Colaboración de Paco Pérez
DIOS NO EXCLUYE, ACOGE
La fe encauza nuestros pasos por el buen camino cuando escuchamos al Señor porque Él siempre se preocupa de nosotros aunque su forma de manifestarse a las personas haya
ido cambiando con el paso de los años.
Un ejemplo lo tenemos en el relato de Naamán, en él se nos enseña que al Señor no le importó que él fuera general sino la humildad que había mostrado al aceptar que una esclava le aconsejara acudir al profeta Eliseo para que le ayudara, lo hizo, Dios lo valoró y quedó curado.
Naamán reconoció porqué
se había curado e intentó hacer un regalo a Eliseo pero no lo aceptó porque actuó sirviendo a Dios y con haberle hecho un bien ya se sintió
pagado. Comprendió al profeta y le
comunicó que en el futuro sólo haría sacrificios al Señor.
En Israel, por ley, quienes tenían alguna enfermedad de la piel eran considerados
como leprosos, eso les impedía vivir en los núcleos urbanos y acercarse a las personas.
Esta circunstancia les hizo pedir a Jesús, desde lejos, que los curara. En ese grupo iban judíos y un samaritano pero, aunque
tenían una enemistad histórica, la enfermedad los unió, juntos se acercaron
hasta Él y le pidieron con fe su ayuda. Lucas
17, 13: [Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.]
Ahí queda probado que para Dios todas las
personas son iguales aunque esté presente la enfermedad, la raza, la enemistad
entre los pueblos o las equivocadas leyes por las que se guiaban, en aquel
momento las del pueblo judío. A Jesús sólo le preocupó atender la necesidad que le plantearon aquellas
personas y no se fijó en los prejuicios raciales que los tenía enfrentados por
haber nacido en Galilea o Judea y adorar a Dios en los templos en Gerizim o Jerusalén.
Jesús sabía que las leyes humanas por las que se guiaban no tenían sentido
pero las respetaba y por eso recomendó a los leprosos que fueran a visitar a
los sacerdotes para que, al cumplirlas, los declararan limpios de impureza. Todos
fueron el templo pero sólo regresó uno para agradecer a Jesús su curación, era
samaritano, y con su gesto se confirmó que la fe que tenía en Jesús había sido quien lo curó… ¿La tenemos
nosotros?
En aquel entorno la mayoría de las personas tampoco tenían
fe pues habían sido educados mal y por ello creían que aquellos leprosos habían
adquirido la enfermedad porque Dios los había castigado y eso les hacía no compadecerse de ellos.
También se nos muestran los dos modelos de personas
que estamos en el mundo, quienes consideran que tienen
derecho a todo, están representados en los
curados que no buscaron después a Jesús, y aquellos otros
que sí lo buscan, quienes reconocen que todo lo bueno que tenemos viene de Él, el samaritano es el modelo
a seguir.
La sociedad judía no conocía a Dios en su justa
dimensión porque los habían confundido con planteamientos equivocados sus
referentes religiosos al enseñarles creencias alejadas de la verdad de Dios. Ellos
rechazaban mezclarse con los pobres y los enfermos pero Jesús hacía lo
contrario, los acogía y se reunía con todos… ¿Por
qué actuaban así?
Porque para ellos los que serían acogidos por Dios serían los sacerdotes, los que se
mostraban muy piadosos y los cumplidores de la Ley; aquellos que no entraban en esos grupos eran considerados por ellos pecadores y que Dios los
rechazaba.
Este planteamiento no encaja en el comportamiento
real de Dios porque nos ama a todos por igual, cumplidores e incumplidores, y por esa
realidad todos seremos acogidos y no rechazados.
Pablo comunicó a los cristianos de su comunidad que el ejemplo de Jesús era el camino
que él recorría, que a sus enseñanzas se encontraba encadenado como si fuera un condenado y que así seguiría
hasta el final de sus días pues es el único
camino que debemos recorrer, el que Jesús nos enseñó, para
alcanzar la salvación de la que Él hablaba y ya alcanzó.
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