Colaboración de Paco Pérez
ESPERANDO
A JESÚS ESPERANZADOS
En
la Navidad recordamos que nació Jesús y antes, durante cuatro
semanas, debemos intentar mejorar el comportamiento para que cambien nuestros
hábitos equivocados. A este tiempo de preparación le llamamos Adviento
y, durante él, recordamos que la venida
del Señor está próxima, trabajaremos para que se cumpla la voluntad de Dios y estaremos siempre vigilantes.
Lo enseñó Jesús y está en Mateo 24, 43: [Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene
el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.].
Por eso… ¿Con qué actitud debemos vivir durante estos días?
Cargados de esperanza pero sabiendo que si nos
limitamos a esperar que Él actúe, y no colaboramos, el
mundo no arreglará sus rotos y no lograremos cambiar lo que no funciona.
Vigilando de manera
permanente nuestro entorno social, político y religioso
para que sus influencias en la familia y en la comunidad nos hagan mejorar y no nos empobrezcan o deterioren.
Siendo
justos e inconformistas siempre pues así estaremos en permanente revisión de lo personal y lo colectivo, con esa actitud podremos descubrir y denunciar las irregularidades que flotan en nuestro entorno y lo
haremos con la sana intención de intentar corregir esas actuaciones equivocadas,
incluida la nuestra.
Imitando
a los profetas
pues así aprenderemos que si viajamos al pasado descubriremos que en el entorno social de
entonces, con las variantes que nos regala el paso de los años, también hubo
problemas. Ellos, por esas realidades y movidos por el Señor,
intervenían para pedirles que cambiaran. Luego, si nada es nuevo bajo las
estrellas… ¿Por qué no escuchamos a quienes intentan guiarnos y cambiamos?
Isaías les habló del papel que desempeñaría el Templo
de Jerusalén como centro espiritual
del pueblo, que acudirían a él para dar gloria al Señor y a recibir sus enseñanzas, de la necesidad de cambiar la conducta y de cómo
sería la convivencia si escuchaban. Les aconsejó caminar con justicia, teniendo compasión
de quienes sufrían, siendo solidarios
con los problemas ajenos y deponiendo
las armas para que cesara la
violencia y reinara la PAZ.
En
nuestros días, para que esta propuesta se hiciera realidad, sería necesario que
los países ricos dejaran de comerciar con los pobres para venderles armas y cobrarlas después explotando sus
recursos naturales. Así los dejan empobrecidos y las personas son empujadas a migrar
para buscar una vida digna en otros lugares, aunque saben qué peligros les
esperan. Si el egoísmo humano no actuara así y los países
desarrollados les ayudaran con proyectos
que les permitieran vivir bien es posible que cesaran las GUERRAS y las
MIGRACIONES. Si algún día cambian la PAZ
será una realidad en el mundo y, además, con un coste más bajo que montando
guerras.
Pablo les habló de la
cercanía del Reino, de lo próxima
que estaba la salvación y, para lograrla, les aconsejó que dejarán a un
lado las acciones que condenan, que lucharan empleando la justicia y la verdad
pero no las armas, comportándose con dignidad, no actuando con desenfreno y
evitando la lucha.
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