Colaboración de Paco Pérez
LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
En Pentecostés se recuerda el
día que el Padre decidió, así lo veo, que lo anterior tenía que dar paso
a lo nuevo… ¿Cómo lo hizo?
Los discípulos estaban reunidos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos y esa medida no impidió que ocurriera un fenómeno extraordinario: Sopló un fuerte viento y unas lenguas de fuego aparecieron sobre ellos. Así se manifestó a ellos el Espíritu Santo y al transformarlos dejaron de estar asustados, salieron al exterior y predicaron la Palabra.
La
transformaciones que sufrimos, según Pablo,
son obra del Espíritu de Jesús,
es decir, Él es quien lo envía
para que nos ayude a caminar y, aunque es invisible, es real. Para comprender
con más facilidad cómo actúa el Espíritu Santo deberemos investigar en
la trayectoria que llevaron algunos personajes que hicieron historia en nuestra
religión y así, a través de ellos, percibiremos mejor la evolución que
experimentaron en su forma de pensar y actuar. Si damos este paso comprenderemos
que el Espíritu Santo nos invita a
la transformación interior para que libremente decidamos y así sólo recaiga en
nosotros la responsabilidad de desear el cambio o no y de aceptar el reto de
seguir a Jesús o no. Si lo hacemos nos mostrará los caminos, nos
empujará y no nos abandonará.
No
olvidemos que evangelizar NO ES cooperar en la divulgación de una campaña
publicitaria porque en ésta se
logra el objetivo con belleza, risas, poses y fotos pero en la evangelización hay que DAR TESTIMONIO
y antes de hacerlo tendremos que descubrir qué podemos ofrecer a los demás.
El
Espíritu Santo nos ayuda con sus dones
para que trabajemos por la Iglesia. Cuando
se presentó Jesús en la casa les
mostró las huellas de su identidad, les
dijo que actuaba enviado por el Padre y que en el futuro ellos evangelizarían llevando la PAZ del SEÑOR y la PALABRA… ¿Lo hacemos?
La realidad nos enseña
que fallamos cuando no escuchamos la voz silenciosa del Espíritu para abrazar el modelo religioso
que nos propone la tradición, si no hacemos nada por conocer mejor a Jesús o si preferimos no seguirlo
porque nos pide cumplir en todos los campos de la vida como Él lo hacía. Cuando nos
guiamos por la tradición todo queda reducido a participar en ciertos actos
religiosos que no nos comprometen a nada.
Felipe
evangelizó guiado por el Espíritu y no por las normas de
las primeras comunidades, no lo comprendieron y después sí aceptaron su
decisión; Pedro comprendió que para Dios todos somos iguales cuando
la familia de Cornelio se convirtió y Pablo, empujado por el Espíritu, dejó de perseguir a los
cristianos para evangelizar, fundó comunidades cristianas y murió por Él.
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