Colaboración de Paco Pérez
¿DERRIBAMOS LOS MUROS QUE LEVANTAMOS?
Jeremías,
conociendo la mala gestión de los dirigentes religiosos y políticos y el dolor
que ocasionaban al pueblo, les comunicó que Dios les ayudaría y que los
malos pastores serían sustituidos por otros que serían rectos y justos.
Vino
Jesús, seguían los problemas, les habló de la llegada del Reino -tarea
complicada-, se rodeó de colaboradores, éstos lo acompañaban, aprendían y las
gentes acudían atraídos por sus mensajes o porque ayudaba a los más necesitados,
lo principal.
Él se encontró con un pueblo desunido porque el judaísmo les puso 613 preceptos obligatorios, un muro invisible e infranqueable que separaba a las personas en judíos y gentiles por el hecho de haber sido educadas en creencias religiosas distintas. El ejemplo visible de esa realidad estaba en el muro de piedra del Templo que separaba el patio de los judíos y el de los paganos y el invisible era el odio que se tenían.
Para
derribar obstáculos como ese y abrir la mente y los corazones de las gentes preparó
a los apóstoles y los envió a evangelizar. Al regresar contaron a Jesús lo
que habían hecho, Él los observó agotados y les propuso que descansaran pues toda
actividad, para que sea eficaz, necesita dedicación plena, descanso, reflexión
y revisión de la praxis… ¿Lo hacemos?
Es
un error no hacerlo por creer que nuestro trabajo es perfecto pero actuaremos
bien revisando lo hecho, rectificando los errores y mejorando el proceso.
Los
apóstoles tardaron en comprender el sentido que Jesús daba a sus
mensajes pues estaban muy amarrados a la tradición del judaísmo. Al regresar
les propuso alejarse de la gente pero acudió la multitud y los atendió. Cambió
para
enseñarles que atender al prójimo es lo primero, aunque estemos cansados, y que
la predicación no tiene tregua.
A
veces, los muros que levantan las ideologías religiosas o políticas son más
difíciles de eliminar que los físicos. Los judíos y los paganos vivían así
aunque Jesús, con su ejemplo, intentó eliminarlos.
Han pasado muchos años pero las ovejas siguen
padeciendo las consecuencias de estar al cuidado de unos pastores políticos o
religiosos que no cumplen con sus obligaciones y las llevan a despeñarse por
incompetencia, irresponsabilidad, egoísmo, ausencia de principios…
Para mejorar potenciaremos los planteamientos de la
familia tradicional, aunque sepa a rancio, pues no hacerlo indicará que no
reflexionamos y que no estamos dispuestos a rectificar.
Ese problema también estaba en las comunidades
cristianas que fundó Pablo y les ayudó
a comprender que, después de Cristo, ya no tenían sentido los muros por raza,
cultura, religión o cualquier otro elemento diferenciador pues su justicia
universal los había derrumbado.
En España se nos levantan muros lingüísticos y
territoriales, cada vez más altos, por egoísmos, injusticias y atropellos de
toda índole… ¿Por qué?
Porque olvidamos que el egoísmo genera injusticia, ésta
atropellos y la consecuencia podría ser la destrucción de lo conseguido.
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