Colaboración de Tomás Lendínez García
LA MUERTE
Capítulo III
Cuando
algún vecino moría, antes de que se enfriara y se pusiera rígido, la familia lo
amortajaba pero en algunas ocasiones también participaban otras personas del
vecindario pues disfrutaban con intervenir en estos momentos en los que la
familia estaba atolondrada por culpa del dolor que les había ocasionado la
muerte del ser querido y, cuando acababan de prepararlo, ponían al difunto en
la cama hasta que un carpintero le tomaba las medidas y le hacía el ataúd. Como
se velaba en la casa, lo cubrían con una mantilla de encaje negro, antigua
costumbre que fue heredada del pueblo judío pues ellos cubren el rostro de sus
difuntos con un pañolón.