Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ FUTURO NOS ESPERA?
Estamos
tan agobiados con “Covid19” porque
los medios viven de comunicar la información que reciben y
este Gobierno de lo contrario. Nosotros
nos encontramos atrapados a diario en medio de esta situación inesperada y,
como nos levantamos y acostamos tomando una ración de lo mismo pues nos están empujando
a investigar y a pensar sobre el tema más de la cuenta.
Navegando
en estas alborotadas aguas conocí el caso de la “La Encefalitis”, afectó entre 1917-1928
a EEUU y otros países, y comencé a buscar
puntos de encuentro entre ambas enfermedades porque a ciertas edades, tal vez, “vemos cosas donde no hay nada o tememos que
más adelante pueda haberlas”. Esta supuesta posibilidad me surgió cuando
supe que fue una epidemia que también se llevó por delante a muchas personas y
que dejó una secuela tremenda a los que no murieron… ¡Vivir en estado catatónico!
¿Hubiera dejado esa enfermedad las mismas
secuelas en nuestros días?
Ahora,
con “Covid19” también tenemos fallecidos y recuperados pero lo que nos falta por comprobar es si dejará también,
más adelante, secuelas a quienes han superado la enfermedad.
Me
inquieta esta pregunta porque la “Encefalitis”
fue tratada con las pócimas de entonces y a los que no murieron los dejó graves.
Muchos años después estos enfermos fueron tratados con “L-dopa” y se recuperaron pero unos meses después volvieron al
estado catatónico en que los había tenido postrados desde hacía décadas.
Apoyado en ese caso real pensé que si
entonces los cogió desprevenidos pues “Covid19”
también nos ha cogido echando la siesta
en pleno invierno, a la comunidad científica
y gobiernos, y ahí ha estado el
origen de su éxito y de las consecuencias sociales que se nos han venido
encima. Como en España somos
demasiado aficionados a echarla desde que San
Benito la puso en las reglas de la orden para sus monjes en el S. XI pues lo lógico es que nos haya
causado una mortandad más tremenda.
También
comprobé que, ante la situación de emergencia planteada, los tratamientos
médicos que se están aplicando para combatirlo son los que hay para otras epidemias
de nuestros días al no haber potingues específicos para él y, por esta
realidad, llegué a la conclusión de que con la “Encefalitis” ocurrió algo parecido, se medicó a los enfermos con lo que había en la farmacopea de entonces y después,
supongo, la naturaleza del enfermo y
Dios hicieron el resto para que algunos
no murieran.
Pues
con “Covid19”, aunque no es exactamente
igual porque hay más avances, los medicamentos que reciben nuestros enfermos no
son específicos para este virus pero están dando resultado que es lo
importante, luego la actuación de ahora con los tratamientos es muy parecida a
la empleada con “La Encefalitis”...
¡Medicar con lo que hay y esperar!
Después
de esto me pregunté… ¿Podremos saber algún día, no muy lejano, si
los medicamentos que se están empleando serán los definitivos para combatir en el
futuro a “Covid19” o sólo unas ayudas eficaces para salir del
paso?
Continué
dándole vueltas a lo mismo y entonces saltó a escena con fuerza el temor de una
posibilidad remota, que un tiempo después ocurra a los recuperados de ahora como
al protagonista de “DESPERTARES”,
que la medicación recibida para curar el problema no haya sido un arma eficaz y
definitiva contra “Covid19” y que
éste reaparezca de nuevo en los
enfermos que se salvaron con otras manifestaciones.
Este temor me tintineaba en la cabeza desde que hace un mes hablé por teléfono
con un amigo que había estado ingresado con la enfermedad y, después de llevar recuperándose
en casa algunos días tuvo que regresar de nuevo al Centro Hospitalario a prisa porque comenzó a sentirse mal, era una
sintomatología diferente. Después de la exploración le descubrieron que se le
habían formado unos trombos, lo ingresaron de nuevo y le aplicaron de inmediato
un tratamiento con anticoagulantes. Después de este nuevo
episodio se recuperó bien y ya está trabajando.
