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sábado, 18 de mayo de 2024

PENTECOSTÉS

 Colaboración de Paco Pérez

EL ESPÍRITU SANTO NOS AYUDA

Pentecostés tiene un recuerdo diferente en el judaísmo y en el cristianismo. Para ellos la entrega de la Ley a Moisés en el Sinaí y, para nosotros, que los apóstoles, estando escondidos, recibieron la visita del Espíritu Santo.

Ellos permanecen aferrados a la tradición pero Dios nos sigue pidiendo, a todos, que cambiemos lo inservible por lo útil.

Los apóstoles sí cambiaron porque con la intervención del Espíritu Santo comprendieron la importancia de la evangelización, perdieron el miedo, salieron a predicar y fueron a otros lugares mostrando el camino del Reino. Como ejemplo de cambio por la intervención del Espíritu Santo tenemos a Pedro, aquel judío que rechazaba mezclarse con los paganos y, cuando Cornelio acudió a su casa, ya rompió las cadenas que lo esclavizaban a ese pensamiento, recordó el mensaje de Jesús, lo comprendió y comenzó a predicar y practicar la igualdad, el perdón, la ayuda…

Quienes comprenden a tiempo que enterrar el pensamiento viejo es una necesidad dan el primer paso para mejorar el suyo y cambian porque sin olvidar que decir y después seguir haciendo lo mismo no es lo que Cristo enseñó.

Cuando el Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles

éstos, como Jesús, aceptaron el cumplimiento de su misión, salieron del escondite con valentía, predicaron ayudados del “don de lenguas” que recibieron y, quienes los escuchaban, entendían el mensaje en su propia lengua.

Pablo también evangelizó, fundó comunidades cristianas y les escribía cartas para ayudarles a corregir los problemas que iban apareciendo en ellas. Uno de esos problemas fue creerse preparados para continuar con la evangelización sin la ayuda de nadie y él les recordó que el papel del Espíritu Santo era ayudarnos, a nivel individual o colectivo, a reconocer a Jesús como Señor y que esa acción se realiza de manera invisible. También les recordó, proponiéndoles como ejemplo el cuerpo humano, que la Iglesia también tiene muchos miembros, que cada uno tiene que cumplir una misión distinta y que ese conjunto de actuaciones, bien armonizadas, nos permiten mostrar acertadamente el deseo de Jesús.

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