UN PEQUEÑO HALCÓN
Colaboración de Ramiro Aguilera
LA CETRERÍA: Capítulo 1
Es nuestro pueblo rico en cernícalos, esas pequeñas aves rapaces que conocemos vulgarmente como los “gavilancillos” o “avilanejos” y que poco tienen que ver con los gavilanes, de los que hablaremos otro día.
El cernícalo vulgar (conocido en el pueblo como “el de uña negra”) que está presente durante todo el año, anidando principalmente en cortijos abandonados, en los escasos cortados que tenemos en nuestros campos y en nidos abandonados de córvidos.

Los pollos o inmaduros (durante el primer año de vida) son en su plumaje más parecidos a las hembras.

Son estas rapaces muy beneficiosas para las agricultura, aunque han sido perseguidas con saña al culpabilizarlas de que se comen los pollos de perdiz, y sus poblaciones han disminuidos en nuestro término de forma alarmante, a lo que no es ajeno el expolio de los nidos.
Os sugiero que los observéis en el campo, es una delicia ver como vuelan, quedándose a veces como suspendidos en el aire (cerniéndose, de ahí su nombre) como si fueran un helicóptero, lo que hacen para observar mejor sus posibles presas en el suelo. Deberíamos tomar conciencia en Villargordo de la importancia de que estos pequeños halcones sigan viviendo en nuestros campos, respetándolos e impidiendo el expolio de nidos. No debemos olvidar que son grandes aliados de los agricultores controlando las plagas de roedores e insectos y ayudando a que se mantengan en equilibrio los ecosistemas.
Ramiro Aguilera
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