Colaboración de Paco Pérez
ENEMISTAD Y RECHAZO
Moisés aconsejaba a
su pueblo, cuando éste estaba desterrado en Egipto, que escucharan al Señor
y siguieran el verdadero camino: Guardar
sus preceptos y mandatos. Les decía
que, para conseguirlo, debían hacerlo mirando en su corazón y no hacía el
cielo.
Pero
yo me pregunto… ¿Es posible respetar las
normas que no se conocen?
Desde
que Moisés hablaba así han pasado
muchos años pero no hemos avanzado mucho en el cumplimiento de la propuesta que
nos hizo porque la mayoría de los cristianos no realizamos el estudio personal
de la Biblia. Si la leyéramos conoceríamos al Señor, lo amaríamos y
entonces nos resultaría más fácil cumplir
sus preceptos.
Palestina,
territorialmente, estaba organizada en tres zonas diferenciadas: Judea, Samaría y Galilea.
Samaría ocupaba la
parte central y quienes vivían en las otras, cuando viajaban de una a otra
tenían que pasar por ella.
Setecientos
años antes de que naciera Jesús los asirios invadieron este territorio, deportaron a gran parte de
sus habitantes y después trajeron colonos de Asiria para repoblar el lugar. Esta acción hizo que se mezclaran
los habitantes de Samaría con los colonos y los nuevos retoños fueron una
nueva raza mestiza que, además,
tenía una gran variedad de creencias
religiosas. Estas dos realidades les hicieron sufrir el rechazo de sus
vecinos, una actitud injusta hacia estas criaturas, y comenzaron a llamarles “samaritanos”… ¿Qué significaba para los galileos y judíos esta palabra?
Que
los consideran como bastardos, de
ahí la tirantez tan grande que manifestaban en sus relaciones. Empujados por
estas actitudes los “samaritanos”
construyeron un templo en el monte Garizim
y, desde aquel momento, este templo y el de Jerusalén rivalizaron en el culto a Dios.
La
situación se agravó, antes de que naciera Jesús,
ocurrió cuando el rey de Judea- Juan Hircano- destruyó el templo de Garizim. Este hecho hizo que aumentaran
las tensiones entre sus habitantes, que hubiera disputas y que, a veces, éstas acabaran
cruentamente.
Cuando
Jesús tenía unos nueve años los “samaritanos” devolvieron a los judíos
la mala acción que ellos habían recibido de Juan Hircano. Los que subieron a Jerusalén en las “Fiestas de Pascua”, profanaron el Templo echando huesos de difunto en él.
Ésta acción no la perdonaron los judíos
y desde entonces las disputas fueron
a más, la hospitalidad se perdió, no se saludaban y no acogían en sus casas a quienes eran considerados sus enemigos.
Los
discípulos de Jesús también rechazaban a los “samaritanos” pero Él les
enseñó el verdadero camino visitándolos y quedándose durante algunos días entre
ellos.
Estos
apuntes históricos nos ayudarán a comprender mejor cómo actuaba Jesús para desmontar los desarreglos
que las personas de su tiempo habían hecho con otras. Los hombres practicaban
el odio y la realización de actos incorrectos contra quienes ellos consideraban
que eran sus enemigos pero Él no se
cansaba de predicarles lo contrario, el perdón
y el amor a los otros hombres,
aunque estuvieran enemistados.
¿Por
qué seguían con las mismas inquinas, no escuchaban a Jesús y sólo les preocupaba ganarse el “Reino de los Cielos”?
Porque
aunque Él les hablaba de qué era lo
importante y qué no para ganar el Reino
ellos no lo comprendían. Leemos Lucas
10, 25-29:
[Levantándose un doctor de la Ley, para
tentarle, y le dijo:
- Maestro,
¿qué haré para alcanzar la vida eterna?
Él le dijo:
-¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo es
eso que recitas?
Éste contestó:
- Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu
prójimo como a ti mismo".
Él le dijo:
-Bien contestado. Haz eso y tendrás
vida.
Pero el otro, queriendo justificarse,
preguntó a Jesús:
-Y ¿quién es mi prójimo?].
Jesús, como buen Maestro, le respondió con la parábola del “Buen Samaritano” pues le venía como anillo al dedo para que comprendiera
que ese hombre, a pesar de los odios que había entre los habitantes de aquellas
tierras, cumplió con la obligación que todos tenemos de comportarnos como prójimo, ayudando a quienes no tienen y necesitan.
Pero
no fue una acción única sino amplia porque se preocupó de solucionarle el problema inmediato, su salud; de buscarle cuidados y alojamiento; de dejarle dinero al cuidador para los gastos que ocasionara y de comprometerse a volver y pagar lo
que faltara.
Los
hombres buscamos el encuentro favorable con Dios agarrándonos a cumplimientos inútiles, actos y acciones tradicionales,
pero… ¿Cumplimos realmente como prójimos?
Estamos
muy atentos a las promesas, a las velas, a las procesiones,
a las romerías… ¿Ahí nos comportamos como prójimos? ¿Necesitamos que venga Jesús a darnos de
nuevo la respuesta sobre lo que hacemos mal y lo que debemos hacer?
Según
Pablo, Jesús es la imagen visible del Señor
y a través de las obras de su vida podemos aprender el camino que debemos recorrer.
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