Colaboración de José Martínez Ramírez
I
Cuando
acabó el verano en el Guadalquivir,
me
quedé solo esperando que tendiera
alguien
su mano y, por la carretera,
que
te fuiste sin apenas volverte y decir,
los
besos que dimos no eran cualquiera…
Tenía
que haber cogido tu mano, tan bella,
para
decirte que este cobarde no sabe mentir.
Que
nada existe si no estás junto a mí.