Colaboración de Paco Pérez
DOMINGO 34 C
TEXTOS,
para meditarlos:
1ª LECTURA: 2 SAMUEL 5, 1-3
SALMO RESPONSORIAL: 121
2ª
LECTURA: COLOSENSES 1, 12-20
EVANGELIO: LUCAS
23, 35-43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús,
diciendo:
- «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el
Mesías de Dios, el Elegido.»
Se
burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-
«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y
hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo
insultaba, diciendo:
- «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a tí
mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba: - «¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo,
porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en
nada.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí
cuando llegues a tu reino.»
Jesús le respondió: «Te lo aseguro:
hoy estarás conmigo en el paraíso.»
REFLEXIÓN:
Jesús, con un mensaje sencillo y buenas acciones, los ilusionó pero
cuando lo detuvieron, condenaron y crucificaron muchas personas quedaron
confundidas… ¿Por qué?
Porque algunos, al ver que no se defendió como un rey para evitar la
cruz, consideraron que no se cumplieron las expectativas que les despertó; los
que no lo habían apoyado optaron por burlarse de Él y otros, asustados, lo
negaron o se escondieron. Quienes sí habían comprendido la verdad de sus palabras y acciones estuvieron
a su lado hasta el final pero sólo uno de los ladrones lo reconoció como Rey de
su Reino.
Estos hechos me recuerdan una realidad: Nos acercamos al árbol buscando
comida o sombra pero, cuando se seca, lo talamos para que no entorpezca.
Jesús predicó su Reino a todos, fue poco comprendido y aún seguimos así
porque algunos sólo nos preocupamos de ganarnos la otra vida mirando hacia
arriba, con rezos y poca preocupación por los problemas ajenos. Otros, los
menos, son los que siguen su ejemplo curando enfermos, consolando a los
tristes, dando de comer a quienes tienen hambre… Éstos sí han aprendido que el
Reino está en medio de nosotros y por eso acuden al árbol sin pretender
beneficiarse de su sombra protectora sino porque desean que las personas también
la reciban y puedan vivir con dignidad, sin sufrimiento y esperanzadas en el
más allá.
Los planes de Dios se cumplen cuando creemos, tenemos
fe, damos continuidad a nuestros actos y empujamos para que su proyecto triunfe.
El problema está en tener el saldo de la fe bajo y ser cómodos y egoístas. Trabajando
así nos estancamos porque nos cuesta recorrer el camino y entonces nos buscamos
otra forma más llevadera de viajar por el Reino… ¿Será suficiente el plan que
cada persona se traza para presentarse ante el Padre?
Me planteo esta pregunta porque han pasado muchos años
y los cristianos hemos avanzado poco en la comprensión del Reino. Ocurre cuando
nos acostumbramos a justificar nuestra espiritualidad con acciones que no
arreglan los problemas propios ni los ajenos.
Él aconsejaba que las prácticas religiosas no se
sustentaran en las rutinas de la tradición… ¿Están las nuestras libres de
rutinas? ¿Las cambiamos?
Un ejemplo lo encontramos al nombrar a David rey para
que los guiara… ¿Qué hicieron?
Cambiaron, cedieron en sus planteamientos particulares
y lo eligieron por unanimidad.
Así es cómo deben actuar, hoy, quienes dirigen los
destinos de los pueblos, sin anteponer sus intereses personales a los
generales.
Según Pablo, las personas estaban en las tinieblas
pero fueron rescatadas por Jesús para que conocieran la luz… ¡Viviendo en paz, como
hermanos y practicando el perdón y la reconciliación!
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