Colaboración de Paco Pérez
LAS NORMAS
DESPUÉS
Eliseo
dirigía la comunidad creyente, conocía los problemas de las personas y por eso dio
aquella orden al señor que acudió a cumplir con la norma religiosa de las
primicias. Lo hizo porque, en determinados momentos de nuestra vida, debemos
decidir qué acciones son prioritarias y cuáles no. Eliseo lo hizo y eligió la
correcta, dar de comer a los hambrientos y no cumplir la norma. El acierto de
su decisión quedó probado con la ayuda invisible que recibió de Dios, con pocos
panes comieron muchos.
El
SALMO confirma la decisión acertada de Eliseo:
[El
Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca
está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.].
¿Podemos
interpretar como una enseñanza sobre la evolución que debemos dar a nuestros cumplimientos
católicos caducos el aparcar las normas humanas y las tradiciones, porque hoy
también las hemos convertido en leyes de obligado cumplimiento, para dar
prioridad a las sencillas enseñanzas que Jesús concretó en DOS: AMAR a Dios y al
prójimo…?
Pasaron
los años y Jesús, como Eliseo, también
dio de comer a las personas que lo seguían atraídas por la esperanza que
despertaba en ellas al hablarles y curarlas. Así confirmó, de manera práctica,
qué era lo esencial y se mostraba en su doble condición de hombre y Dios. Como hombre se
compadecía de las personas que tenían necesidades, y les ayudaba. Como Dios enseñándoles que debían tener
confianza en el Padre, lo que sólo se consigue si tenemos
fe verdadera.
Las
personas tuvieron claro que era el Mesías esperado pero Él se alejaba de ellas,
un comportamiento totalmente contrario al nuestro, huía de los aplausos
populares… ¿Qué hacemos los humanos?
Lo
contrario, movemos los hilos de la marioneta con la magia invisible de la
mentira para que perciban, durante la función, quienes les regalan las ayudas
que reciben para que se lo reconozcan eternamente y puedan seguir sentadas en
el sillón mientras mueven los hilos sin obstáculos.
Pablo dijo que para seguir al Señor hay que trabajar atrapados por su mensaje y
caminar, desde la vocación que elijamos, empujados por el amor a Dios y
al prójimo con espíritu de unidad, desinterés, justicia y bondad. Lo lograremos si no olvidamos que
hay un Dios, un Espíritu, una fe y un bautismo. Así podremos tener la esperanza
de ser acogidos por Él.