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viernes, 18 de febrero de 2022

LA VIOLENCIA GENERA DOLOR Y LÁGRIMAS

 Colaboración de Paco Pérez

EL PERDÓN ES LA RESPUESTA

Siempre hubo violencia en la sociedad y, como consecuencia de ella, malestar y lágrimas… ¿Hemos logrado cambiar esta realidad con el paso de los años?

No. Opino así porque considero que ha sido un fracaso no haber avanzado en el campo del diálogo para conseguir limar las asperezas y evitar el dolor que causan los enfrentamientos. También, porque no hemos erradicado el egoísmo, el principal causante de nuestros problemas, él sigue actuando y cuando llama a nuestras puertas se las abrimos, pasa y se aprovecha de nuestro gesto para destrozar la convivencia familiar y social.

Las huellas rancias de esta realidad las encontramos en el texto de Samuel, en él se nos muestra el egoísmo, el odio, la violencia y el perdón en los actos de dos personajes históricos, Saúl y David. El rey deseaba matar a David por haber sido un valiente luchando a su servicio y éste, informado de lo que el rey quería hacerle, huyó para salvar la vida.

Estando acosado por Saúl y su ejército, David entró una noche en el campamento del rey y tuvo la oportunidad de matarlo mientras dormía rodeado de los soldados. Pudo hacerlo porque Dios hizo que un profundo sueño afectara a todos, esa ayuda que recibió David fue la prueba que le puso y él le respondió perdonando al rey la vida porque sabía que Saúl era el “ungido” de Dios. Con este gesto nos enseñó a las personas que, para vencer al egoísmo y al odio, debemos ser fieles a Dios y respetar lo que Él nos pide que hagamos.

Pasaron los años y el pueblo de Israel fue sometido por Roma y gravado por el invasor con unas cargas impositivas insoportables. Esta circunstancia empujó a los judíos a sentirse agobiados, a no aceptar los abusos que les impedían vivir con normalidad y a no desear su presencia militar entre ellos. El malestar era tan grande que había revueltas, el sumo sacerdote apaciguó a la población para hacerles aceptar el sistema tributario que les impuso Roma. El logro alcanzado fue el fruto de la manipulación ejercida por quienes vivían en la opulencia: El Sanedrín, los sacerdotes y los políticos.

No obstante, también hubo ciudadanos que no aceptaron el acuerdo y les mostraron su disconformidad organizándose de manera clandestina para luchar contra Roma, lo hicieron fundando el grupo rebelde conocido como los “Celotas”. Éstos se reunían en secreto para organizarse y tomar decisiones, fabricaban sus armas y también las robaban a los romanos, luchaban con las guerrillas, cometían atentados contra el poder…  Los romanos les respondían apresándolos, encarcelándolos, crucificándolos y vendiéndolos como esclavos.

Los “Celotas” actuaban así porque no entendían qué era el “Reino de Dios” y, como lo idealizaban desde una visión terrenal y egoísta, entendieron que los judíos debían dominar a los otros pueblos y no al revés. Aceptaban la monarquía, el Templo, los sacerdotes y la sinagoga porque eran instituciones necesarias en todos los tiempos. No obstante, reconocían los errores de ellas y por ello les proponían cambiar. Odiaban a los romanos y a los judíos que colaboraban con ellos y esperaban que el Mesías fuera un rey que, ungido por Yahvé, viniera para que el “Reino de Dios” se instaurara entre ellos de manera definitiva, el Señor repartiera las propiedades de los ricos, eliminara las deudas y liberara a los esclavos.

Cuando se manifestó Jesús les enseñó con su ejemplo el amor, el perdón y la ayuda al necesitado pero chocó con el egoísmo de aquel entorno que sólo buscaba la materialidad en sus planteamientos. Recordemos que lo condenaron convencidos de que era inocente y por esa realidad, para salvarlo, le propusieron al pueblo que eligiera entre Él y Barrabás, un “Celota” violento.

En nuestros días, para lograr la salvación, deberemos poner en marcha el deseo de cambiar lo que no funciona en nosotros, la familia, la comunidad, la nación y la Iglesia de Cristo… ¿Cómo hacerlo?

En LUCAS 6, 27-38 se nos propone el método de caminar comprometidos con los últimos de la sociedad, plantearnos qué pensamos de la propuesta, qué venimos haciendo sobre lo que se nos pide en ella y, por último, deberemos decidir qué opción vamos a tomar.

Pablo nos comenta que las personas tenemos un origen y por eso respondemos en función de él. Jesús nos mostró su realidad, que era hombre y Dios, y, como somos hermanos suyos, pues también somos hijos del Padre. Por este planteamiento tan simple debemos tener el deseo, el convencimiento y la esperanza de que si Jesús murió por todos y resucitó pues nosotros también recibiremos ese premio al final de los tiempos.

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