Colaboración de Paco Pérez
EL BUEN PADRE ESCUCHA Y PERDONA LA DEBILIDAD
Cuando
Josué recibió del Señor la noticia de haber sido liberados de las
ataduras de Egipto, celebraron la Pascua y al día siguiente
comenzaron a comer los frutos de la tierra que les había prometido el Señor y
dejaron de recibir el maná. Aquella fiesta de Pascua sólo podían
celebrarla quienes estuvieran circuncidados, el símbolo de ser
miembros de la ALIANZA de Dios con su pueblo, la que comenzó
con Abrahán.
Pasaron los años y, en tiempos de Jesús, cuando alguien se comportaba de manera no habitual la sociedad se escandalizaba, ocurrió entonces y también ocurre en nuestros días. Lo hacen criticando lo que ellos consideran que son acciones incorrectas, a Jesús lo acusaron de relacionarse con las personas que estaban en la indigencia o enfermos y a quienes eran publicanos o pecadores. Estas personas no eran bien vistas por los escribas y los fariseos porque, como tenían una posición social respetable pues creían que ellos eran los buenos y los otros unos indeseables, esta visión los empujaba a despreciarlos y a dar gracias a Dios por no ser como ellos.