VIAJANDO
CON
DON
RECUERDO
Colaboración de Paco Pérez
Capítulo IV
POR EL AMOR A LA
“REINA”(I)
En el ajedrez
los pelados eran de otro estilo, se
entendían como las consecuencias que se le derivaban al perdedor al concluir la
partida… ¡¡¡La mofa del entorno!!!
La cafetería del señor Blas Castellano “Pancho”, bautizada como “Bar Deportes”, tenía su ubicación también en “El Paseo”. En la parte delantera tenía un patio, éste estaba separado
de “El Paseo” con una puerta y unas
rejas metálicas de hierro forjado, pintadas de color verde. En “El Paseo”, muy cerca de la puerta, había
un árbol que tenía el tronco hueco. Durante la estación de verano ese patio acogía las
partidas de dominó y de ajedrez al atardecer, incluso algunos días se salían
fuera del recinto para jugarlas junto a ese árbol. Los mirones también formaban
parte de esas estampas costumbristas y su participación consistía en que se
sentaban alrededor o permanecían de pie, una vez acabado el juego metían baza
con sus comentarios sobre los aciertos o errores que ellos habían observado:<Así se desarrollaban estas guerras todas
las tardes.>
En ese ambiente histórico dos partidas de ajedrez pasaron a la historia local. En la primera
los contendientes eran conocidos popularmente como Juan Agudo y Alejandro “Leznas”. Al primero no hay que
esforzarse mucho para saber que fue el padre
de Juan Beni, conocido
popularmente como JB, y para
identificar al segundo sí hay que orientar algo al lector. Este muchacho era
hijo de un señor que vino a nuestro Ayuntamiento
en la década de 1950 para desempeñar la labor de Secretario. El apodo, cosa lógica, le fue colocado por uno de
nuestros paisanos nada más llegar aquí. Según me contó uno de sus coetáneos, el
fundamento que argumentó el autor del apodo para ponérselo fue que tenía el
pelo de punta y para arriba.
Una de esas tardes ambos se sentaron ante el
tablero para disputar sus habituales partidas. Parece ser que Juan estaba algo quemado aquella tarde
porque Alejandro estaba jugando con
más acierto y en un momento de la última partida Juan se distrajo más de lo debido y colocó la REINA en una posición favorable para un caballo de Alejandro y éste, cosa lógica, como el moño
le sobresalía por encima de la corona pues la cogió de ahí para sacarla del
tablero. Hasta ese momento todo trascurrió con normalidad pero en menos que
canta un gallo Juan cambió los
hechos y, sin proponérselo, pasó por su acción inesperada a la historia de Villargordo… ¿Qué hizo para ello?Alejandro
colocó su mano en posición de grúa y, sujetándola con los dedos índice y pulgar,
comenzó a elevarla para depositarla fuera del tablero. Juan, en décimas de segundo, tomó la decisión de coger sus armas
para defender a la REINA y así poder
impedir que su oponente la apresara sin avisarle previamente de su error y, por
esa acción, la dejara fuera del trono sin desempeñar la gran labor que hace a
diario ayudando al REY en el
gobierno y defensa de su reino, el
tablero.
Juan
movió su mano derecha con una rapidez y precisión increíbles y eso le permitió
sujetar a la REINA por los pies, Alejandro también fue ágil y la sujetó
con fuerza por la cabeza, impidiendo que se la arrebatara su oponente. En esa
situación comenzó un forcejeo en el que la señora iba de una parte a otra por
encima del tablero, ella se quejaba de que la iban a descabezar y ellos, absortos
en su esfuerzo de apropiación, no se percataban de la escena tan lamentable que
estaban escenificando y, mientras ocurría, los presentes les prestaron su
atención atraídos por el vocerío que tenían con el intercambio de expresiones.
Por ejemplo:
- ¡¡¡No me
has avisado!!! –reclamaba Juan.
- ¡¡¡La has
puesto tú ahí!!! –aclaró Alejandro.
- ¡¡¡Es mía!!!
–insistía Juan.
- ¡¡¡Era
tuya y la has perdido!!! – le respondió Alejandro.
En el fragor del forcejeo y del intercambio de
palabras, cuando ya estaban a punto de arrancarle la cabeza a la figura, de
pronto ocurrió algo inesperado… <Juan
perdió los nervios y le arreó a su oponente un guantazo que hizo volver la
cabeza a los que estaban jugando otras partidas>
Así acabó el
pelado que Alejandro hizo a Juan esa tarde.
ANÉCDOTAS DE JUAN
AGUDO
De Alejandro poco tengo que contar porque
su periplo villargordeño duró unos cuantos años, los que estuvo ejerciendo su
padre como funcionario de nuestro Ayuntamiento,
y ya no supe más de su vida.
Juan, por el contrario, siguió protagonizando anécdotas muy curiosas en nuestro pueblo durante
bastantes años. Estudio Magisterio
pero, a pesar de tener la carrera acabada, no opositó porque entró a trabajar
como director de la oficina que CajaSur abrió
en Villargordo al comenzar la década
de 1950, estuvo ubicada en un bajo propiedad de sus padres, el situado en la
esquina que hay enfrente de la de Zamorita.
Hay una leyenda popular
que cuenta sobre él: Un día, desempeñando su labor de director en su despacho de la oficina bancaria, tuvo que firmar un
montón de documentos. Como todos eran de la misma clase y por el mismo concepto
pues el trabajo consistía en que él tenía que escribir, en la parte inferior de
cada uno de ellos, de su puño y letra: <El
Agente y debajo plasmaba su firma como Juan
Agudo, como es lógico acompañado de los garabatos que él usaba.>
Los que le
conocimos bien sabemos que era demasiado bueno y que su alto nivel intelectual
le hacía vivir, a veces, en otro mundo aunque estuviera rodeado de una
multitud. Durante el acto de las firmas debió de ocurrirle algo parecido porque
terminó firmando algunos de esos documentos así:<El Agudo y, debajo, firmó con Juan
Agente>.
Esta historieta
la contó él en más de una ocasión cuando estuvimos de colegas en el Colegio de nuestro pueblo… ¿Cómo
fue posible esta situación si antes les hablé de que era banquero?
Porque abandonó
la banca y se pasó a la enseñanza. Con nosotros estuvo destinado unos años,
trabajó en el aula de “Educación
Especial” y en ella tuvo como alumno a Javi,
el hijo mongolito del inolvidable Miguel
“Pereto”. Este niño estaba muy unido a él y en los recreos siempre estaba
presente en nuestras tertulias, con D.
Francisco tenía una relación más intensa porque siempre estaba dándole
bromas y esa fue la razón que permitió que cuando se marchó Juan a Tarifa (Cádiz) por adjudicación de plaza definitiva en el “Concurso de traslados” Javi siguió haciéndonos compañía en los
recreos y, por sus características, nos preguntaba de manera persistente por su
maestro. D. Francisco tenía unas
caídas muy graciosas y un día, cuando Javi
volvió a repetirle la pregunta habitual con su lenguaje ininteligible, D. Francisco le respondió así:
- ¿Dónde está D. Juan? – pregunto el niño.
- Se ha ido a Cádiz a echarle de comer a los
palomos.
Desde ese día Javi repitió la frase cuando le
preguntábamos por su maestro D. Juan.
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