Colaboración de Paco Pérez
SALVACIÓN PARA TODOS
Éste hecho, anunciado con antelación, fue inexplicable
para muchas personas, pero ocurrió.
Quienes lo mataron habían tenido noticias de que Jesús lo había anunciado antes, al morir alguien recordó sus palabras y las autoridades decidieron colocar guardias junto al sepulcro para evitar que sus seguidores robaran el cuerpo, así pensaban evitar que después dijeran que había resucitado. El colocar guardias junto a la tumba hizo que, al resucitar, ellos fueran unos testigos fiables y que dieran testimonio de esa verdad.
Al
apresarlo, los discípulos no comprendieron los hechos, abandonaron
a Jesús en el momento más delicado
de su vida e incluso negaron conocerlo pero cuando se enteraron que había resucitado
se sorprendieron, algunos no lo creían, y continuaron escondidos. Cuando se les
apareció cambiaron pues lo tocaban, comían y hablaban con Él. Estos encuentros hicieron que lo reconocieran aunque comprobaban
que esa relación no era la misma que tuvieron antes de su muerte pues siendo el mismo Jesús ahora no era el de antes.
Las
vivencias que tuvieron en el reencuentro con el resucitado cambiaron
sus vidas de manera radical pues ahora sí los ganó para su causa de manera
definitiva y pasaron de estar escondidos por temor a todo y a todos a recuperar
la alegría, la valentía de hablar sin miedo, a dar testimonio de su verdad y a morir por Él.
Ellos
sabían que lo ocurrido era verdad pero, como no lo habían presenciado, no lo afirmaban
y sí les comunicaban las experiencias
que habían vivido con Él antes y en esos días posteriores a la resurrección,
vivencias que les confirmaron que Jesús
era el Mesías prometido, en su
condición de “Hombre-Dios”.
La
resurrección transformó a Pedro de
manera total pues pasó de ser un judío practicante que no se relacionaba con
los paganos, una de las razones por las que no comprendía que Jesús sí
lo hiciera, a ver la luz después que un pagano -el centurión Cornelio-
lo recibiera con alegría en su casa. Ese encuentro lo transformó de manera
total y después, cuando hablaba de Jesús, recordaba sus enseñanzas, los actos de bondad
que protagonizó durante su vida pública y las vivencias finales que
los apóstoles tuvieron con Él antes de marcharse con el Padre de manera definitiva. También les
comunicó que los apóstoles habían recibido el encargo de predicar y anunciar que quienes creyeran en Él recibirían el perdón de sus pecados.
Pablo también habló
de la resurrección, confirmando que Jesús estaba junto al Padre, les aconsejaba que siguieran
su ejemplo para que, cuando se presentaran a Él, hubieran hecho bien los
deberes y pudieran estar también a su lado, donde están los bienes eternos, esos que nunca caducan, y que no perdieran
el tiempo aquí intentando acumular esas propiedades que nunca serán valoradas allí.
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