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lunes, 14 de enero de 2013


La PREVIA
de
San Antón
Colaboración de Santiago López Pérez
Capítulo I: Reparación de la imagen
Decía el poeta que se canta lo que se pierde, y en el caso de nuestro pueblo, al que no puedo volver tanto como yo quisiera, dadas mis circunstancias personales, bien que se le echa de menos, pues no solemos apreciar lo que tenemos al alcance de la mano hasta que dejamos de tenerlo.
Gracias a este invento de Internet, los que vivimos fuera de Villargordo podemos seguir en contacto con todo lo que en él acontece. Vaya por adelantado mi agradecimiento a todos los que dedican su tiempo y su esfuerzo en esta tarea que tan buenos momentos nos proporciona, sobre todo a los que por diversas causas un día tuvimos que marcharnos de nuestro pueblo.

Sucedió así que un día viendo imágenes de una procesión de San Antón, que estaban en la página web de “Villargordo cofrade”, pude apreciar que al Santo le faltaba la mayor parte del dedo pulgar de la mano derecha y me ofrecí voluntario para repararle ese daño, trabajo parecido que ya  había realizado en otras imágenes. Algunos miembros de esta Hermandad me comentaron también la necesidad de reparar las fisuras que presentaba la peana así como las enormes grietas que habían provocado el desprendimiento del “marranillo” que acompaña al Santo, además de los pequeños desperfectos que salpicaban la pintura de la imagen. Aunque, sin duda, lo más llamativo era la enorme suciedad que presentaba por todas partes y la capa de barniz grisáceo oscuro que sólo Dios sabe cuándo le fue aplicada y que había ocultado la expresión y el tono natural del rostro especialmente.
Detectado el problema, no quedaba más que ponerse manos a la obra. Empecé por reparar el dedo con una pasta especial para ello, que, una vez seca, fue retocada con pintura al óleo buscando los tonos encarnados del resto de la mano.
Como cada paso necesita su tiempo de secado, aprovechaba entonces para ir limpiando, poco a poco, con algodones y los líquidos convenientes, la cabeza, manos y pies del Santo. En este proceso tuve la satisfacción de poder comprobar cómo San Antón ocultaba unos tonos rosáceos en sus mejillas, inapreciables hasta ese momento por culpa de la suciedad. Las largas barbas también han sido retocadas pues presentaban un color gris plano que no favorecía la apreciación del volumen de las mismas.
Después de sellar las fisuras y grietas de la peana con los materiales necesarios, procedí a recubrirlos con óleo imitando las tonalidades originales.
Una de las cosas que más me llamó la atención fue ver que la imagen estaba barnizada solamente por su parte frontal, quedando la parte trasera de la misma en unas tonalidades mate cuyo color había perdido su intensidad y fuerza con el paso de tantos años. Así pues, toda esta zona ha sido reparada con el óleo y el barniz correspondiente para que la figura de nuestro Santo quedara dignamente presentable.
Tengo que aclarar, antes de finalizar, que no he llevado a cabo una restauración profunda de la imagen pues no soy la persona indicada para ello. Con mi mejor voluntad y entrega he pretendido arreglar y dignificar esta figura de San Antonio Abad que estaba verdaderamente bastante deteriorada. Una de mis mayores preocupaciones ha sido no quitarle “la solera” de la impronta que el pasar de los años ha dejado sobre ella, pues ese sabor que, en estos casos, sólo puede dar el tiempo es ya un mérito en sí mismo. Aparte de que se rompería la estética del retablo que preside la ermita, pues, como todos sabemos, en la hornacina que hay al otro lado de nuestro Señor de la Salud, se encuentra la imagen de Santa Ana, acorde en “tonalidades temporales” con la de San Antón. Es por este motivo por el que no he tocado ni el libro ni la túnica del Santo, entre cuyos pliegues se pueden apreciar los chorreones secos de un barniz pésimamente aplicado sepa Dios cuándo.
También quiero aclarar respecto a la simpática figura del “marranillo” que, desoyendo los consejos de algunos que me animaban a cambiarlo de color, he decidido mantenerlo con su característico color negro puesto que no había recibido indicación alguna de parte de los responsables de la imagen y también porque considero que así lo hemos conocido de siempre y así debe permanecer…  ¿Sería éste un marrano de pata negra?
Han sido muchos los gestos de simpatía y cariño que ha recibido San Antón mientras ha estado en mi casa; sin embargo, casi nadie sabía nada sobre la vida y obra de nuestro Santo.

Conocemos la vida del abad Antonio, cuyo nombre significa "floreciente"  y al que la tradición llama el Grande, principalmente a través de la biografía redactada por su discípulo y admirador, san Atanasio, a fines del siglo IV.
Este escrito, fiel a los estilos literarios de la época y ateniéndose a las concepciones entonces vigentes acerca de la espiritualidad, subraya en la vida de Antonio -más allá de los datos maravillosos- la permanente entrega a Dios en un género de consagración del cual él no es históricamente el primero, pero sí el prototipo, y esto no sólo por la inmensa influencia de la obrita de Atanasio.
En su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres...".
Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas.
Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas  junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria.
En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su  experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas… ¿Por qué esta elección?
Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo -como los de nuestros días - temían desmesuradamente a los cementerios, que creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Todo -aún los lugares que más espantan a la naturaleza humana - es de Dios, que en Cristo lo ha redimido todo; la fe descubre siempre nuevas fronteras donde extender la salvación.
Pronto la fama de su ascetismo se propagó y se le unieron muchos fervorosos imitadores, a los que organizó en comunidades de oración y trabajo. Dejando sin embargo esta exitosa obra, se retiró  a una soledad más estricta en pos de una caravana de beduinos que se internaba en el desierto.
No sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales, alcanzó la cumbre de sus dones carismáticos, logrando conciliar el ideal de la vida solitaria con la dirección de un monasterio cercano, e incluso viajando a Alejandría para terciar en las interminables controversias arriano-católicas que signaron su siglo.
Sobre todo, Antonio, fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como "apotegmas" o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su "Vida".
Poco a poco, fieles seguidores de aquella forma de vida crean numerosas colonias monásticas a su alrededor, convirtiéndole en su padre espiritual. Se reunían para celebrar juntos los oficios divinos, compaginando, de este modo, el silencio y la soledad con la vida común.
Murió a los ciento cinco años de edad, previendo el día de su muerte, ya convertido en hombre perfecto, dominador de los animales feroces, dueño de SUB pasiones, lleno de sabiduría y sanador de almas y cuerpos.
San Antonio es el Santo taumaturgo que no solo es invocado en favor de los hombres, sino también de los animales, que aún actualmente son bendecidos el día que se celebra la festividad del Santo.
Antonio murió muy anciano, hacia el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo; al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada.

PUES NOS ERES PROTECTOR, 
SOL DE EGIPTO PEREGRINO
AMPARA ANTONIO DIVINO
A QUIEN TE PIDE FAVOR.

AL DESIERTO TE RETIRAS
DANDO TU HACIENDA A LOS POBRES,
PARA QUE EN EL CIELO COBRES
SEGURO EL PREMIO, A QUE ASPIRAS;
Y PUES AL SOCORRO MIRAS
CON IMPULSO SUPERIOR:
AMPARA ANTONIO DIVINO
A QUIEN TE PIDE FAVOR.







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