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viernes, 21 de noviembre de 2025

CRISTO REY

 Colaboración de Paco Pérez

CREER Y CONFIAR EN DIOS

DOMINGO 34 C

TEXTOS, para meditarlos:

1ª LECTURA: 2 SAMUEL 5, 1-3

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron:
- «Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel."»
 Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

SALMO RESPONSORIAL: 121

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R

2ª LECTURA: COLOSENSES 1, 12-20

Hermanos:
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

EVANGELIO: LUCAS 23, 35-43

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:

- «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

- «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

- «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a tí mismo y a nosotros.»

Pero el otro lo increpaba: - «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»

Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»

Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»

REFLEXIÓN:

Jesús, con un mensaje sencillo y buenas acciones, los ilusionó pero cuando lo detuvieron, condenaron y crucificaron muchas personas quedaron confundidas… ¿Por qué?

Porque algunos, al ver que no se defendió como un rey para evitar la cruz, consideraron que no se cumplieron las expectativas que les despertó; los que no lo habían apoyado optaron por burlarse de Él y otros, asustados, lo negaron o se escondieron. Quienes sí habían comprendido la verdad de sus palabras y acciones estuvieron a su lado hasta el final pero sólo uno de los ladrones lo reconoció como Rey de su Reino.

Estos hechos me recuerdan una realidad: Nos acercamos al árbol buscando comida o sombra pero, cuando se seca, lo talamos para que no entorpezca.

Jesús predicó su Reino a todos, fue poco comprendido y aún seguimos así porque algunos sólo nos preocupamos de ganarnos la otra vida mirando hacia arriba, con rezos y poca preocupación por los problemas ajenos. Otros, los menos, son los que siguen su ejemplo curando enfermos, consolando a los tristes, dando de comer a quienes tienen hambre… Éstos sí han aprendido que el Reino está en medio de nosotros y por eso acuden al árbol sin pretender beneficiarse de su sombra protectora sino porque desean que las personas también la reciban y puedan vivir con dignidad, sin sufrimiento y esperanzadas en el más allá.

Los planes de Dios se cumplen cuando creemos, tenemos fe, damos continuidad a nuestros actos y empujamos para que su proyecto triunfe. El problema está en tener el saldo de la fe bajo y ser cómodos y egoístas. Trabajando así nos estancamos porque nos cuesta recorrer el camino y entonces nos buscamos otra forma más llevadera de viajar por el Reino… ¿Será suficiente el plan que cada persona se traza para presentarse ante el Padre?

Me planteo esta pregunta porque han pasado muchos años y los cristianos hemos avanzado poco en la comprensión del Reino. Ocurre cuando nos acostumbramos a justificar nuestra espiritualidad con acciones que no arreglan los problemas propios ni los ajenos.

Él aconsejaba que las prácticas religiosas no se sustentaran en las rutinas de la tradición… ¿Están las nuestras libres de rutinas? ¿Las cambiamos?

Un ejemplo lo encontramos al nombrar a David rey para que los guiara… ¿Qué hicieron?

Cambiaron, cedieron en sus planteamientos particulares y lo eligieron por unanimidad.

Así es cómo deben actuar, hoy, quienes dirigen los destinos de los pueblos, sin anteponer sus intereses personales a los generales.

Según Pablo, las personas estaban en las tinieblas pero fueron rescatadas por Jesús para que conocieran la luz… ¡Viviendo en paz, como hermanos y practicando el perdón y la reconciliación!

 


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