Cuando
tenía casi olvidados estos temores saltó la noticia de que el día 9 de mayo
había sido ingresado Javier Ortega Smíth,
después de dar negativo en “Covid19”
un mes antes, por trombos en la pierna y pulmones… ¡Qué coincidencia,
el mismo cuadro médico y después de
recibir el alta!
Hasta
es posible que haya habido más como estos, por ellos retornaron mis temores con
más fuerza y me pregunté:
¿Están tratando bien a Covid19? ¿Qué podría ocurrir si después de darlo por
dominado tuviéramos, lo que se está anunciando, el rebrote de la enfermedad y que
reapareciera en una nueva mutación? ¿Sería de letal como ahora o menos?
Debemos
saber que un tratamiento con antibióticos mal tomado nos ocasiona un problema posterior
pues, al no matar el virus o la bacteria diagnosticados con esa mala práctica, se
hacen resistentes a esos fármacos y cuando
los necesitamos de nuevo ya no pueden combatir a esos invasores porque los
hemos enseñado a defenderse. Cuando nos ocurre esto se nos prescriben los “cultivos” para conocer qué antibióticos
los matan y cuáles no.
La
experiencia real que se muestra en “DESPERTARES”
no debe servirnos para perder el sueño por las consecuencias futuras pero sí
para meditar mucho sobre la situación que vivimos y procurar no exponernos con
salidas innecesarias.
Si
yo soy un lego en la materia y he pensado así… ¿Por qué no piensa en algo
diferente y mejor ese “equipo de expertos
invisibles” a los que nuestro
Gobierno alude a diario y que nadie
conoce para que intenten encontrar
alguna respuesta agradable que ponga punto final al drama nacional? ¿Van a seguir
esperando inactivos que suceda algo imprevisto y no estemos otra vez prevenidos?
Señor
Presidente, no comunique que se
están haciendo muchos test a la población porque todos sabemos bien que no es
así y por esa mala costumbre informó a la OCDE
(Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico) que habíamos hecho 28,6 test, PCR y Rápidos de
anticuerpos, por 1000 habitantes
y nos descabalgaron del puesto 8º hasta
el 17º porque sólo habíamos hecho 22,3 PCR pues los otros no computaban. A pesar de este rectificado usted
siguió afirmando que somos uno de los 10
países que más testa. En mi pueblo le llamamos a estas formas que usted
emplea… ¡Gobernar al “zurro pelao”!
He
dado por bueno su informe y me he quedado impresionado cuando he tomado la
calculadora para realizar estas operaciones sencillas:
1.-
46 526 966 habitantes tiene España: 1000
habitantes =
46
526,966 x 28,6 = 1 330 671 españoles
habían sido testados.
2.-
46 526 966: 1000 habitantes = 46 526,966 x 22,3 = 1 037 551 españoles
habían sido testados según la OCDE.
Lo
que más me ha preocupado de esta información es conocer que estamos sin testar 45 206 295 españoles, concediéndole al Gobierno la razón y 45 489 415 españoles,
si se la damos a la OCDE.
Hasta
hoy, he respetado lo que usted me ha pedido pero cuando tenga que salir la
próxima vez, estemos en la “FASE”
que estemos, con esos datos numéricos de
población tampoco seré feliz porque soy
mayor y, como me han colocado sus “expertos
invisibles” el cartel de “riesgo”
en la frente, pues tendré la misma seguridad de no contraerlo que con el “estado de alarma” por culpa de que
todavía no han testado a la casi totalidad
de quienes más peligro corremos y a la casi totalidad de la población, aunque
hayan tenido un caso en su domicilio. No es un capricho mío decirlo sino una protesta por lo que no se nos está
haciendo y la urgencia que se debió
derivar de esa acertada calificación técnica de “mayores” que tenemos para que nos lo hubieran hecho y, además, porque
está sustentada en esta otra verdad… ¡La
mayoría de los difuntos forman parte de este colectivo!
Como
morir no le gusta a nadie pues tampoco quiero que dejen sin testar y proteger al resto de españoles
que, siendo jóvenes, también están
palmando y éstos tienen que ir a
trabajar para sacar adelante a sus
familias y a España del lío en
que nos han colocado ustedes con el virus… ¡Porque no tomaron a tiempo las medidas oportunas y siguen sin hacerlo!
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