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viernes, 19 de abril de 2013


VIAJANDO

CON

DON RECUERDO

Colaboración de Paco Pérez

Capítulo IV

POR EL AMOR A LA “REINA”(I)

En el ajedrez los pelados eran de otro estilo, se entendían como las consecuencias que se le derivaban al perdedor al concluir la partida… ¡¡¡La mofa del entorno!!!
La cafetería del señor Blas Castellano “Pancho”, bautizada como “Bar Deportes”, tenía su ubicación también en “El Paseo”. En la parte delantera tenía un patio, éste estaba separado de “El Paseo” con una puerta y unas rejas metálicas de hierro forjado, pintadas de color verde. En “El Paseo”, muy cerca de la puerta, había un árbol que tenía el tronco hueco. Durante la estación de verano ese patio acogía las partidas de dominó y de ajedrez al atardecer, incluso algunos días se salían fuera del recinto para jugarlas junto a ese árbol. Los mirones también formaban parte de esas estampas costumbristas y su participación consistía en que se sentaban alrededor o permanecían de pie, una vez acabado el juego metían baza con sus comentarios sobre los aciertos o errores que ellos habían observado:<Así se desarrollaban estas guerras todas las tardes.>
En ese ambiente histórico dos partidas de ajedrez pasaron a la historia local. En la primera los contendientes eran conocidos popularmente como Juan Agudo y AlejandroLeznas”. Al primero no hay que esforzarse mucho para saber que fue el padre  de Juan Beni, conocido popularmente como JB, y para identificar al segundo sí hay que orientar algo al lector. Este muchacho era hijo de un señor que vino a nuestro Ayuntamiento en la década de 1950 para desempeñar la labor de Secretario. El apodo, cosa lógica, le fue colocado por uno de nuestros paisanos nada más llegar aquí. Según me contó uno de sus coetáneos, el fundamento que argumentó el autor del apodo para ponérselo fue que tenía el pelo de punta y para arriba.
Una de esas tardes ambos se sentaron ante el tablero para disputar sus habituales partidas. Parece ser que Juan estaba algo quemado aquella tarde porque Alejandro estaba jugando con más acierto y en un momento de la última partida Juan se distrajo más de lo debido y colocó la REINA en una posición favorable para un caballo de Alejandro y éste, cosa lógica, como el moño le sobresalía por encima de la corona pues la cogió de ahí para sacarla del tablero. Hasta ese momento todo trascurrió con normalidad pero en menos que canta un gallo Juan cambió los hechos y, sin proponérselo, pasó por su acción inesperada a la historia de Villargordo… ¿Qué hizo para ello?Alejandro colocó su mano en posición de grúa y, sujetándola con los dedos índice y pulgar, comenzó a elevarla para depositarla fuera del tablero. Juan, en décimas de segundo, tomó la decisión de coger sus armas para defender a la REINA y así poder impedir que su oponente la apresara sin avisarle previamente de su error y, por esa acción, la dejara fuera del trono sin desempeñar la gran labor que hace a diario ayudando al REY en el gobierno y defensa de su reino, el tablero.
Juan movió su mano derecha con una rapidez y precisión increíbles y eso le permitió sujetar a la REINA por los pies, Alejandro también fue ágil y la sujetó con fuerza por la cabeza, impidiendo que se la arrebatara su oponente. En esa situación comenzó un forcejeo en el que la señora iba de una parte a otra por encima del tablero, ella se quejaba de que la iban a descabezar y ellos, absortos en su esfuerzo de apropiación, no se percataban de la escena tan lamentable que estaban escenificando y, mientras ocurría, los presentes les prestaron su atención atraídos por el vocerío que tenían con el intercambio de expresiones. Por ejemplo:
- ¡¡¡No me has avisado!!! –reclamaba Juan.
- ¡¡¡La has puesto tú ahí!!! –aclaró Alejandro.
- ¡¡¡Es mía!!! –insistía Juan.
- ¡¡¡Era tuya y la has perdido!!! – le respondió Alejandro.
En el fragor del forcejeo y del intercambio de palabras, cuando ya estaban a punto de arrancarle la cabeza a la figura, de pronto ocurrió algo inesperado… <Juan perdió los nervios y le arreó a su oponente un guantazo que hizo volver la cabeza a los que estaban jugando otras partidas>
Así acabó el pelado que Alejandro hizo a Juan esa tarde.
ANÉCDOTAS DE JUAN AGUDO
De Alejandro poco tengo que contar porque su periplo villargordeño duró unos cuantos años, los que estuvo ejerciendo su padre como funcionario de nuestro Ayuntamiento, y ya no supe más de su vida.
Juan, por el contrario, siguió protagonizando anécdotas  muy curiosas en nuestro pueblo durante bastantes años. Estudio Magisterio pero, a pesar de tener la carrera acabada, no opositó porque entró a trabajar como director de la oficina que CajaSur abrió en Villargordo al comenzar la década de 1950, estuvo ubicada en un bajo propiedad de sus padres, el situado en la esquina que hay enfrente de la de Zamorita.
Hay una leyenda popular que cuenta sobre él: Un día, desempeñando su labor de director en su despacho de la oficina bancaria, tuvo que firmar un montón de documentos. Como todos eran de la misma clase y por el mismo concepto pues el trabajo consistía en que él tenía que escribir, en la parte inferior de cada uno de ellos, de su puño y letra: <El Agente y debajo plasmaba su firma como Juan Agudo, como es lógico acompañado de los garabatos que él usaba.>
Los que le conocimos bien sabemos que era demasiado bueno y que su alto nivel intelectual le hacía vivir, a veces, en otro mundo aunque estuviera rodeado de una multitud. Durante el acto de las firmas debió de ocurrirle algo parecido porque terminó firmando algunos de esos documentos así:<El Agudo y, debajo, firmó con Juan Agente>.
Esta historieta la contó él en más de una ocasión cuando estuvimos de colegas en el Colegio de nuestro pueblo… ¿Cómo fue posible esta situación si antes les hablé de que era banquero?
Porque abandonó la banca y se pasó a la enseñanza. Con nosotros estuvo destinado unos años, trabajó en el aula de “Educación Especial” y en ella tuvo como alumno a Javi, el hijo mongolito del inolvidable Miguel “Pereto”. Este niño estaba muy unido a él y en los recreos siempre estaba presente en nuestras tertulias, con D. Francisco tenía una relación más intensa porque siempre estaba dándole bromas y esa fue la razón que permitió que cuando se marchó Juan a Tarifa (Cádiz) por adjudicación de plaza definitiva en el “Concurso de trasladosJavi siguió haciéndonos compañía en los recreos y, por sus características, nos preguntaba de manera persistente por su maestro. D. Francisco tenía unas caídas muy graciosas y un día, cuando Javi volvió a repetirle la pregunta habitual con su lenguaje ininteligible, D. Francisco le respondió así:
- ¿Dónde está D. Juan? – pregunto el niño.
- Se ha ido a Cádiz a echarle de comer a los palomos.
Desde ese día Javi repitió la frase cuando le preguntábamos por su maestro D. Juan.

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