cristianas. Nos lo dejó en Corintios
11, 23-26:
[Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a
mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo,
tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
- «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced
esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
- «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre;
haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del
cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.].
En el Evangelio se nos muestra un ejemplo
práctico de la diferente forma de entender una realidad, cómo hay que tratar al
prójimo. Le acompañaban los apóstoles y quedó palpable que en aquel momento
todavía no habían comprendido la esencia de su mensaje, compartir con los demás.
Esta
realidad quedó demostrada cuando ellos no supieron qué hacer con la muchedumbre
que acudió a escuchar a Jesús y le
pidieron que los despidiera porque no sabían cómo ayudarles. Este problema que
se les presentó fue porque pensaban y actuaban con la mentalidad del hombre
materializado, no tenemos dinero y no podemos dar de comer a la personas. Si Él hubiera actuado igual, quienes
habían acudido a escucharlo hubieran quedado abandonados a su suerte, pasado
una noche sin comer y sin un lugar donde alojarse.
Con la
propuesta que hicieron a Jesús
demostraron que no habían comprendido el mensaje de compartir los problemas y de ahí que su preocupación por resolver
los de los demás fuera nula.
Después
actuó Jesús, una vez más, para
mostrarse como el protector de los
pobres, hizo el milagro de la pesca,
les dio de comer y sobró.
Cuando
cada uno pone lo poco que tiene para ayudar en los problemas ajenos siempre soluciona
algo al que no tiene nada.
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