Colaboración de Paco Pérez
¿ESTAMOS DISPUESTOS A RECTIFICAR?
La religiosidad de las personas estuvo, y está, ligada a la tradición que había en el lugar donde nacían y por esa razón adoraban a diferentes dioses.
Josué, para solucionar ese problema religioso tomó la decisión de abordar con valentía el problema de la idolatría y su decisión sirvió para que las personas reflexionaran y decidieran qué debían hacer y qué no, es decir, seguir adorando a los ídolos o dar culto al verdadero Dios, pusieron en valor las cosas buenas que Dios les había regalado y se comprometieron a no darle la espalda.
En nuestros días… ¿Reflexionamos sobre nuestro comportamiento cristiano para descubrir si lo que hacemos es por tradición o porque Jesús nos lo pide?
Pasaron los años, el pueblo seguía sufriendo y esperando la venida del Mesías pero, cuando lo tuvieron delante, no lo reconocieron pues las palabras y las prácticas de Jesús no fueron entendidas, ni por los discípulos. Esta realidad les hizo sorprenderse de lo que escuchaban de Él y lo criticaron pues consideraron el anuncio que les hizo de su muerte como un fracaso y no como una buena noticia pues no comprendieron que Él les decía con ellas que su muerte era necesaria para salvar a los demás. Tampoco comprendieron que sus palabras eran una llamada al seguimiento sincero y verdadero y que quienes respondieran serían acogidos por Dios pero lo que si ocasionaron a quienes iban con ellos sin estar convencidos fue que se alejaran del grupo.
Después
de aquella experiencia otros discípulos le manifestaron su adhesión total y, a
pesar de ello, después le fallaron.
¿Le
seguimos dando la espalda cuando nos pide que hagamos algo diferente al modelo
en que estamos encasillados, ritual y poca o nula práctica?
Pablo les estableció
una comparativa entre la Iglesia y la mujer y entre Jesús y
el hombre. Para ello les dijo que lo mismo que Cristo es la
cabeza visible de la Iglesia y ésta está bajo su protección en perfecta
unión, como fruto del amor, pues de la misma manera la mujer y el
hombre estarán también muy unidos por el amor, respetándose y
ayudándose.
En
nuestros días, la sociedad está siendo zarandeada por una profunda CRISIS
que afecta a todos los sectores que inciden en el equilibrio individual,
familiar, nacional o mundial la que, agravada con la pandemia, ha originado el
hundimiento de la economía mundial y eso ha hecho que se deteriore las
relaciones sociales y el bienestar general, pero con más fuerza el de los débiles.
Si añadimos que también están en horas bajas lo religioso, cultural y político…
¿Qué se podía esperar de esta confluencia de realidades destructoras?
Lo
lógico, que estas fuerzas hayan originado un cambio en el orden vigente para
que el sinsentido se vaya imponiendo poco a poco y así, algún día, logre sustituir
a la cultura que en cada lugar había, sustentada en la influencia de las
familias y en las tradiciones culturales y religiosas.
¿Por
qué hemos llegado a esta situación?
Porque
quienes están al frente de las instituciones nunca deben bajar la guardia ante
los peligros que siempre nos acechan y para ello jamás darán por sentado que
sus planteamientos son los adecuados para navegar en el océano de los nuevos
tiempos, tendrán que estar abiertos a la renovación de las ideas para evitar
que en la acera de enfrente los partidarios del caos no arañen en los pilares
fundamentales que sostienen el orden, lo deben hacer porque así actúa el mal para
lograr que se derrumbe lo que realmente vale y se implante el desorden.
Cuando
esto ocurre los principios válidos se cuestionan y la sociedad se vuelve
indiferente con lo religioso, el pensamiento y la política pues la injusticia y
la mentira presiden el nuevo orden.
La
religión está en horas bajas y la sociedad ha pasado de tener a Dios en
medio de sus vidas a mostrarse indiferentes con el hecho religioso… ¿Por qué?
Porque
se nos ha presentado a Dios como no es, un Padre que nos está
esperando con la calculadora para ajustarnos las cuentas. Esta actitud fiscalizadora
y castigadora que se nos ha venido vendiendo no se corresponde con la enseñanza
que se desprende del comportamiento que Jesús tenía cada día con
sus semejantes.
Se
nos sigue vendiendo una religión de rituales que dejan satisfechos a quienes
asisten y se han olvidado de enseñar con fuerza que para conocer a Dios
hay que ir al único lugar donde lo podemos encontrar, la Biblia. En ella
encontraremos la manifestación de Dios a las personas a lo largo del
tiempo y lo que debemos hacer lo encontramos en el comportamiento que
tuvo Jesús con todos. Si a esto le añadimos que al clero le sigue
preocupando mucho que los bancos estén llenos o vacíos pues debemos
preguntarnos… ¿Estuvieron interesados, o lo están, de actualizar el método?
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