“TODOS LO SANTOS” Y “LOS DIFUNTOS”
en
Villargordo (Jaén)
Colaboración de Paco Pérez
En estas fiestas se mezclan dos temas esenciales, la religión y la muerte. En ellas se nos habla de la vida más allá de la muerte y se nos invita a renovar nuestra fe y esperanza en la vida eterna. La primera esta declarada fiesta de precepto. La segunda es laborable y no es de precepto.
En ambas la persona muerta es el centro, pero con aspectos diferenciadores. Esto ocurre porque todos somos hijos de Dios y a los hombres nos encanta proclamar la igualdad. Lo hacemos los viandantes, los clérigos y los políticos cuando estamos ante los micrófonos y luego, cuando tenemos que tomar decisiones que pongan en marcha esos postulados, procedemos a establecer categorías. Aquí están las de difuntos normales y las de difuntos santos.
Si nos detenemos en los aspectos históricos por los que surgen las dos se comprenderá mejor sus verdaderos sentidos, la deriva a la que les hemos llevado los hombres y las causas propiciatorias del estado actual en que están.
Para los católicos la de “Todos los Santos” comenzó como una tradición y fue instituida en honor de todos los santos, conocidos y desconocidos, para compensar cualquier deficiencia cometida en la celebración de sus fiestas durante todo el año por parte de los fieles. En ella recordamos, honramos, invocamos e imitamos a los cristianos declarados, o no, como santos por la Iglesia. Estas personas recorrieron su camino terrenal siendo fieles discípulos e imitadores del Señor y por eso hoy gozan para siempre de la dicha de haber alcanzado el descanso eterno.