Colaboración de Paco
Pérez
LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Pentecostés, en la
tradición judía, era una fiesta conocida como las “Siete Semanas” y les marcaba el final del tiempo que empleaban en
la recolección de la cosecha del trigo, subían al Templo para ofrecer al Señor
las primicias y por esa razón había en Jerusalén,
en esos días, muchas personas.
Ese
día, estando reunidos los apóstoles con las puertas bien cerradas por miedo a
los judíos, ocurrió un fenómeno extraordinario que se manifestó con un fuerte
viento que invadió el lugar y unas
lenguas de fuego aparecieron sobre ellos, así fue cómo los reunidos
recibieron al Espíritu Santo.
A
los que allí estaban los transformó pues pasaron de estar asustados y encerrados a salir
al exterior y comenzar a predicar la Palabra.
Lo curioso del hecho fue que las
personas eran de diferentes lugares y hablaban en distintas lenguas pero, a
pesar de ello, cada una los entendía en la suya y esta realidad los dejó
asombrados.
Esta
transformación nos confirma que los apóstoles fueron fortalecidos y recibieron el don de lenguas. San Pablo lo define como el Espíritu de Jesús, es decir, Él es quien nos lo envía para que nos
ayude a caminar a diario y, aunque es una ayuda invisible que recibimos, es real.
Para
entender cómo actúa comenzaremos conociendo la trayectoria que llevaron algunos
personajes que hicieron historia en nuestra religión, una vez cubierta esa
etapa ya comprenderemos con más facilidad qué debemos hacer y cómo actúa el Espíritu Santo para marcarnos el
camino. Permanentemente nos empuja a la transformación interior y después ya
recae en nosotros la responsabilidad de desear el cambio y aceptar el reto de
seguirle o no. Si aceptamos Él nos irá mostrando los caminos y el empuje que
realizará sobre las personas irá en función de sus necesidades.
Antes
de dar el paso definitivo deberemos meditar bien si estamos satisfechos con lo
que hacemos o si por el contrario entendemos que cambiar nuestra actuación es
una necesidad… ¿Qué haremos?
Estar convencidos y dar ejemplo de comportamiento porque no
podemos olvidar que evangelizar NO ES
“cooperar en la divulgación de una
campaña publicitaria” pues en ésta con risas
y poses se logra el objetivo pero en la evangelización hay que “DAR
TESTIMONIO de vida” y antes deberemos saber que para dar a los demás algo primero descubriremos si realmente “TENEMOS ALGO” que ofrecerles.
El
Espíritu Santo está de manera
permanente junto a nosotros para ayudarnos a cumplir la acción que hemos
elegido como miembros de la Iglesia.
Las ayudas que nos regala son los “carismas
o dones” y por ellos cada persona trabajará pero no a su manera sino guiada
por quienes tienen en la Iglesia la
responsabilidad de unir lo que se ha roto. Por esa razón cuando se presentó Jesús ante los reunidos y les mostró las huellas de su identidad, las yagas de
las manos y del costado, les informó de que actuaba enviado por el Padre y que en el futuro ellos también deberían ir a predicar, es decir, a iniciar
la “evangelización” llevando a todos
la “PAZ del SEÑOR” y su PALABRA.
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