Colaboración de Paco Pérez
ELLOS LO RECHAZARON
Jeremías nos muestra
cómo es el trabajo de los profetas y
por él aprendemos que Dios los escogió
para encargarles misiones especiales y
supongo que, por esa razón, estos hombres
extraordinarios que tuvieron que sufrir para comunicar su mensaje fueron
unos pocos y que los vulgares somos esa
multitud cómoda que sólo se preocupó, y preocupa, de comerse las brevas cuando
están maduras.
Dios no escogió a los profetas entre los importantes de la sociedad sino entre los humildes porque para cumplir sus deseos sólo se necesita tener fe, entereza, valentía, fidelidad, defender la verdad, actuar con justicia y, lo más importante, amar a los demás. Estos atributos están en las personas que tienen plena confianza en Dios porque caminan con rectitud.
El
profeta decía la verdad, sabiendo
que le ocasionaría problemas denunciar los intereses egoístas de las personas que
manejaban los hilos del poder. Dios
se anticipó y le dijo que no tuviera
miedo de luchar contra quienes lo tenían: Reyes, sacerdotes y terratenientes. Jeremías los
acusó de haberse olvidado de cumplir
la “Alianza que tenían con Dios” y de
“empobrecer al pueblo”.
Pasaron
los años y, en Nazaret, Jesús comenzó a manifestarse con la
pujanza de los profetas cuando leyó en la sinagoga, después se sentó y proclamó
la “buena noticia” que Isaías prometió al pueblo de Israel.
Un
mensaje profético que tenía como destinatarios a los pobres y a los ricos.
Con él pretendía que la “sociedad
enriquecida” con acciones incorrectas tomara conciencia de ellas, les concedieran la “LIBERACIÓN” y así retornara la “igualdad” a la sociedad. ¿Cómo
pondrían en marcha esta propuesta de Jesús?
Mediante
el “Año de Gracia” o “Año del Jubileo” pues con él, cada cincuenta años, las deudas quedaban anuladas, las propiedades compradas retornaban a los vendedores – así se
evitaba la acumulación- y los esclavos
recuperaban la libertad perdida. Con
estos cumplimientos se pretendía recordar que el ÚNICO dueño de todo era Dios y que cuando el pueblo regresó a Israel desde Egipto “todos eran iguales y
nada era de nadie”.
Al
principio, las enseñanzas que Jesús dio
a los vecinos fueron bien acogidas por ellos pero cuando les habló con la verdad ya comenzaron a
cuestionarlo quienes tenían que cambiar de comportamiento, los poderosos. Como ellos lo conocían pues
sabían que Él no había estudiado las
Sagradas Escrituras desde pequeño y
se sorprendían de sus palabras, por ahí empezaron a no aceptarlo y aún siguen en
esa postura. La sencillez de su mensaje del Reino no caló entre ellos, también ocurre ahora, porque siempre buscamos
hechos portentosos para encontrar a Dios
y no valoramos que Él siempre está
junto a quienes tienen problemas.
Pablo les hablaba de
la fuerza que tiene el “amor” para conseguir que las relaciones
sociales fueran correctas y la colocaba tan alta que él siempre debería estar
presente en nuestras vidas, hasta el punto de que “sin el AMOR nada podremos hacer”.
Analizando
este planteamiento con frialdad comprenderemos que el gran problema de entonces
y el de nuestros días es la “individualidad”
que genera el “egoísmo”, por él sólo
nos preocupamos de nosotros, idolatramos la acumulación desmedida y ésta, como
consecuencia lógica, es la que ocasiona las diferencias sociales tan enormes que tenemos.
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