Colaboración de Paco Pérez
EL ESPÍRITU SANTO NOS AYUDA
Pentecostés
tiene un recuerdo diferente en el judaísmo y en el cristianismo. Para ellos la entrega de la Ley a Moisés en el Sinaí y, para nosotros, que los
apóstoles, estando escondidos, recibieron la visita del Espíritu Santo.
Ellos
permanecen aferrados a la tradición pero Dios nos sigue pidiendo, a todos, que
cambiemos lo inservible por lo útil.
Los apóstoles sí cambiaron porque con la intervención del Espíritu Santo comprendieron la importancia de la evangelización, perdieron el miedo, salieron a predicar y fueron a otros lugares mostrando el camino del Reino. Como ejemplo de cambio por la intervención del Espíritu Santo tenemos a Pedro, aquel judío que rechazaba mezclarse con los paganos y, cuando Cornelio acudió a su casa, ya rompió las cadenas que lo esclavizaban a ese pensamiento, recordó el mensaje de Jesús, lo comprendió y comenzó a predicar y practicar la igualdad, el perdón, la ayuda…
Quienes
comprenden a tiempo que enterrar el pensamiento viejo es una necesidad dan el
primer paso para mejorar el suyo y cambian porque sin olvidar que decir y
después seguir haciendo lo mismo no es lo que Cristo enseñó.
Cuando
el Espíritu Santo se manifestó a los apóstoles
éstos,
como Jesús, aceptaron el cumplimiento de su misión, salieron del escondite con
valentía, predicaron ayudados del “don de lenguas” que recibieron y, quienes
los escuchaban, entendían el mensaje en su propia lengua.
Pablo
también evangelizó, fundó comunidades cristianas y les escribía cartas para ayudarles
a corregir los problemas que iban apareciendo en ellas. Uno de esos problemas fue
creerse preparados para continuar con la evangelización sin la ayuda de nadie y
él les recordó que el papel del Espíritu Santo era ayudarnos, a nivel
individual o colectivo, a reconocer a Jesús como Señor y que esa acción se
realiza de manera invisible. También les recordó, proponiéndoles como ejemplo
el cuerpo humano, que la Iglesia también tiene muchos miembros, que cada uno
tiene que cumplir una misión distinta y que ese conjunto de actuaciones, bien
armonizadas, nos permiten mostrar acertadamente el deseo de Jesús.
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