Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO DEBEMOS HACERLA?
Los
habitantes de Sodoma y Gomorra habían ofendido tanto al Señor que terminó por condenarlos. Abraham trató de evitarlo y conversó
con Él para pedirle clemencia por
los inocentes que allí había, el Señor le escuchaba sus propuestas de perdón y
por mucho que bajó sus exigencias el momento no deseado ocurrió.
En
esta escena se nos muestra cómo debe ser el encuentro del hombre con el Señor,
una conversación amigable en la que expongamos nuestros problemas sabiendo que Él siempre nos atenderá pero sin
olvidarnos de que debemos acercarnos con la humildad de reconocer nuestros
errores, mostrarle nuestro sincero arrepentimiento y la intención clara de
cambiar la conducta.
Con
el paso de los años el camino de la
oración se nos muestra de la mano de Jesús
pues lo hacía como fue educado, según la costumbre de su pueblo, es decir,
cuando salía el sol y cuando se ocultaba pero introduciéndole a esas prácticas
oratorias el hacerlo tres veces al
día, “buscando la soledad” para “hablar” con el Padre, y a veces, se
pasaba toda la noche orando.
También
nos enseñó que debíamos hacerlo por quienes estaban en apuros y, cuando daba
las gracias al Padre, siempre se
acordaba de quienes no se habían portado bien con Él.
Nos
regaló el “Padrenuestro” y con esta
oración nos enseñó todo lo que debíamos hacer en nuestra vida de cristianos.
Los
hombres, con el paso de los años, nos hemos ido empeñando en hacer de la religión
sencilla que nos mostró, porque nos trazó perfectamente el camino, otra que no
tiene nada que ver con su mensaje pero… ¿Quién le pone el cascabel al gato una
vez que hemos adquirido unas costumbres desviadas?
Cuando
oramos convertimos el momento de intimidad con el Padre en un acto mercantil
en el que le pedimos por nuestras cosas y nos comprometemos a pagarle después de
haberlas solucionado. No sólo lo hacemos así sino que nos olvidamos de pedirlo
directamente a Dios… ¿Por qué?
Porque
nos dirigimos a los santos de
nuestra particular devoción debido a que creemos con fuerza que son muy
milagrosos, lo hacemos para que ellos intercedan por nosotros ante Él. Tal vez ocurra porque, como no se
nos ha inculcado la lectura de la Biblia, queda demostrado que con las lecturas
y homilías dominicales no es suficiente para encontrar el verdadero camino, esto
ocurre porque nos olvidamos pronto de lo que dijo Jesús en Lucas 11, 9-13:
[Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y
hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca halla,
y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le
dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un
huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas
a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo piden?].
Opino
que debemos dejar a un lado las oraciones que se nos dan impresas en un papel acompañadas
de una imagen y aconsejo que hablemos en soledad con el Padre cada día, que lo hagamos dejando nuestras necesidades en sus
manos y que confiemos totalmente en Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario